EL CRISOL – Pascual Mogica Costa
La prensa acaba de ofrecernos la orla en la que figuran ex cargos presidenciales, González y Aznar, así como ex ministros y ex parlamentarios al propio tiempo que nos da detalle de que es lo que ha sido de ellos después de dejar sus cargos.
La verdad es que muchos de ellos se han “colocado” muy bien después de salir de la “facultad” hasta tal punto que, he de confesarlo, he sentido envidia de todos ellos, tanto envidia sana como insana, me da igual. Todos ellos están muy “bien colocados” en empresas que no tienen el menor temor de entrar en quiebra o en concurso de acreedores, por cierto esta nueva denominación que se le ha dado a lo que antes se conocía como “suspensión de pagos” me parece más apropiado ya que nunca ha existido tan suspensión de pagos porque en la inmensa mayoría de los casos los pagos no se “reanudaban” sino que acababan en aquello de que “el que más puso más perdió”, sin embargo lo del “concurso” me parece más adecuado ya que todos los acreedores tienen la misma opción de “concursar” y llevarse algún “premio”, que lo dudo, pero quien sabe, la suerte es la suerte, pero me estoy yendo del tema, como antes he dicho estas empresas son seguras y por tanto los de la orla no tienen que temer por sus puestos de trabajo, por cierto remunerados en cientos de miles de euros al año.
El número uno de la promoción, el personaje central de la orla, es el pluriempleado José María Aznar que en 2009 ingresó 620.232 euros, no me pregunte cuantos millones de las antiguas pesetas son porque me pierdo, el resto de los que componen la cenefa no tienen queja, tampoco les va nada mal.
Cuando hace unos días decía en uno de mis artículos que con el fin de 2010 comenzaba el principio del fin del Estado de Bienestar y que en 2011 se abrían las puertas del Estado del Malestar, es evidente que no me refería a los de la orla, para estos y para otros muchos como estos, el Estado del Bienestar continuaba sin sobresaltos. Para todo ellos se puede decir que la “vida es un cabaret sin más” como dice le celebérrima y popular canción, donde se baila, se beben exquisitos licores, se ven grandes espectáculos, en definitiva que se divierten “a tope” porque el bolsillo se lo permite y no les ocurre, como dice la canción: “Basta de oír al eterno llorón, que sufre sin tener porqué. La vida es un cabaret sin más. ¡Vamos al cabaret!”. O sea que los llorones, los que no salen en la orla porque no han tenido las mismas oportunidades que los que en ella figuran, que lloren. La verdad es que cuando uno ve estas cosas tan insultantes como ofensivas e injustas uno se indigna pero también siente vergÁ¼enza del mundo y del momento en que le ha tocado vivir.
Pero en fin, querido lector, no todo van a ser cosas tristes. Me voy a permitir contarle un chiste, dice así: “Se encuentran dos amigos jubilados y le dice uno al otro: “Sabes, a los que nos han congelado las pensiones no nos van a subir la botella del butano ¿No? dice extrañado el otro. No, le responde el primero, ahora nos la tenemos que subir nosotros”. Así están las cosas.