Gestionar y conservar los recursos hÃdricos es un gran desafÃo para cualquier sociedad, y no siempre se consigue. NarcÃs Prat, catedrático del departamento de EcologÃa y director del grupo de Investigación de EcologÃa y Gestión del agua dulce de la Universidad de Barcelona, ha contribuido activamente a definir un nuevo modelo de gestión del agua. Prat, también miembro fundador de la Fundación Nueva Cultura del Agua (FNCA), revisa en SINC algunos puntos crÃticos de la polÃtica del agua.
El 22 de marzo fue el DÃa Mundial del Agua. Según la Unesco, unos 1.500 millones de personas en el mundo viven en territorios en riesgo de desertificación. Desde un punto de vista global, ¿cuáles son los grandes desafÃos del problema del agua?
La principal urgencia a escala mundial es garantizar el agua para la vida, es decir, el mÃnimo de agua necesario para poder vivir en condiciones. Para sobrevivir, el lÃmite son unos tres litros al dÃa, pero llegar al agua para la vida significa disponer de unos 40 litros por persona y dÃa. Es una cantidad de agua relativamente modesta, que en muchos paÃses del mundo se podrÃa alcanzar si dispusieran de las infraestructuras adecuadas. Respecto a los 1.500 millones de personas en todo el mundo que no tienen acceso al agua, en la mayorÃa de los casos se les podrÃa facilitar los 40 litros al dÃa con tecnologÃas que no cuestan mucho dinero. El problema es que son paÃses de Ãfrica o Asia, que están afectados por el cambio climático, la sequÃa, etc. Además, están inmersos en problemas de corrupción polÃtica y de gobernanza. Es una situación dramática y compleja que complica todavÃa más el acceso al agua para la vida o para cultivar alimentos. Cuando la polÃtica y la corrupción pasan por delante de las personas, ni con toda la tecnologÃa del mundo puede asegurarse el acceso al agua.
Usted dice a menudo que, en Cataluña, el problema del agua es un tema pasional. ¿Qué asignaturas quedan pendientes en el campo de la cultura del agua?
La materia básica es la misma: que la gente entienda que el agua no es solo un recurso sino también un vehÃculo ambiental. Los rÃos no entienden de fronteras, y en el pasado, la cuestión del agua ha generado conflictos en todo el mundo. Todo viene de una idea muy simple: pensar que el rÃo es un recurso, que es mÃo, en lugar de entenderlo como un sistema vivo, que aporta unos servicios ambientales que debemos saber valorar. Si no entendemos qué es un rÃo, llegarán los conflictos. El agua se utiliza como un arma polÃtica, y eso pasa en España, y en todo el mundo. En nuestro paÃs, podemos hablar de dos Cataluñas, que piensan de manera distinta. Una es la Cataluña costera, la que quiere saber si tenemos o no agua para beber, y si nos cortarán el suministro. La otra es la del interior, y aquà el problema es regar o no regar, y si construimos o no el canal Segarra-Garrigues. Los de Lérida creen que en Barcelona les quieren robar el agua. Los de Barcelona creen que en Lérida tienen agua y no quieren darla. TendrÃan que juntarse y hablar, sin condiciones.
¿Qué soluciones existen?
Se han buscado soluciones como el Plan de gestión del agua de Cataluña. Con este Plan, nadie puede decir nada de si se hacen actuaciones sobre el Ter, desalinizadoras, etc., porque Cataluña tiene todas las competencias, y si no se hace bien es culpa suya, no de Madrid. En cambio, en el caso de la zona del Ebro, quien manda es la Confederación Hidrográfica del Ebro, y Cataluña tiene poco que decir en cuanto a concesiones de agua. El Plan de gestión del agua de Cataluña está muy bien elaborado, y aborda los cuatro componentes que exige la Directiva marco del agua: garantÃa (recursos), sostenibilidad ambiental, economÃa y participación pública. Si alguien dice que en Cataluña hace falta un trasvase del Ródano, primero deberÃa leerse el Plan de gestión y verÃa que no es necesario. ¿Trasvase del Ebro? Pues tampoco. ¿Reutilización del agua? Pues sÃ, hablemos porque en el programa de medidas del Plan se puede encontrar todo lo que se puede hacer. ¿Desalinización del agua? SÃ, pero con mesura… En Cataluña, la solución que nos da el Plan es la gestión integrada de cuencas.
¿Qué problemas pueden surgir?
Todo eso tiene un gran problema: el dinero. Para poder llevar a cabo una buena gestión hay que invertir y poder mantener las infraestructuras actuales y futuras. En 2015 nos toca pasar el examen de la Unión Europea sobre gestión del agua. Y en Europa no nos preguntarán si tenemos más o menos agua. Nos preguntarán cómo están los rÃos y el mar, y si se han cumplido los objetivos ambientales. Si alcanzamos los objetivos del Plan de gestión, tendremos un buen estado de los indicadores ecológicos del mar y los rÃos. Pero, por desgracia, debido a la crisis, el desarrollo del Plan está paralizado por falta de dinero. O sea que no sabemos si pasaremos el examen en Europa, porque no estamos haciendo bien el trabajo. El debate ahora es saber de dónde se puede sacar el dinero para hacer un trabajo que ya sabemos que darÃa buenos resultados.
¿La polÃtica de los trasvases es una solución eficaz para los problemas de los recursos hÃdricos en el paÃs?Â
Quien piensa solo en trasvases y desalinización se ha quedado en el siglo XIX. Parte de la idea equivocada de creer que el agua es un recurso y que el resto no interesa. Cuanta más agua, mejor. Pasa lo mismo con la electricidad y el gas. Si traemos gas de Argelia, ¿por qué no podemos traer agua de Siberia? El agua no es solo un recurso, es mucho más. Este problema se ha simplificado mucho. No sabemos entender la importancia de preservar los valores medioambientales de los rÃos, los lagos, y el mar. El agua tiene unas funciones ambientales y a su vez nos da unos servicios que otros recursos no pueden darnos. Ahora estamos en plena crisis económica, tenemos otras preocupaciones y parece que tener agua de calidad en el medio sea un problema menor. Pero sin unos rÃos de buena calidad, no habrá agua de buena calidad en los grifos de casa. Para plantear soluciones a la falta de agua, primero hay que hacer un análisis coste-beneficio de las ventajas e inconvenientes de cada opción.
¿Y en el caso de los trasvases cuáles son los inconvenientes?
El coste económico es muy elevado, y también plantean problemas sociales y polÃticos, por ejemplo, en los trasvases del Ebro y del Ródano. Por otra parte, tampoco son ninguna solución inmediata: el agua no te llega de un dÃa para otro, sino en un margen de siete o quince años. Si finalmente se hace el trasvase, no puede ser pequeño, porque el agua saldrÃa carÃsima. Para que sea rentable, el caudal mÃnimo debe ser de diez metros cúbicos por segundo —un gran volumen de agua—, aunque en el futuro solo se necesite, como máximo, un metro cúbico por segundo.
¿Qué hay de las desalinizadoras?
Para la desalinización, si se quiere obtener la misma cantidad de agua que con el trasvase, hay que invertir una gran cantidad de energÃa. Las desalinizadoras son una pieza más del sistema: tienen unas ventajas —no dependes de nadie, las pones en lugares concretos y, si no las necesitas, las paras y te ahorras energÃa—, pero no puedes ponerlas en cualquier sitio. En Barcelona, ​​están pensadas como un complemento, como una opción para conseguir la cantidad de agua necesaria. Pero la medida más efectiva que se ha visto en el área de Barcelona es el ahorro de agua. En los periodos de sequÃa, el ahorro llegó al 20%. Ahora que no tenemos sequÃa, no hemos vuelto al gasto anterior. Se ha ahorrado un 10 % del agua, que es toda el agua que produce la desalinizadora de El Prat de Llobregat en un año. En un paÃs industrializado, una persona no puede vivir con menos de unos 100-120 litros de agua al dÃa, pero en Barcelona hay quien vive con 80 o 90 litros al dÃa. Y esa gente vive bien. Todo es cuestión de ahorro y en Cataluña todavÃa tenemos un margen de ahorro bastante importante.
Usted es uno de los impulsores de la FNCA,una plataforma para cambiar paradigmas sociales, empresariales y polÃticos en gestión del agua. ¿La sociedad del futuro será más sensible al problema medioambiental? Â
Si a la gente le explicas los problemas, acaba entendiéndolos. La Fundación es una iniciativa para hacer entender a todos que la gestión integrada del agua es la solución de futuro, y ha tenido efectos locales en determinadas regiones donde ciertos planes no se han llevado a cabo o se han modificado gracias a la acción de la FNCA. El Plan de gestión del agua de Cataluña es un ejemplo. Haces una hoja de ruta, buscas un consenso para encontrar soluciones, lo explicas y la gente lo entiende. El problema es cuando todo eso se utiliza como arma polÃtica. La FNCA tenÃa el modelo de Cataluña como referencia, pero ahora todo eso está en peligro.
¿Qué ejemplos de gestión puede dar?
Un caso concreto es el de los regadÃos de Lérida. Es difÃcil hablar en Lérida del canal Segarra-Garrigues, porque allà creen que si se quiere dejar el caudal ambiental que le conviene al rÃo para recuperar su estado ecológico no habrá suficiente agua para regar. Pero aunque sea difÃcil hablar de ello, hay que hacerlo de manera abierta, con todas las opciones sobre la mesa, para mostrar que la gestión sostenible —regar y, al mismo tiempo, dejarle al rÃo el agua que necesita— es posible. Es complicado, pero si no se pone en marcha un verdadero proceso de discusión abierta se rompe el diálogo social. Los polÃticos deben implicarse mucho más, tienen que enfrentarse a la realidad, llegar hasta el final, discutir las cosas, y hacer dialogar a todos. Si las cosas se explican bien, pueden encontrarse soluciones. Se puede decir que el regadÃo de Lérida es un tema polÃticamente incorrecto. Nadie quiere hablar de ello y todos esperan que pase el tiempo, y que el canal esté acabado. Quizá el problema es que tenemos una generación de polÃticos del siglo XX y sus ideas no son del siglo XXI.
En este complejo engranaje de la toma de decisiones, ¿cuál es la función del colectivo cientÃfico y técnico? Â
Nuestra función es hacer bien el trabajo. En mi grupo de investigación, nos hemos centrado en el estudio de indicadores biológicos sobre la calidad ecológica de los rÃos, calibrándolos para tener metodologÃas comparables a las de la normativa europea. Una vez hecho esto, tenemos las herramientas para la gestión y podemos explicárselo a la sociedad. El problema es encontrar polÃticos que utilicen el trabajo de los cientÃficos para el progreso de la sociedad, y no en interés propio. Este enquistamiento de las posiciones polÃticas, de unos y otros, al pedir algo sin tener en cuenta las alternativas, es lo que hace difÃcil encontrar soluciones. Por eso, el trasvase del Ebro, «el agua para todos» del Levante peninsular, y otros asuntos relacionados con la gestión del agua resultan problemas insolubles. Como cientÃficos, nosotros hacemos ciencia e intentamos aplicarla, colaboramos con la administración, y con las instituciones, pero necesitamos encontrarnos con un sistema receptivo, con el que podamos trabajar bien. Todo depende del momento polÃtico en el que nos encontremos.
¿Qué situación serÃa la idónea para los cientÃficos?
La situación ideal serÃa que, ante la pregunta «Â¿cómo debemos hacer esto?», pudiéramos crear un equipo técnico interdisciplinar con biólogos, ingenieros, geólogos, y geógrafos, entre otros, para trabajar conjuntamente en la búsqueda de soluciones. Asà era la Agencia Catalana del Agua hace unos meses. Ahora estamos yendo un poco hacia atrás en todo esto —volvemos al control polÃtico de las decisiones técnicas— y creo que es un error.
¿PodrÃamos encontrar algún paÃs como modelo de referencia en gestión hidrológica?Â
No hay ningún paÃs modelo. En un mismo paÃs, podemos encontrar ejemplos que están bien y otros que no tanto. Por ejemplo, últimamente se ha oÃdo mucho que la gestión del agua, si no es privada, no está bien hecha. O el caso contrario, que la gestión debe ser pública. Pues ni una cosa ni la otra: todo depende del modelo y de la tradición democrática del paÃs. En California (EE UU), por ejemplo, hay una comisión del agua que mantiene asambleas abiertas y la tradición de consultar a los ciudadanos. El técnico explica los proyectos directamente a la gente. Es el sistema americano: la polÃtica del agua es la misma, saben muy bien lo que quieren hacer, y los cambios presidenciales no importan. En nuestro paÃs, hay que democratizar más estos procesos, como en el sistema americano.
¿Qué ejemplo le gusta más?
El de la ciudad de Santa Ana de los Cuatro RÃos de Cuenca, en Ecuador. Allà la gente aprecia mucho los rÃos, el agua está limpia, paseas por la orilla y no parece que estés en un paÃs subdesarrollado. Cada año se hacen jornadas para replantar árboles y el ejército lleva camiones para que los voluntarios saquen toda la basura. Te dicen que lo hacen porque son sus rÃos. Pero si después miras cómo está la capital -Quito- todo es un desastre. En 20 años no han sido capaces de construir una sola depuradora. Son los dos extremos en un mismo paÃs.
Si miramos nuestros rÃos, ¿superan el examen de calidad ecológica? Â
Aquà no sentimos aprecio por los rÃos. Para los polÃticos, el agua es un arma ambiental y eso hace que se peleen entre sÃ. El problema del agua no le interesa mucho al Gobierno de Cataluña, no es un elemento importante de la polÃtica del paÃs, como sà lo es la energÃa, el transporte o las infraestructuras. Debemos identificar el agua como fuente de vida. Si realmente apreciáramos el agua, los polÃticos invertirÃan dinero en él. En Cataluña, solo harÃan falta unos cuantos millones de euros.
¿Cuál es el principal problema?
Cuando no hay sequÃa, el agua deja de ser un tema preferente para la polÃtica y la opinión pública. Los polÃticos, o no lo han entendido o no valoran el problema del agua. Tenemos una lÃnea trazada para mejorar la gestión del agua, el Plan de gestión, pero tiene dos puntos débiles: la parte económica y la participación social. Es necesario que la gente se lo crea, que se organice mejor, que se haga oÃr, que exija más a los polÃticos, porque solo pondrán dinero en aquello que le interesa a la gente. El agua debe ser un pensamiento permanente, no es pensar en la lluvia solo cuando oÃmos tronar…
Pero sà hay mejoras, ¿verdad?
En términos de calidad medioambiental, el estado de nuestros ecosistemas acuáticos ha mejorado en los últimos años. En este punto, serÃa difÃcil ir para atrás. Primero, porque nos caerÃan sanciones de la Unión Europea, y segundo, porque supondrÃa que todo el sistema fracasara. Se ha mejorado el estado de las cabeceras, los tramos medios, etc. El punto crÃtico ahora es mejorar la parte final de los rÃos. Vivimos en un paÃs mediterráneo, eso quiere decir que hay rÃos que no siempre llevan agua. Tenemos una red de depuradoras, y es necesario que funcionen mejor. La depuradora es un sistema pensado para rÃos que tengan cinco veces más agua que la depuradora, y aquà es al revés: nos encontramos rÃos que nacen en la depuradora. Por ejemplo, vas a Ribes de Fresser y te encuentras truchas a la salida de la depuradora. Y si miras el Congost en época de sequÃa, el rÃo va naciendo en distintos puntos. Su estado es muy diferente, pero el esfuerzo invertido en saneamiento en los últimos años se nota y la gente lo valora.
También es un gran divulgador en temas de ecologÃa. ¿Qué titular le gustarÃa leer en un periódico?Â
«Los ciudadanos de Santa Coloma de Gramenet se bañan en el Besòs». SerÃa un titular fantástico. La gente ya se pasea por él y disfruta de la orilla del rÃo, pero si algún dÃa pudiera bañarse, querrÃa decir que se ha hecho una gestión fantástica. Lo de bañarse ya lo prometÃan los polÃticos en los años ’80 y ’90. Pero si no es bañarse, como mÃnimo meter los pies en el agua… Con eso ya habrÃamos conseguido algo importante.
Rosa MartÃnez / SINC