“Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno” (Jn 17,22)
En esta cita, según San Juan, encontramos el fundamento de la inclusión relacional, obviamente, contraria a la existencia de excluidos en la sociedad del presente, y opuesta, también, a la división. Se postula en esta cita bíblica la unidad y la Iglesia “es el instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el genero humano” (Caritas in veritate, No. 54) con toda clase de relaciones sociales, técnicas y culturales, para lograr la plena unidad en Cristo.
El matrimonio es un ejemplo de unidad “por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne” (Gen 2,24).
Unidad universal con la conciencia de que la humanidad es un solo cuerpo, con miembros y dones distintos, pero que todos incluidos hacen posible su funcionamiento.
Otro ejemplo de absoluta unidad, es la Trinidad, en cuanto las tres personas divinas son relacionalidad pura, según lo afirma Benedicto XVI.
¿Por qué la inclusión? ¿Por qué la unidad? Porque el desarrollo humano integral requiere la inclusión relacional de todas las personas y pueblos, que no hayan marginados, olvidados y aislados. Que haya justicia y paz. Paz, justicia, solidaridad y amor deben mover ala comunidad humana universal, en armonía y en unidad.
Yo no le tengo miedo a la globalización. Hay que asumirla, pero la lucha es porque la globalización respete las culturas de los pueblos y no sigan sus efectos de homologación y de sincretismo religioso.
¿Qué se entiende por homologar en este contexto? Equiparar, poner en relación de igualdad dos cosas y es lo que está ocurriendo con las imposiciones de mercados y de modas.
¿Qué es sincretismo? Llevado al plano religioso es cuando se trata de conciliar religiones diferentes.
Ese sincretismo, sin entrar en detalles va en contra del amor y la verdad, fomenta un indiferentismo religioso, que no es libertad religiosa, y va en contra de un auténtico desarrollo humano integral y solidario.
El hombre no se puede separar de Dios, ni la política de la moral. Es motivo de prédica de Benedicto XVI, de Academias pontificias, de sacerdotes, de laicos y de todos los religiosos cristianos católicos.
No es un dios cualquiera. Se trata de un Dios con rostro humano. Dios de la esperanza, cuyo reino está entre nosotros (Lc 17,20 – 25). Es el cristianismo religión del Dios de un rostro humano, que es Jesucristo, luz del mundo.
Corresponde al laico cristiano participar en política, tener acción política, ser ciudadano. Ser de inalienable conciencia en su lucha por el hombre, su identidad y su dignidad. Ser como Santo Tomás Moro, patrono de Gobernantes y Políticos del mundo que prefirió el martirio antes que faltarle a Dios y que entendió que hay que ser fiel a Dios y que la política no puede estar separada de la moral.