Israel le está dando una lección al mundo. El Estado israelita brinda una aula magistral de soberbia, de omnipotencia, de barbarie, de insensibilidad, de desfachatez absoluta. Ante un mundo acobardado por el poderío militar y económico del sionismo y sus asociados, se planta el monstruo de la sinrazón. Y se planta sin dificultad, abiertamente, como un pistolero del viejo oeste que luce un par del Colts 45 e insulta a gritos a todo el pueblo, mientras el Sheriff tiembla de miedo en el bar de la esquina.
Israel es hoy el guapo del barrio, el capo del narcotráfico que domina el territorio y al que nadie le discute, so pena de terminar con la boca llena de moscas y completamente desnudo sobre un montón de basura. El resto del mundo es el barrio temeroso, lleno de miedos distintos, de conjugaciones con la envidia, la indolencia, el avarismo, la falta de humanidad, y el siempre perverso cuidado de los intereses particulares.
Bajo la máscara de la prudencia, del análisis político cuidadoso, de la negociación diplomática, el resto del mundo permite que Israel extermine al pueblo palestino, comenzando por las escuelas, los hospitales, los centros de acopio de alimentos, los refugios, los niños, las mujeres, los ancianos, los civiles, la cruz roja, la ONU y hasta la prensa internacional que intenta registrar la lección de Israel para mostrarla al mundo.
Y es que Israel no necesita de la prensa internacional, porque el pueblo elegido es autosuficiente. Ellos son la prensa, así como son el sistema financiero y los dueños de la ONU. Por eso se dan el lujo de bombardear las instalaciones de las Naciones Unidas en Gaza; al fin y al cabo saben que se están pagando y dando el vuelto.
Israel es el Estado más global del mundo, el más violento y el menos diplomático. Cómo se puede mantener relaciones diplomáticas con alguien que no reconoce la diplomacia, que la irrespeta? Cómo intentar negociar con alguien que desconoce términos, convenios, dictámenes, leyes, acuerdos y resoluciones? Israel no negocia. Ningún animal que olfatea el miedo se detiene ante sus víctimas. Y es que la víctima de Israel no es sólo el pueblo palestino, no es Hamas. La víctima de Israel en este conflicto es el mundo civilizado, es el orden político internacional, es el sistema mundial de concertaciones y diálogos.
Israel acaba de demostrar la inoperancia de la ONU, la absoluta irrelevancia de su consejo de seguridad. Israel acaba de establecer la verdad: la ONU le sabe a mierda, porque es excrecencia producida por los señores de la guerra, y nadie mejor preparado para hacer y deshacer la guerra que la tribu de Judea.
Es triste que hasta ahora sólo dos países suramericanos hayan tenido el suficiente nivel moral, la suficiente calidad humana y la necesaria valentía para romper relaciones diplomáticas con Israel, para no continuar convalidando, bajo la pobre excusa de la prudencia política y la vil razón del resguardo de los intereses de Estado, el asesinato en masa, la masacre de inocentes, la hedionda razón judía.
Este episodio entre Israel y Palestina revela la caducidad del sistema político que hoy gobierna el mundo, la flaqueza de su diplomacia, la enorme mentira que significan sus instituciones internacionales. Sucede hoy con la ONU, así como sucedió con la OEA durante el conflicto separatista en Bolivia.
No habrá oración que salve al pueblo palestino del insano odio israelita, como no habrá historiador que salve al mundo de su dolor moral cuando todo esto termine.
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