Aunque todos conozcamos como democracia tal como lo define la Real Academia Española de la lengua: Doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno. La verdad es que el término se queda ambiguo y no concede una definición exacta de qué intervención ni qué gobierno. Así pues es preciso destacar la existencia de tres tipos de democracias, o de otra manera, los tres tipos de intervenciones de los ciudadanos en sus gobiernos.
La primera es la formal, la política, la normal de toda la vida y la que nos han enseñado que dice la Constitución española. El paradigma político occidental y de la industrialización. La intervención -usaré los términos empleados en la definición de la RAE para no despistar en cada una de las acepciones- se concuce por el voto en las urnas a un partído político que gobernará, si no sucede nada extraordinario, durante los cuatro años siguientes. El gobierno se define como poder político, el ejecutivo y el legislador, en España, parte del judicial electo por el poder político.
La segunda de las acepciones, o la segunda de las naturalezas de la democracia, es la que vota a los productores de bienes y servicios. Se vota por la economía. Usted cuando compra -o deja de comprar- algo está enviando automáticamente una señal a su proveedor de sus preferencias y, así, apoyando o desincentivando la producción de un bien o servicio o de otro. Si usted que compra la marca A de champú cambia a la B le dará la señal a la marca A de observar el éxito de B para copiar lo mejor de B y mejorarla para que vuelva a cambiar de opción en su compra. Este proceso funciona bajo la premisa de una persona, un voto. Y el voto no da vía libre a cuatro años sino que, por el contrario, marca el día a día.
La tercera, con nombre divertido, es la democracia de los píes. Este voto es constante y de naturaleza curiosa. Es un voto de dimensión espacial. Usted vive en un sitio y con ello está votando la forma de vida del sitio donde reside en el resto de dimensiones: la política del lugar como la económica. Si cambia de residencia a otro lugar, sobre todo si se va a vivir a otro país, vota «no me gusta» al país que abandona y vota «me gusta» al país donde se ubica su destino. Parece esto de «me gusta» del Facebook, pero en la realidad sucede, incluso aunque la persona que se traslada no sea consciente del efecto, o la señal, que da. Los inmigrantes que vienen a España obviamente vienen porque no les gusta su país natal o de origen y sí les gusta el de destino, o creen que les va a gustar. Los europeos o de otros lugares desarrollados, igualmente, se desplazan por las mismas inclinaciones. Si no se encuentra empleo en un país y se abandona, o se encuentra una mejor oportunidad en otro país, en cualquiera de los casos, cuando se traslada de residencia uno corresponde a un motivo de «me gusta» mi destino y «no me gusta» el origen (siempre de forma relativa).