Un equipo de científicos liderados desde el Laboratorio de Geofísica de la Institución Carnegie (EEUU) ha descubierto que el contenido de agua del interior de la Luna es mucho mayor de lo que señalan los estudios previos. La investigación, que se publica esta semana en PNAS, plantea la posibilidad de que el agua se preservó del ardiente magma que estaba presente cuando comenzó la formación de la Luna, hace unos 4.500 millones de años, y que probablemente se distribuya en abundancia por el interior lunar.
«Durante más de 40 años hemos pensado que la Luna estaba seca», señala Francis McCubbin, del Laboratorio de Geofísica de la Institución Carnegie (EEUU), y director de una nueva investigación que revela que la Luna puede tener más agua que lo que los científicos creían hasta ahora. El estudio se publica esta semana en la edición on line de los Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
«Recientemente, unos investigadores detectaron agua en las muestras del Apolo, en un orden de 46 partes por millón. Estudiamos otras dos muestras del Apolo y un meteorito lunar utilizando tecnología de espectrometría de masas de iones secundarias (SIMS, por sus siglas en inglés), con la cual es posible detectar elementos en el orden de partes por millón. Combinamos las mediciones con los modelos que describen la cristalización de los materiales a medida que se enfrió la Luna, y descubrimos que el contenido mínimo de agua oscilaba entre las 64 partes por 1.000 millones y las 5 partes por millón, lo que son al menos dos órdenes de magnitud más de lo calculado en resultados anteriores», explica el investigador.
La creencia más extendida sostiene que la Luna procede de un gigantesco impacto, un suceso en el que un objeto del tamaño de Marte chocó contra la Tierra. Los materiales expulsados se coaligaron y formaron el satélite. Con los datos de dos de las muestras, los científicos del Carnegie han determinado que probablemente el agua estuvo presente en el proceso de formación desde muy pronto, a medida que el magma ardiente comenzó a enfriarse y cristalizar. Los resultados implican que el agua es un elemento nativo de la Luna.
Rocas lunares KREEP
Los estudios anteriores que mostraban agua en la Luna se centraban en vidrios volcánicos. Estos investigadores analizaron y buscaron en rocas ricas en KREEP, que procede de las últimas fases de la cristalización. KREEP hace referencia a aquellas rocas que contienen más potasio (K), elementos raros o poco comunes en la Tierra (REE), fósforo (P) y otros elementos productores de calor, como el uranio o el torio. «Ya que el agua no es soluble en los principales silicatos que se cristalizaron, creemos que se debería haber concentrado en el KREEP», explica el coautor Andrew Steele. «Por eso lo hemos elegido como objeto de análisis».
Los científicos estudiaron específicamente el hidroxilo (OH), un compuesto con un átomo de oxígeno ligado a un hidrógeno, en la apatita, el único mineral que presenta agua de todo el conjunto. Tras los análisis iniciales, excluyeron una de las muestras del Apolo del estudio, pues era improbable que facilitase información fiable sobre el contenido en agua del magma. Se fijaron entonces en la otra muestra del Apolo y en el meteorito lunar, para determinar si hay agua en el interior de la Luna.
«Es gratificante ver esta prueba del contenido de OH en la apatita lunar», subraya el científico Bradley Jolliff, especialista en investigación lunar de la Universidad de Washington en Saint Louis . «Las concentraciones son muy bajas y, como corresponde, hasta ahora había sido casi imposible detectarlas. Ahora, por fin, podemos empezar a plantear las implicaciones (y el origen) de la presencia de agua en el interior de la Luna».
Fuente: SINC