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Belisario RodrÃguez GaribaldoÂ
Jurista, Periodista, Sociólogo, Analista PolÃtico, Profesor y EscritorÂ
E-mail: brodgari@hotmail.com
Web: http://www.pa/secciones/escritores/rodriguez_belisario.html
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Una de las ideas que más polémica generó fue la obra de Thomas Kuhn “La Estructura de las Revoluciones CientÃficasâ€, en su cuestionamiento de que el progreso cientÃfico fuera acumulativo. Kuhn retó intelectualmente a Karl Popper, quien defendÃa el progreso acumulativo de la ciencia, como muchos otros filósofos. Todo depende de lo que entendamos por un conocimiento cientÃfico que crece incesantemente y sin interrupciones, más debido a los nuevos hallazgos de los investigadores.
En la obra de Thomas Kuhn, este filósofo de la ciencia entendÃa que la actividad cientÃfica de un ámbito concreto del conocimiento se podÃa dividir en lo que denominaba ciencia normal y revoluciones cientÃficas. La ciencia normal corresponderÃa a los periodos de calma, mientras que los cambios conceptuales aducen a los saltos evolutivos o revoluciones cientÃficas.
La primera daba cuenta del quehacer cotidiano de los investigadores trabajando en el contexto de una teorÃa cientÃfica, que se da por cierta en un momento dado. Cuando las evidencias empÃricas comienzan a poner en duda un constructo teórico, se habla de anomalÃas, que a posteriori intentan conciliarse con aquel, aunque a veces, por desgracia, se descalifican directamente, si no se ignoran.
El establecimiento cientÃfico defenderá a su disciplina, casi como un dogma, por lo que se observa como anatema cuestionar algún aspecto de lo que se considera establecido. A la postre, el establecimiento cientÃfico protege al núcleo central de las nuevas ideas, parcialmente desnaturalizadas o descontextualizadas.
Sin embargo, cuando tales anomalÃas se acumulan, el propio colectivo comienza a dudar, generándose una crisis. Seguidamente se piensa en que nueva teorÃa puede reemplazar a la anterior. Finalmente, la comunidad implicada, en base a las evidencias, pero también condicionada por los criterios de poder o autoridad, desplaza la antigua por la nueva, comenzando un nuevo paradigma.
Cuando sean las nuevas proposiciones contrastadas mediante la evidencia general se considerará como cambios de paradigma, recordados entonces a sus proponentes como grandes héroes en sus respectivas disciplinas, aunque en su tiempo no se aceptaran plenamente a las tesis propuestas, pero sin embargo sufrieron a las iras de la inquisición cientÃfica de su época. Dicho de otro modo: la revolución crea el paradigma y la ciencia normal lo desarrolla hasta que degenera. En cierta medida se trata de un ciclo. Digamos para matizar tal aseveración que es una espiral virtuosa, más que un cÃrculo vicioso.
Kuhn alegaba que el nuevo paradigma era en algunos aspectos inconmensurable con el que le precedÃa. Algunos conceptos cambiaban de significado, que ciertos problemas que a la luz del paradigma anterior eran de gran relevancia para la comunidad, pasaban a ser insignificantes e inciertos, y aún a carecer de sentido en el nuevo paradigma. Empero resulta evidente que al cambiar del concepto anterior al nuevo, imperiosamente se trasmutan las condiciones anteriores por las nuevas surgidas, revitalizadas a la vez en muchas medidas diversificadas, que pudiendo incluso ser necesarias, crean otras mas cualitativamente nuevas.
De aquà que Kuhn alegara que dos paradigmas, el antiguo rechazado y el nuevo adoptado, son inconmensurables e indefinidos, es decir, desde ciertos puntos de vista del cierto e innegable progreso de la ciencia, esta no será acumulativa en definitiva, pues mañana puede ser mentira todo lo que hoy pensamos que es verdadero.
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