Dicen que la primavera la sangre altera, y el sistema inmune, también. Picores, irritación, estornudos y dificultad para respirar trastornan el bienestar de quienes sufren los estragos del polen. Es solo uno de los agente externos ante los que nuestro ejército inmunitario muestra una reacción exagerada, y cada vez hay más afectados: en 20 años, la mitad de la población española será alérgica a alguna sustancia.
“La industrialización de las sociedades y el incremento de contaminantes, así como el cambio climático y las altas temperaturas, son algunas de las principales hipótesis que explican el aumento de las alergias entre la población”, expone a SINC EulÁ lia Tauler, alergóloga y vicepresidenta de la Sociedad Catalana de Alergia e Inmunología Clínica (SCAIC).
Un ejemplo: “La contaminación, y en especial la causada por las partículas diésel de los coches, modifica la naturaleza de los pólenes en las ciudades y los hace más agresivos”, describe Tauler. De hecho, según datos de la Organización Mundial de la Alergia (WAO, por sus siglas en inglés), la rinitis y la conjuntivitis −inflamaciones de la mucosa nasal y la conjuntiva, respectivamente, inducidas por el polen− son dos de las alergias que más han aumentado su prevalencia.
Por contradictorio que parezca, su aparición también se asocia a una higiene excesiva. Esta hipótesis, conocida como ‘teoría higienista de la alergia’, señala que la ausencia de parásitos y de grandes infecciones en las ciudades más desarrolladas provoca que el sistema inmune se quede ‘sin trabajo’ y se dedique a defender el cuerpo humano de sustancias no patógenas, como los alimentos.
Ante tal contexto, ¿cómo se debe convivir con las alergias? Para Antonio Parra, jefe del Servicio de Alergología del Hospital de A Coruña y miembro de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), “un tratamiento de mantenimiento y el conocimiento de la enfermedad alérgica son fundamentales para convivir con ella, y la educación en la patología es el primer y más importante paso para conseguirlo”.
Alergólogos de todo el mundo reconocen que existe una falta de conciencia social sobre estas enfermedades y su prevención. Este argumento ha impulsado a la WAO a celebrar la primera Semana Mundial de la Alergia, con el lanzamiento del Libro Blanco de la Alergia, un documento en el que han participado 84 sociedades regionales y nacionales de alergia, asma e inmunología clínica de todo el mundo.
Y es que, según la WAO, entre el 30% y el 40% de la población mundial está afectada por una o más enfermedades alérgicas, proporción que, en el caso de España, es algo menor: una de cada cuatro personas. Según Tauler, la situación empeorará. “Se cree que el número de alérgicos en España incrementará hasta constituir casi la mitad de la población en 20 años”, añade.
Combatir al enemigo
Las alergias son reacciones anormales del organismo frente a sustancias inofensivas para la mayoría de las personas: el ser humano genera anticuerpos que, al entrar en contacto con el alérgeno –la sustancia que genera el problema–, producen una reacción inmunológica e inflamatoria del organismo que puede variar a lo largo de la vida, lo que se conoce como ‘la marcha de la alergia’.
Según Tauler, es “imprescindible hacer un diagnóstico precoz de las personas que presenten síntomas para evitar que afecten a su calidad de vida”. Las vacunas para la cura de algunas alergias, como el asma o la rinitis, son, por ejemplo, ‘remedios’ centenarios que permiten a la personas tolerar la enfermedad.
En el campo de la investigación, en los últimos años también se ha producido “un cambio que va a marcar la evolución del diagnóstico y tratamiento de las enfermedades alérgicas”, manifiesta Parra. Se trata del diagnóstico molecular de la alergia, que permitirá saber con más exactitud a qué parte de un alérgeno reacciona una persona para poder tratarla de forma más específica.
¿Se puede pensar en un futuro sin alergias? Si se echa un vistazo atrás en el tiempo, durante el primer cuarto del siglo XX, la incidencia de las alergias, cuyas primeras causas se identificaron en 1873, era de tan solo un 1%. El espectacular incremento de casos a lo largo de estos años ha llevado a las instituciones sanitarias a exigir que las alergias se consideren un problema de salud pública ante el que, quizá, una buena estrategia preventiva permita dar un nuevo giro a los porcentajes.
SINC // Elisabet Salmerón