Si alguna vez me encontrara con Zapatero, por la calle, que no pasará, o pescando en León, más improbable aún, y Don José Luis me preguntara la razón de su descalabro político y de que la percepción general hacia su persona fuera de mediocridad absoluta tengo ya la respuesta preparada.
El mayor problema que está sufriendo este nuestro Gobierno es su falta de personalidad y su falta de coherencia. Por un lado lanza medidas izquierdistas y políticamente correctas, por otro contraataca con medidas derechistas y en contra del sentido común y de su ideología, y cuando nadie se lo espera ataca con medidas de sentido común.
Porque la reforma del Sistema de Pensiones es un ejercicio de sentido común, una reflexión que todos, como sociedad, deberíamos de hacer, porque está claro que el modelo actual es insostenible. Somos una sociedad vieja y cada vez seremos más viejos, y no nos podemos permitir un sistema de pensiones como el actual.
Sin embargo, al menor atisbo de oposición social a sus medidas Zapatero lanza al ruedo a sus delfines para que hablen de matizaciones, de flexibilizaciones de la reforma, y de más lindezas carentes de sentido.
Esta situación deja en la sociedad un poso de improvisación muy difícil de eliminar. Da la sensación de que el Gobierno lanza globos sonda de profundidad limitada para comprobar la reacción del público, y en función de ella toma unas medidas u otras.
Con ello Zapatero no muestra su talante, como él se debe de creer, supongo, sino su carencia absoluta de ideología política, que es de lo que más presume, y de planificación ejecutiva, algo que le va a costar las próximas elecciones, no hay duda.
Y es que una medida como una reforma estructural, sea del tipo que sea, debe de originarse en la reflexión y el análisis más exhaustivos para ser ofrecida a la sociedad y al resto de partidos políticos como un paquete finalizado, con posibilidad de ligeras mejoras o adaptación a otros puntos de vista, pero sin cambios importantes en su composición.
El principal error de Zapatero no está siendo el aplicar medidas económicas ineficientes, que lo están siendo, sino el no llevar una coherencia entre ellas, el ir dando bandazos de un lado a otro sin saber hacia donde se dirige.
Lo mejor que podía hacer es recuperar a Pedro Solbes y darle plenos poderes en materia económica, así otro gallos nos cantaría. Hasta entonces, o hasta las próximas elecciones no nos queda otra que seguir sufriendo la política veleta de Zapatero.
(Y asustémonos, porque lo que viene es aún peor, ¡qué país!)
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