Vuelvo a sentarme delante del ordenador para seguir mi relato, que espero que ayude a muchos a cambiar su vida y a la hora de elegir centros valoren las necesidades de los seres humanos, porque el paso por ellos es un antes y un después, y todo lo que se trabaje sobre la persona es de vital importancia para su reintegración a la vida y el abandono de sus adicciones.
Pasaré a explicar lo que me imagino, y por mis lecturas es básico en todos los centros, mejor dicho cómo se estructuran.
A las personas que acuden a un centro primero se les tiene un periodo de incomunicación con el exterior, en mi casos se llamaba periodo de acogidas, después de un tiempo se les consideran residentes y se les dan una serie de responsabilidades que son el día a día en el centro todo ello en aras de crear una serie de cambios en las pautas de vida para que nos volvamos de alguna manera responsables con nosotros mismos y veamos que todo lo que de alguna manera no hagamos correctamente, influye en todos y es censurable por todos, dicho de otra manera crear unos buenos hábitos de vida y siempre pensando que uno no está solo en este mundo, que hay que pensar en los demás.
Si procedes con corrección, las responsabilidades son cada vez de mayor importancia, eso es bueno porque genera seriedad y rectitud en el obrar del ser humano. Hay que corregir y corregirse, pues antes de valorar algo hay que valorarse a uno mismo, por su puesto hay una serie de cosas que pueden provocar la expulsión de dicho centro y que considero que enumerarlas es una pérdida de tiempo, pues son de sentido común.
Hasta ahora me imagino que todo es correcto y las líneas a seguir en este sentido son iguales o parecidas en todos los lugares, que tengan un mismo fin y que es reinventar a la persona, pero mis dudas empiezan a surgir cuando en el lugar donde estoy yo, no veo por ningún lado a algún profesional, terapeuta o algún tipo de persona que sea capaz de evaluar la marcha de cada ser humano, que por lógica sus problemas son en muchos casos diferentes en su tratamiento, aunque otros sean de trato común con todos los residentes.
No se puede basar todo un programa, y más de 3 años de duración, en arreglémonos entre nosotros . Para mí no es así. Tiene que haber especialistas en estos temas que miren la marcha de cada uno en particular y de todos en general. Gente que coordine el trabajo del centro, que se implique solamente en pro de la recuperación de nosotros, que corrija situaciones y que intervenga cuando las cosas consideren que no llevan el rumbo adecuado aportando y aconsejando o pautando a las personas. Es muy necesario este seguimiento. No se nos puede dejar esto en manos de nosotros mismos es una locura que a veces puede derivar en abandonos y la vida va en ello.
Yo no me contento con la frase esa tan manida que nos decían “ESTO ES LO QUE HAY Y SINO TE GUSTA, MÁRCHATE”.
Por Dios no se trata de ser tan simples, son vidas las que están en juego personas destrozadas pro unas formas de vidas adictivas. Ya no estamos en los 80 donde la heroína campaba a sus anchas, ahora son multitud de adicciones y las formas de tratarlas, gracias a Dios han avanzado.
Es triste que en el centro donde di con mis huesos, solo tengamos dos figuras visibles (Coordinadores) que con el tiempo se han apalancado y consideran esto como un mero trabajo y no se inmiscuyen mas allá de lo justito. La gente les consideras puntales y esperan sus palabras en diferentes momentos pero al no existir otro tipo de profesionales como cualquier animalito apaleado y acobardado necesitan de algún tipo de cariño y consejo pues, queridos amigos, seremos drogadictos, pero como cualquier persona también tenemos y buscamos buenas palabras que nos alienten para continuar.
Dejar todo esto en manos de personas en proceso de rehabilitación, para mi me parece que no es del todo correcto. Todos tenemos que implicarnos, pero siempre con alguien que nos aconseje en último término, y eso, presos de nuestras angustias y soledades, es difícil, bastante difícil, porque necesitamos tiempo para nosotros mismos, y dárselo a los demás quiere decir que, o estás bien psicológicamente, o lo único que vas a conseguir es dañarte y dañar.
Me parece muy bien el trabajo diario y el responsabilizarte de cosas, ahora ¿dónde está el trabajo sobre la persona? Eso es, bajo mi consideración, lo más importante: devolverle la autoestima, devolverle una serie de valores que se han perdido en el transcurso de su dependencia, esa madurez que, en el primer día de consumo, se frenó y no creció en el individuo. Hay que devolverle todo lo perdido, y cambiarle en lo posible su escala de valores,¡ah! y esta la auténtica preparación para su futura reinserción como una nueva persona.
Donde yo estuve no vi nada de eso, tampoco talleres de trabajo para el que lo desee aprenda un oficio. Me encontré con gente que no sabía leer bien ni escribir, así entraron y así salieron, claro que escribo sobre esto, no solo se trata de estar un periodo sin consumir, la cabeza hay que prepararla par un futuro diferente, lleno de incógnitas, miedos y temores sobre si sobreviviremos o volveremos a caer.
No se puede tener a las personas aborregadas y alineadas, y en algunos casos entristecidas y angustiadas, porque señores, no es posible cambiar pautas y valores cuando lo único que hacemos es intentar sobrevivir a otros que, alentados entre ellos, asumen sus responsabilidades para vivir mas cómodamente, intentando vejar al que no entra en sus ideas. Ahí se nota la falta de personas profesionales que no dejan llegar a esos extremos, son vidas de personas, son seres humanos presos de sus adicciones, no apartados, o mejor dicho apestados metidos en un recinto donde ya no molesten a nadie. Hay que darles un futuro, una esperanza de vida, porque el que vea la luz ya es una victoria y te alienta a seguir.
Se que cuando es algún familiar el que se encuentra con estos problemas, es tal la angustia que genera entre los seres queridos que lo único que se piensa es que ingrese en un centro, porque por lo menos ahí esta controlado. Es lo lógico, pero una vez dentro, y calmadas las aguas, hay que asesorarse por profesionales que fijen el objetivo en la persona y en su futuro, y ver si el sitio es el adecuado, interviniendo y analizando la ayuda que se le presta a la persona. Se que suena duro, pero se trata de la persona y su vida, no me vale el hecho de dejarlo aparcado y olvidarlo. Puede que no se me entienda en esta reflexión porque a veces los familiares y allegados están quemados y no pueden más.
Esos sitios tienen que ser serios en su obrar, estar dirigidos por especialistas en la materia y que tengan un seguimiento continuo por los estamentos gubernamentales que corresponda, pues somos enfermos, y si en un hospital se sigue al enfermo, aquí también, y sobre todo porque mucha autonomías invierten dinero en ello y sería de agradecer su vigilancia constante para si llegara el caso cambiar el rumbo.
En estos sitios no se trata de ganar dinero, sino de salvar seres humanos que, en algunos casos, su muerte está cantada. No es tan sencillo como que ellos mismos se apañen, porque a veces sin darnos cuenta hacemos daños irreparables sobre la persona, pues somos toxicómanos embutidos en un centro donde, sin ningún tipo de ayuda externa, el día a día se convierte en un sufrimiento, y más sin expectativas de futuro, pues cuando termines tu periodo, de la calle viniste y a la calle volviste, y ¡pobre de aquel que no tenga a nadie! pues su futuro se torna muy muy negro, pues te dejan completamente solo y se desentienden de ti.
Volveré a escribir diciendo mis puntos de vista y comentando mi caso en particular, porque mi verdadera terapia, por desgracia, ha tenido que ser fuera. Es muy difícil el después, y a veces parece que se nos olvida, pues nos ponen en la calle y no tenemos ningún tipo de seguimiento o apoyo.
Como me decían “ESTO ES LO QUE HAY, SI NO TE GUSTA PUERTA” . Y no es así, siempre hay una esperanza, os lo digo de corazón: siempre hay algo más, solo es necesario que la gente asuma sacrificios y se implique en la verdadera ayuda, que comienza desde el momento de tu ingreso.
Cada uno somos un mundo y como tal tenemos el derecho a que se nos trate.