Desde que las masas fundamentalistas del ayatola Jomeini, junto con otras fuerzas políticas reformistas y comunistas, desbordadas por la revolución islamita iraní, derrocaron al sha de Persia, el mundo islámico se puso en marcha contra los valores occidentales.
Era un anuncio de la convulsión que iba a vivir el mundo islámico y de la agresividad con la que se iba a lanzar contra los valores occidentales. El terrorismo islamita en el Norte de África, Egipto, Argelia, Sudán, Etiopía…, era el ensayo de aproximación estratégica a las fronteras occidentales. Como en el siglo VII la oleada teocrática musulmana se disponía a invadir el Occidente. Y dio el salto poniendo en marcha la segunda oleada de invasión de Occidente con la destrucción de las Torres Gemelas, el acto de terrorismo religioso contra la población española que viajaba a su trabajo en los trenes de Madrid, en Londres y en otras ciudades.
Gárgola de NÁ´tre Dame, vigilando París… Foto: _iBaNe_Recuerdo que la izquierda europea y sobre todo la española, socialistas y comunistas, vivieron como una feria el triunfo del ayatola Jomeini. La izquierda española con una ideología más tercermundista, por eso identificación con el anti-imperialismo norteamericano, que progresista vivió con euforia el triunfo de una teocracia de cuyas raíces se alimenta hoy todo el terrorismo religioso musulmán. Y su carácter triunfante y ofensivo.
El problema es que la izquierda sigue empeñada en identificarse más con esas revoluciones terroristas,que no progresistas, que con las Luces.
Desde el desmoronamiento del bloque comunista, perdidos todos sus referentes ideológicos y políticos, sigue con el paso cambiado y marcha atrás sin encontrarse a gusto con la ideología y los valores progresistas. Por eso de que los enemigos del imperialismo norteamericano son mis amigos, se ha aliado con todos los enemigos de la libertad. Y no sabe cómo salir de ese laberinto que la impide ser tomada en serio por los ciudadanos españoles y por las fuerzas progresistas. Allí donde estén.
Esta reflexión sobre el desconcierto y confusión ideológica de la izquierda comunista y socialista española viene a cuento para entender el caos en el que siguen manteniéndose al confundir la lucha contra el capitalismo con la alianza con las fuerzas enemigas de los valores progresistas. De esta confusión está sacando partido el fundamentalismo musulmán porque gracias a esta tolerancia las oleadas teocráticas han pasado a la tercera fase de asedio y ocupación del territorio occidental. No han necesitado de una ofensiva militar sino de un caballo de Troya, la permisividad con la que imponen en territorio liberado sus leyes teocráticas, para instalarse cómodamente en Europa y, una vez ahí, ir ocupando los espacios de libertad en los que empieza a reinar la teocracia islamita. Metro a metro la libertad cede terreno.
Estoy hablando de que la tercera oleada de la ofensiva yihadista esa en la que nos encontramos ahora: la invasión pacífica por las masas musulmanas del territorio liberado occidental para imponer su ley, la Ley islámica, contra las leyes de los parlamentos europeos. Avanzados hacia la Edad Media con cada conquista de territorio europeo en el que la libertad es sustituida por la ley musulmana. Y parece ser que no nos enteramos. Es evidente que la Ley musulmana, como la moral cristiana y su doctrina, no defiende sino que amenazan la libertad porque son enemigos de la libertad.
Defender la libertad no puede confundirse con la xenofobia. Xenófobos son quienes excluyen, desprecian, discriminan…a otras personas por razones étnicas o raciales; quienes desean que personas de otras razas se instalen en sus países, se integren en los valores y derechos individuales y aprendan a ser libres no pueden ser calificados de xenófobos cuando se niegan a que, en nombre de las religiones o tradiciones culturales, los inmigrantes ejerzan la explotación, discriminación, homofobia, autoritarismo y antifeminismo contra las personas de sus propias razas. Y vivan al margen y contra las libertades y derechos individuales.
Acusar de xenófobos a quienes defienden las libertades progresistas es un gesto de debilidad que favorece a los enemigos de la libertad: a los defensores de las teocracias.
En nombre de la tolerancia no se pueden consentir
la agresión contra los derechos individuales.
La tolerancia con los enemigos de la libertad y consentir las prácticas autoritarias de éstos es renunciar a defender la libertad. La tolerancia es la máscara tras la que se esconde el miedo. Miedo que los ciudadanos europeos tienen ante la amenaza terrorista. Ante los que ceden en la creencia de que, a cambio de libertad, nos garantizarán la seguridad. Pero el miedo es el arma más poderosa que tienen los terroristas. Ni garantiza la libertad ni la seguridad. Y de esa debilidad que mostramos con las actitudes tolerantes, de silencio hacia la brutalidad de sus culturas, sacan sus fuerzas. Y se sienten seguros, porque están apoyados, sí la ofensiva teocrática musulmana está apoyada por la derecha clerical europea por las mismas razones por las que apoyan a la teocracia católica porque esperan, de esa manera, conseguir con éstas ideologías religiosas lo que no fueron capaces de conseguir con el fascismo: controlar a las masas.
No estoy escribiendo un relato de ciencia ficción ni apocalíptico. Por ahora. Sólo tenemos que asomarnos a la consolidación de las posiciones estratégicas yihadistas en Cataluña para contemplar lo que será una República musulmana catalana dentro de unos años. Desde ese momento todos los demócratas, todos los que tuvieran derechos individuales, todas las mujeres, todos los homosexuales y librepensadores pasarán a ser sus enemigos. La independencia de Cataluña debería reforzar las libertades con una forma de gobierno republicana, pero si no las defiende contra sus enemigos acabará siendo la plataforma de enlace entre el Norte de África y Europa. El corazón del territorio musulmán en Europa. Los tiempos se van cumpliendo. No tienen prisa.
Existe una esperanza. Tal vez por ser Francia la patria de la Ilustración y de la razón, la izquierda socialista se ha dado cuenta de la grave amenaza que suponía dejar a los yihadistas ocupar Mali. No está tan lejos. Está al sur de Marruecos y de Túnez y de Argelia. O lo que es lo mismo en la frontera con la libertad occidental. La consolidación de otra teocracia musulmana habría significado la progresiva ocupación de los países citados. Y en cualquier caso la desestabilización militar de la zona. Situación que no puede sernos ajena.
Francia, la Francia laica, progresista y republicana, ha hecho un primer movimiento derrotando la amenaza que sobre las libertades europeas se estaba consolidando en nuestra frontera Sur. Pero la amenaza, decía, no sólo es militar es también pacífica. La tercera ola de invasión a la que me he referido. Esta es pacífica mientras ocupan espacios de libertad, pero es una amenaza que debe ser detenida con medidas democráticas en defensa de las libertades. Esto se tiene que tomar en serio. De manera que nadie que no jure las constituciones democráticas pueda ni instalarse en Europa, ni beneficiarse de su bienestar social, ni adquirir la ciudadanía. El día que la adquieran serán soberanos y podrán atacar las libertades con la ley musulmana en la mano. La defensa del laicismo no puede aplicarse solamente con las religiones cristianas y judía, hay que aplicarla también, y urgentemente, a los musulmanes. Desde la escuela.