En el día de hoy, 8 de junio de 2010, hemos asistido al mayor ejercicio de insolidaridad de nuestra democracia con la llamada a la huelga de los funcionarios públicos en defensa de sus salarios, los cuáles serán recortados en una media de un 5% debido al plan de ajuste del Gobierno.
Un ejercicio de insolidaridad con el resto de los ciudadanos del país, hombres y mujeres que viven embarcados en la incertidumbre y que sufren las consecuencias del desempleo en niveles que no recordábamos en nuestro país, hombres y mujeres que, como los funcionarios, también tienen bocas que alimentar y necesidades que cubrir.
Los funcionarios públicos deberían de aceptar el recorte en sus salarios como algo lógico y normal, como un acto de generosidad y solidaridad con el resto de los ciudadanos, partiendo de la base de su estabilidad laboral y de la certeza del cobro de sus nóminas a final de mes.
Sin duda, se trata de una pérdida de poder adquisitivo, pero ¿quién no ha perdido poder adquisitivo durante esta crisis?, sin duda se trata de una merma en los derechos sociales, pero ¿quién no ha visto mermados sus derechos sociales durante esta crisis?, sin duda se trata de cobrar los efectos de la crisis a quien no tuvo culpa de ella, ¿pero quién no ha tenido que pagar parte de esta crisis sin tener nada que ver con ella?
Me gustaría que todos los funcionarios que se han lanzado hoy a la calle miraran a su alrededor, visitaran a sus vecinos, preguntaran a sus amigos y comprendieran que son unos privilegiados de la sociedad, su empleo es el único empleo verdaderamente fijo que existe en el mercado laboral y si habitualmente es el ciudadano el que tiene que sufrir el relajo en las funciones de los funcionarios, la desidia colectiva, su falta de incentivos, su incapacidad manifiesta para resolver problemas, ahora es el momento de que sean los funcionarios los que se solidaricen con los ciudadanos y paguen, ellos también, parte de la crisis.
Y si dejamos la retórica a un lado y nos refugiamos en la verdad irrefutable de las matemáticas, desde estas líneas quiero recordar a todos los funcionarios que para un sueldo medio de 1.000 euros el recorte del 5%, supone 50 euros al mes. Una cena menos fuera de casa, un vestido menos para ellas, unos pantalones menos para él, un videojuego menos para el niño,…, en definitiva, bagatelas en comparación con los que lo perdieron todo.
Mejor harían los funcionarios públicos en preocuparse por su propia eficiencia y dejar a un lado su egoísmo personal.