Los aficionados al cine negro sabemos que la policía siempre es la última en enterarse de todo, y que suele acudir al lugar de los hechos cuando todas las fechorías han tenido ya lugar pudiendo, tan solo, constatar la situación y tomar medidas a posteriori (por respeto a mis amigos policías me veo en la obligación de reseñar que la realidad supera la ficción, ya que si en la segunda llegan tarde, en la primera llegan justo a tiempo, lo piense o no).
Pues bien, ésa es, precisamente la imagen que están dando los organismos y organizaciones encargadas de dirigir los designios de nuestras economías ante la crisis que nos está sacudiendo.
Hoy hemos conocido que el Banco Central Europeo ha reducido, nuevamente, los tipos de interés al 2.50%, lo que supone un descenso de tres cuartos de punto. Esta noticia que, de por sí es positiva, se torna en negativa cuando se piensa que se podría haber tomado mucho antes, cuando se comenzaba a diagnosticar la crisis y no ahora que ya estamos sufriendo los síntomas más agudos.
Pero el Banco Central Europeo no es la única entidad que ha ido por detrás de la crisis. También tenemos al Gobierno español que no supo o no quiso ver la llegada de la tormenta económica que se nos avecinaba, y, por tanto, no pudo o no quiso tomar las medidas oportunas en el momento adecuado.
No cabe duda que las elecciones tuvieron mucho que ver en la ceguera temporal que sufrieron los dirigentes socialistas, los cuáles negaron la mayor hasta que no hubo más remedio, haciendo auténticos juegos de funambulista oratorio para rechazar el declive económico de nuestro país.
Y las elecciones pasaron, y los socialistas ganaron, y, entonces, sólo entonces, comenzaron a tomar medidas, ya tardías, lo cuál las convierte en parches provisionales, pero están muy lejos de convertirse en una política económica seria y dirigida.
Luego nos queda el Gobierno de los Estados Unidos, el cuál tan ocupado estaba en sus guerras caprichosas que se olvidó de lo más importante, su propio país. Cualquier analista económico medio serio sabe que los datos macroecónomicos que venían arrojando las estadísticas estadounidenses eran altamente peligrosas.
Por ello, en cuanto la burbuja financiera estalló, todas las ineficiencias y atrocidades económicas cometidas se desvelaron, y ahora, cuando intentan poner solución se dan cuenta de que ya es demasiado tarde.
Pero no solo de organismos públicos vive el crítico. ¿Y las entidades financieras? Enfrascadas en maximizar sus beneficios, se olvidaron de un concepto que se estudia en el primer curso de cualquier Facultad de Economía, minimizar el riesgo.
Y la crisis llegó, y las entidades financieras intentaron deshacerse de los productos contaminados, pero ya era demasiado tarde, nadie los quería, ¡ay, si se hubieran dado cuenta antes!
‘No hay más ciego que el que no quiere ver’, y tan contentos estábamos con lo bien que nos iban las cosas a todos, que no nos paramos a diagnosticar la situación, no escuchamos los mensajes que la economía nos iba enviando, por lo que ahora vamos por detrás de la crisis.
En definitiva, la policía siempre es la última en enterarse.