Un breve análisis de lo acontecido a raíz de las manifestaciones del 15 de mayo de 2011 en España bajo el lema “¡Democracia Real Ya!”, así como de las perspectivas de futuro en España y en el mundo.
El pasado 15 de mayo de 2011 tuvieron lugar manifestaciones simultáneas en las principales ciudades españolas, convocadas por una plataforma ciudadana (al margen de partidos políticos y sindicatos) denominada “¡Democracia Real Ya!”. El éxito de dichas manifestaciones, y el no menos importante hecho de que espontáneamente unos cuantos ciudadanos (jóvenes mayoritariamente) decidieran darle continuidad a las protestas acampando en la Puerta del Sol madrileña, sorprendió a diestro y siniestro. El desalojo por la fuerza por parte de la policía de los campistas que eligieron la ciudad, la capital del Estado, en vez del campo, para plantar sus sacos de dormir, produjo un efecto rebote: al cabo de pocas horas la plaza amaneció abarrotada de nuevos campistas. Me propongo de la manera más breve posible analizar las causas de dicho éxito, así como las perspectivas de futuro que se abren. Remito al lector a mis diversos escritos, disponibles todos ellos en mi blog (http://joselopezsanchez.wordpress.com/) para profundizar en todo lo dicho en el presente artículo, especialmente a los artículos: La lucha anticapitalista, Rumbo a la República, El cambio en España, Izquierda vs. Derecha. Siendo estos tres últimos artículos extractos de mi libro La causa republicana. Asimismo en el libro Rumbo a la democracia planteo las ideas generales sobre la lucha por la democracia: por qué no tenemos democracia, cómo mejorarla y ampliarla y cómo luchar por ella, individualmente y colectivamente.
Independientemente de su resultado final, el movimiento por la “¡Democracia Real Ya!” va a marcar las pautas de la lucha por la democracia en España, incluso en el mundo me atrevo a afirmar. Espere el lector al final de este artículo antes de acusarme de pretencioso o utópico.
Diferencias y similitudes respecto de otros movimientos populares acontecidos recientemente en el mundo:
- 1. Crisis del sistema capitalista: el capitalismo, por su propia naturaleza, condena a grandes capas de la población a la inseguridad económica, a la miseria, a la falta de perspectivas. Á‰sta es la razón principal de todos los estallidos sociales. La actual crisis económica, la cual está siendo utilizada por el capital para contraatacar, agudiza la crisis permanente que significa el sistema capitalista. La lucha de clases sigue muy vigente. Mientras haya sociedad de clases habrá lucha de clases. La lucha de clases es consustancial al capitalismo. Aunque dicha lucha, indudablemente, adopta diversas formas y tiene sus altibajos.
- 2. Insuficientes democracias: la población se siente cada vez más impotente frente a un sistema en el cual se supone que gobierna el pueblo, pero que en la práctica no está más que al servicio de unas minorías. La reivindicación común en todos los sitios (especialmente en aquellos donde la democracia es de peor calidad, mejor dicho, donde el disfraz de “democracia” es menos elaborado) es la del poder del pueblo. En todas partes va cundiendo la idea de que el pueblo no tiene el control de la situación y por consiguiente el pueblo reclama lo que en teoría, pero no en la práctica, es suyo.
- 3. Por primera vez en la historia de la humanidad, los ciudadanos pueden informarse fácilmente al margen de los circuitos habituales, controlados por la oligarquía. Por primera vez, además, pueden intercomunicarse activamente. Internet posibilita la ruptura del monopolio de las ideas, de la información y de la opinión. Pero no sólo esto, además, posibilita que los ciudadanos puedan organizarse eficazmente, en masa y rápidamente, horizontalmente, al margen de los tradicionales conductos, es decir, prescindiendo de los partidos y sindicatos, de las organizaciones “clásicas” de masas. En verdad ya ha habido antecedentes históricos (véase el mayo del 68 francés), pero ahora las posibilidades son mucho mayores. La revolución de las comunicaciones está posibilitando la revolución social. La democratización de las ideas conduce directa y rápidamente a la democratización de toda la sociedad.
- 4. El descrédito generalizado del sistema capitalista y de su falsa democracia ha afectado incluso a aquellas organizaciones que se consideran antisistema. La izquierda transformadora, junto con el resto de la izquierda (la socialdemocracia realmente ha dejado de ser izquierda, ha perdido totalmente el Norte, si es que alguna vez lo tuvo), está en profunda crisis ideológica (si bien ya hay síntomas esperanzadores de un resurgimiento). La izquierda integrada en el sistema se ha acomodado y ha perdido contacto con la realidad, se ha vendido. Y la izquierda supuestamente antisistémica está totalmente desorientada porque no ha sido capaz, hasta ahora, de reorientar su estrategia de acuerdo con la situación actual, sigue anclada en los postulados de principios del siglo XX, incumple la máxima de los padres de dicha izquierda revolucionaria de que la estrategia debe adaptarse al tiempo y al espacio. El éxito del movimiento del 15-M es el éxito del espontaneísmo frente a la mala planificación revolucionaria, producto del estancamiento a que inevitablemente conlleva el dogmatismo. Las masas han superado a las vanguardias. ¡No es la primera vez que ocurre esto en la historia, ni mucho menos! Dicho éxito es el fracaso de la izquierda anticapitalista tradicional. Sin embargo, dado que la reivindicación popular es claramente a favor de la democracia, es decir, de cambios sistémicos en la dirección de más democracia, la izquierda radical realmente está ganando la calle, ¡a pesar de la pésima estrategia empleada hasta ahora por sus organizaciones! Y es que, como no podía ser de otra manera, los intereses generales, de la gran mayoría, son los intereses defendidos tradicionalmente por la verdadera izquierda. A quien interesa la democracia es al pueblo, a la izquierda auténtica.
- 5. El movimiento del 15-M en España se produce en un país supuestamente democrático en vísperas de unas elecciones. Se denuncia el bipartidismo estático, sustento de la oligocracia capitalista. En los países árabes el objetivo más inmediato era echar a los actuales gobernantes y lograr unas elecciones. Es decir, en España la reivindicación tiene que ver con la escasa calidad de las democracias occidentales, de la democracia liberal burguesa en general. Á‰sta justificaba la demanda popular de democracia en Egipto o en Túnez porque allí, nos decía, no había realmente democracia. Pero ahora resulta que en las propias democracias “ejemplares” de Europa su población sale a la calle para decir que no son realmente democracias. ¿No vemos las importantes implicaciones que esto tiene? En Francia o en Grecia la gente salió a la calle para protestar contra las medidas económicas de sus respectivos gobiernos, sometidos al neoliberalismo imperante en el mundo, pero no se denunciaba, no al menos como se está haciendo en estos momentos en España, a la propia democracia liberal. En España, en la huelga del 29 de septiembre de 2010, los trabajadores protestaron en contra de la reforma laboral, de los recortes sociales. Pero, ahora, no se trata sólo de esto. Ahora la gente que acampa en las calles de nuestro país habla de cambiar el propio sistema, no sólo de ciertas políticas o medidas económicas concretas. ¿No es evidente el salto cualitativo? El 15-M inicia, como mínimo, el cuestionamiento del orden burgués a gran escala en estos principios del siglo XXI, por lo menos en Europa, en la metrópoli capitalista. Y, considerando el enorme efecto contagio de nuestra Sociedad de la Información, esto quiere decir que se abre la veda a la revolución democrática mundial. Por lo menos, ahí está la posibilidad, que no certeza. No hay que caer en el exceso de optimismo, por supuesto. Pero no debemos perder de vista el enorme salto cualitativo que representa que en la propia televisión (la meca de los medios burgueses) salga gente cuestionando la actual democracia, que la cuestión democrática entre en la agenda política, que en los grandes medios pueda saberse que hay carteles en el centro de la capital de un Estado burgués diciendo que “lo llaman democracia y no lo es”. Podemos estar en un momento histórico crucial.
Causas del éxito del movimiento 15-M:
- La plataforma que ha convocado las manifestaciones ha empleado un lema totalmente acertado. En todos los aspectos, por el fondo y por la forma. Por el fondo porque centra su estrategia, sus reivindicaciones, en la democracia, en el esqueleto político del sistema. Esto es lo que sugiere el empleo de la palabra “Democracia”. También porque al mismo tiempo que se pone en agenda la cuestión democrática, se denuncia la actual democracia, pero sin caer en la denuncia de toda democracia (lo cual podría haber llevado al rapto de este movimiento por parte de la ultraderecha, ésta lo intentó pero lo tenía muy difícil; tras dar promoción al movimiento rápidamente se distanció de él y cargó sus baterías mediáticas contra él cuando vio de qué se trataba verdaderamente). Todo esto es lo que sugiere la combinación de las palabras “democracia” y “real”. Pero es que, además, dichas palabras vienen acompañadas de una maravillosa coletilla: “ya”. Es decir, así se espanta cualquier utopismo. Este movimiento va muy en serio, no es un “mayo del 68” romántico que pide el amor libre, no es producto del postmodernismo que protesta sin saber qué alternativas hay, sin concretar, que pretende sólo destruir, que reivindica un futuro (lejano) mejor. Este movimiento, con ese sabio lema, denuncia al mismo tiempo que reivindica. Denuncia la actual democracia y reivindica la auténtica democracia, pero no para un futuro incierto o lejano, sino que para ahora mismo. Ahora es necesario y posible una democracia real, lo que tenemos ahora no es realmente democracia. Y todo ello rodeado de los movilizadores puntos de exclamación. ¿Podría haberse elegido mejor lema?
Además, no lo olvidemos (y esto es algo que la izquierda anticapitalista tradicional no ha sabido o querido ver), la palabra democracia no está demonizada por el actual sistema (al contrario que otras palabras como socialismo, comunismo, anarquismo, marxismo, o incluso izquierda). Dicha palabra no espanta a las masas. Las otras sí. Este movimiento del 15-M ha tenido muy en cuenta la intoxicación ideológica de las masas para superar el obstáculo de los prejuicios que tanto y tanto se curra el sistema burgués. La burguesía no puede luchar contra la palabra democracia, sólo puede ensuciarla, tergiversarla, distorsionarla, vaciarla de contenido, pero no puede negarla ante la ciudadanía. A la gente sí le moviliza la palabra democracia. Ahí están los resultados. ¡Democracia Real Ya! es un lema claro, sencillo, al mismo tiempo que contundente, profundo y movilizador. Ataca a las propias bases del sistema e incita a la acción. A este lema acompaña otro no menos acertado: “no somos mercancía en manos de políticos y banqueros”. Quien no vea el mensaje claramente anticapitalista, quien no vea que se ataca a la oligocracia capitalista, es que se tapa los ojos o está ciego. ¡Esto sí lo han visto claramente las distintas fuerzas de la derecha!
- Las manifestaciones se han convocado simultáneamente (misma hora y mismo día) en multitud de ciudades del país y en plena campaña electoral. Frente a la censura mediática no hay más remedio que simultanear, que crecerse, que ser oportunos, que ser originales, para llamar la atención, y esto lo han conseguido quienes están detrás del 15-M. No así el movimiento republicano que se conforma con repetir cada año las mismas dos manifestaciones en la capital, convertidas prácticamente en una aburrida rutina, simultaneándolas con algún que otro acto simbólico, estrategia claramente insuficiente como ya dije en su día en mi artículo La ofensiva republicana. ¡Compañeros republicanos éste es el momento que tanto esperábamos! ¡Tomemos ejemplo de los chicos de Democracia Real Ya! Ellos nos están mostrando cómo hay que hacer las cosas.
- A esas manifestaciones se han sumado acampadas que han logrado prolongar la reivindicación, que incluso amenaza con extenderse y generalizarse. El sistema tiene serios motivos para ponerse nervioso, como ya está haciendo. La presión empieza a ser sostenida. Al sistema no le preocupa que unos cuantos jóvenes (o unos cuantos republicanos nostálgicos que se limitan a cantar la Internacional) se manifiesten una vez en sus ciudades y luego vuelvan a casa y continúen su vida apática. El sistema se preocupa cuando las protestas persisten, cuando es presionado no un día sino muchos seguidos y cuando dicha presión va a más. La presión popular deberá ser intensa y persistente, incluso creciente, para lograr resultados concretos. Esto es el ABC de la lucha revolucionaria. El poder nunca cede. Hay que presionarlo mucho y sostenidamente. El sistema procurará no ceder nada, cuando dicha presión popular empiece a ser importante, no tendrá más remedio que ceder algo, un poco, y si dicha presión sigue y sigue entonces es cuando se abren de verdad las posibilidades de cambios verdaderos. Si se ponen nerviosos, es que vamos por buen camino.
- El movimiento del 15-M se ha declarado apartidista y asindicalista, pero político. Es decir, no niega la política, lo cual es evidente (si así lo hiciera no mostraría coherencia, ¡la peligrosa coherencia!). Es más, afirma que reivindica la verdadera política, no la actual que está completamente vacía de contenido. Y es que sólo con la verdadera democracia volverá la POLÁTICA, con mayúsculas. Al ser un movimiento que no se declara abiertamente de tal o cual tendencia (esto es lo que hubiera deseado la derecha, oficial y no oficial, el sistema en general), la gente no prejuzga, sino que juzga por el lema y por el contenido reivindicativo. ¡Bravo, ese es el camino! Que unos cuantos ultraizquierdistas se manifiesten bajo el lema de “por una república popular, federal y socialista” no es peligroso para el sistema, pues éste ha intoxicado hasta las cejas a la población y ésta no sigue a esos “radicales trasnochados”. Pero el presente movimiento habla de democracia y plantea reivindicaciones concretas indudablemente democráticas y sociales, es decir, indudablemente de izquierdas, pero sin declararse de izquierdas, sin recurrir a las palabras demonizadas que espantarían a las grandes masas alienadas. Incluso, al declararse al margen de los partidos y los sindicatos (sin que esto impida que algunos partidos y sindicatos les apoyen, pero evitando que asuman el protagonismo), consiguen que los desencantados del sistema, que son muchos, que no creen en ninguna organización o que no conocen ciertas organizaciones que llevan años luchando honestamente, les sigan también.
- “Democracia Real Ya” no se conforma con movilizar en contra del actual sistema, lo cual ya es meritorio en estos tiempos donde reina la apatía, sino que, además, plantea soluciones concretas realistas, factibles a corto plazo. Es decir, el movimiento sabe contra qué protesta y, no menos importante, sabe por qué lucha, plantea alternativas perfectamente realizables en el presente (no sin esfuerzo, sin embargo). No es un movimiento sin rumbo. Está orientado, muy bien orientado, aunque, por supuesto, deberá ser mejor orientado. Esto dependerá de cómo trabajen las organizaciones izquierdistas, las cuales deberán en primer lugar desprenderse de estúpidos orgullos y sectarismos para practicar la autocrítica y sumarse a las masas para orientarlas y enriquecerlas, pero no para suplantarlas.
En estos momentos es cuando los revolucionarios de palabra demuestran realmente si lo son. Los hechos hablan más que las palabras. A los falsos revolucionarios, a las quintas columnas, a los oportunistas, se les pone en evidencia en momentos como estos. Existía cierto temor, no injustificado, de que tras el movimiento por la “Democracia real ya” estuviera la ultraderecha. ¡Pero a los falsos profetas en estos tiempos de intoxicación ideológica masiva se les delata con los hechos, con las reivindicaciones concretas, con el contenido de las protestas, y no con autoproclamaciones izquierdistas que espantan al gran público porque en los cerebros de las masas ciertas palabras bloquean las mentes y desmovilizan! Evidentemente diversas organizaciones del sistema contra el que se protesta intentarán canalizar el movimiento para volverlo inofensivo. ¡Esto siempre pasa en todo movimiento popular revolucionario! Pero la manera de espantar a quienes realmente desean desintegrar el movimiento desde dentro es mediante la democracia, hablando de cosas concretas, enfrentándose dialécticamente a quienes plantean renunciar a ciertas cosas básicas o posponerlas indefinidamente, a quienes plantean mucho de golpe con el objetivo de no lograr nada, a quienes desean que la revolución potencial se quede en potencial, que no afecte a la esencia misma del sistema. La verdad siempre se abre camino practicando el librepensamiento, la libertad más absoluta de opinión, el pensamiento crítico. ¡Defendamos y juzguemos a las ideas desnudas, sin ponerles etiquetas! Las etiquetas las desean poner quienes manipulan a las masas, los defensores ideológicos del sistema, que recurren a las etiquetas que ellos han “patentado” para que la gente juzgue a la botella por ellas y no por su contenido, para que la gente juzgue como ellos desean sin molestarse en conocer de primera mano, para que juzgue el vino sin probarlo. Etiquetas, insisto, que anulan la capacidad de raciocinio de las mentes invadidas de prejuicios.
- Á‰ste es un movimiento pacífico que actúa, hasta ahora, ejemplarmente. El sistema desea la violencia, incluso la provoca, para justificar la represión. Los “héroes” de la Puerta del Sol y de tantas y tantas plazas del Estado español se resisten pacíficamente ante la violencia del Estado burgués que muestra su auténtico rostro en estos momentos históricos. ¡No caigamos en las provocaciones! ¡Defendamos nuestro derecho a indignarnos y a protestar en las calles pacíficamente, ejemplarmente! Defendamos el derecho a tomar los lugares públicos. La declaración Universal de los Derechos Humanos dice textualmente: “Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión”. La rebelión es un supremo derecho de toda persona contra la tiranía y la opresión. ¡Pero la rebelión hace más daño cuando es pacífica, cuando no da excusas al poder para degenerar en violencia! La violencia siempre beneficia al poder. La tiranía y la opresión adoptan formas más sutiles en las “democracias” burguesas, pero el capital oprime a la mayoría condenándola a la inseguridad, a la miseria, a la desesperanza, al exilio, sin darle ni siquiera el mínimo y supremo derecho a la protesta pacífica y civilizada. Cuando el Estado clasista burgués es cuestionado o entra en crisis, denota su auténtica naturaleza. Así como a las personas se las conoce de verdad cuando se las critica o las cosas van mal, así mismo ocurre con el Estado capitalista.
Por no prolongar en exceso este artículo, acabaré diciendo brevemente lo que le falta, en mi opinión, a este movimiento para convertirse en una seria amenaza para el sistema, para posibilitar una revolución social:
- 1. Si se reivindica la democracia, es inevitable reivindicar que el pueblo pueda construirla y esto nos conduce directa e inmediatamente a la cuestión republicana. La regeneración democrática en la España del siglo XXI tiene nombre y apellidos: Tercera República. La democracia real no puede ser la democracia coronada, no puede ser la democracia de la monarquía, ni de la actual, ni de cualquier otra. El pueblo tiene derecho a elegir en las urnas a todos sus representantes, empezando por su jefe de Estado. Las banderas republicanas deben inundar las calles y plazas de todo el Estado. Pero sin ser instrumentalizadas por ninguna corriente política concreta. La Tercera República es la forma política que debe adoptar la democracia real ya. Alrededor de los símbolos es posible que la revolución crezca. Los símbolos, siempre que no se vacíen de contenido, son siempre un crucial instrumento de propaganda de los movimientos populares. Contagian a las masas y elevan la moral. En los símbolos, fácilmente reconocibles (muchas pancartas no se ven bien si no es con imágenes detalladas y que duren cierto tiempo, no así las banderas, cuyos colores se ven muy rápido y de lejos), se sintetizan visualmente las ideas. A corto plazo debe conseguirse un referéndum para que el pueblo elija entre República o Monarquía, precedido de amplios debates públicos donde todas las opciones tengan las mismas opciones. Á‰ste debe ser el gran objetivo político del movimiento iniciado este mayo español del 2011.
- 2. Es imprescindible reivindicar prioritariamente la elegibilidad de todos los cargos públicos (incluido el jefe de Estado), su revocabilidad y el mandato imperativo. Los referendos deben ser siempre vinculantes. Asimismo es imprescindible lograr una verdadera separación de poderes. De todos: legislativo, ejecutivo, judicial, prensa y económico. Sobre todo económico. Mientras el poder económico controle a los demás no podremos tener más que oligocracia, el gobierno de los ricos, es decir, plutocracia. Para empezar debe reformarse la financiación de los partidos para que no dependan del capital. Es imprescindible que la prensa sea independiente, empezando por los medios públicos que deben dar voz a todas las ideas, ya sean mayoritarias o minoritarias. La verdad no entiende de mayorías. El ciudadano tiene derecho a conocer todo tipo de hechos y opiniones. La democracia no consiste en votar qué es verdad y qué es mentira, sino en poder conocer en igualdad de condiciones todas las opciones para elegir con pleno conocimiento de causa. El ciudadano tiene derecho a estar bien informado. Sin verdadera libertad de expresión no puede haber democracia. La libertad de expresión no consiste sólo en poder expresar las ideas en privado, sino en público, en tener las mismas opciones que otros de expresarlas. Toda democracia debe basarse siempre en el principio elemental de la igualdad de oportunidades. El pensamiento único es producto del monopolio de las ideas, el consenso, la verdad, de la libre circulación de las ideas, es decir, de su mutuo enfrentamiento igualitario. Por supuesto que hay que reformar la ley electoral para llevar a la práctica el elemental principio democrático “una persona, un voto”, para que todos los votos valgan igual. Pero se necesitan muchas más reformas. Entre ellas las que acabo de mencionar más arriba. Remito a mi artículo La separación de poderes y al capítulo El desarrollo de la democracia del libro Rumbo a la democracia. Todas estas medidas concretas son las cuatro patas de la mesa de la democracia. Sin ellas poca democracia podremos tener. Es lo mínimo que debemos tener.
- 3. Hay que prolongar e intensificar las protestas. Las acampadas deben generalizarse y verse complementadas por más manifestaciones, además de por huelgas en distintos sectores de la economía, con el objetivo de llegar a las huelgas generales prolongadas o por lo menos recurrentes. A los jóvenes, a los mileuristas, a los parados, deben sumarse todos los trabajadores (al menos gradualmente), los estudiantes, los pensionistas,… La democracia nos atañe a todos los ciudadanos. La presión popular debe prolongarse más allá de las próximas elecciones del 22 de mayo y debe centrarse en lograr resultados concretos, y no promesas. Estas movilizaciones deben ser sólo el principio de una larga e insistente lucha. La revolución social debe traducirse en revolución política primero, para a continuación hacer posible la revolución económica. Á‰sta será posible con la infraestructura política necesaria. Sin democracia política no habrá democracia económica. Sin democracia económica no hay futuro para nadie, no para la mayoría.
- 4. Alrededor de este movimiento popular más o menos espontáneo debe nacer un frente político de izquierdas (más pronto que tarde este movimiento será calificado de izquierdas, ya empieza a serlo) que aglutine y canalice el descontento popular. Sin unidad de acción no hay nada que hacer. ¿Cuántas veces habrá que recordarlo? ¿A qué esperan las fuerzas de la izquierda real de este país? ¡Menos criticar a la izquierda institucional y más actuar, y más dar ejemplo! El objetivo debe ser, en general, iniciar un proceso constituyente hacia la República. En dicho frente también deben participar los sindicatos, todos los posibles, incluyendo en un momento dado a los traidores actuales, siempre que no se les deje tomar el control del proceso revolucionario. Hay que construir mayorías, para lo cual no habrá más remedio que recurrir a la izquierda institucional, política y sindical, excluyendo por supuesto al PSOE, pero no a sus militantes de base o votantes, engañados o equivocados. En ningún caso este movimiento tiene que perder su espontaneidad y su independencia. Dicho frente político y sindical debe servir a las masas y no servirse de ellas.
No hay revolución sin rebelión. No hay rebelión sin necesidades objetivas y sin indignación. El movimiento del 15-M, ayudado por ciertos folletos o libros, como Indignaos de Stéphane Hessel o Reacciona de José Luís Sanpedro y otros autores (¡qué importantes son también las ideas!), ha conseguido despertar la indignación, ha conseguido que el pueblo español empiece a reaccionar. En cuanto a esto ha sido un éxito total. ¡Por ahí se empieza! Pero hay que proseguir, además de empezar. Veremos cómo acaba todo esto. Trabajemos para que acabe bien, para que por fin se produzcan cambios políticos de calado en la España del siglo XXI. No hay revolución sin la combinación adecuada de factores objetivos y subjetivos. En España ya se dan desde hace cierto tiempo las condiciones objetivas, como no me canso de repetir (ver El cambio en España). Los inesperados éxitos de la pasada huelga general del 29-S de 2010 y del movimiento del 15-M de 2011 así lo demuestran. La masa de descontentos no para de crecer y está deseando luchar. La crisis se prolonga, en verdad que la verdadera crisis es el propio capitalismo. Pero sin los factores subjetivos adecuados (conciencia y estrategia) tampoco hay revolución. Con una estrategia inteligente, es decir, que se adapte a las circunstancias, en vez de al revés, se disparan las posibilidades de la revolución social. La revolución es ante todo una cuestión de organización, es una guerra (que no tiene por que ser violenta, que conviene que sea pacífica, como ya dije) contra el orden establecido, pero también por establecer un nuevo orden, verdaderamente nuevo. La revolución es una combinación de espontaneidad y planificación, de masas y vanguardias, de destrucción y construcción. La democracia sólo podrá alcanzarse democráticamente, practicando la democracia en la misma lucha por la democracia. Sólo el pueblo conquistará el poder del pueblo. La libertad siempre es conquistada, nunca es regalada.
¡Se abre la veda para la lucha por la democracia en el siglo XXI! ¡No desaprovechemos la ocasión! ¡Desprendámonos de la apatía y del desánimo! ¿Quién podía prever lo que empieza a sonar a posible revolución hace apenas unos días? ¡Hagamos que ese posible se convierta en segura! ¡Hagamos que la potencial revolución que llama a las puertas del destino deje de ser potencial para ser real!
Al margen del resultado final del presente movimiento, el propio hecho de haber sacado a las masas de la pasividad y el desánimo es ya todo un triunfo. Ya es un triunfo andar por la calle y oír a los jóvenes discutir de política, de si hay que votar o no, cuando hace poco sólo se preocupaban de cómo hacer el botellón. Ya es un triunfo que la gente corriente hable de la calidad de nuestra “democracia”. Á‰se es el camino. ¡El pueblo empieza a despertar! Pero sólo acaba de empezar a despertar. Puede volver a dormirse. De los aciertos y de los errores del presente movimiento podrán sacarse importantes lecciones para la lucha democrática en este país y en el mundo entero. Si en España se lograra implantar la Tercera República, que debería consistir mucho más que en poder elegir al jefe de Estado, ¿no podría esto dar ejemplo a nuestros países vecinos para reformar también sus democracias? ¿Es casualidad que ahora en España el pueblo empiece a despertar, tras las revoluciones de nuestros vecinos y hermanos árabes? Se aprende tanto de los errores como de los aciertos. Pero, por si acaso, procuremos que este intento dé sus frutos, procuremos sobre todo iniciar una dinámica de desarrollo democrático. No podremos conseguirlo todo de golpe. Pero sí podemos montar una infraestructura realmente democrática que posibilite el cambio social. De esto se trata fundamentalmente, de romper la presa para que el agua fluya por fin. La presa no se romperá sola, no la romperán quienes la necesitan para perpetuar su dominio, la deberemos romper los ciudadanos. No se romperá desde arriba, sólo podrá romperse desde abajo. El movimiento ¡Democracia Real ya! apunta en la dirección correcta. ¡Pongámonos en marcha!
¡No somos mercancía en manos de políticos y banqueros!
¡Todos a la calle!
¡Todos a la huelga!
¡Por una democracia real, ya!
¡Por la Tercera República, ya!