No hay dudas sobre la existencia del derecho a emitir información. Se recoge en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en numerosas constituciones. Sin embargo, hay un problema con determinados datos que se pueden divulgar.
Las noticias falsas constituyen un peligroso problema que afecta directamente a muchas vertientes de la sociedad. Esta afirmación se sostiene firmemente por cómo incide la información en los procesos de formación de la opinión, que está condicionada por las emociones y que influye en la selección de los representantes parlamentarios y de los gobernantes.
Lo ocurrido con las noticias falsas durante la campaña de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, en la que la información falsificada pudo jugar un papel muy importante para que Hillary Clinton terminara teniendo menos apoyos electorales de los que se esperaban, cambió la percepción sobre el asunto. Ya se teme que se puedan utilizar noticias falsas para manipular los resultados electorales en el futuro, aunque, realmente, es algo que ha estado sucediendo siempre.
Facebook y Google comenzaron a ser observados porque muchos piensan que ambas compañías deben controlar la difusión de noticias falsas a través de sus páginas, lo cual puede resultar complicado por las grandes cantidades de información que deben filtrar. Ahora, la BBC ha formado un equipo de investigación para analizar las noticias con el objetivo de no difundir las que sean falsas.
La idea de la BBC, cuya ejecución no será sencilla, será útil para incrementar su credibilidad y la confianza de los usuarios, siendo cierto que, además, ayudará a la maduración de la correcta formación de opinión de los ciudadanos. También el Parlamento británico y Donald Trump han mostrado su interés por controlar la existencia de noticias falsas, que parecen comenzar a preocupar a los agentes de la política por lo peligrosa que puede llegar a resultar, aunque el concepto de “peligro” es relativo en lo que a la esfera pública se refiere.
El control de la existencia de noticias falsas debe hacerse con mucho cuidado. La razón es simple y se puede vincular con la idea de que sería inadmisible que los mecanismos planteados para evitar la difusión de noticias falsas se emplearan para impedir la divulgación de noticias veraces sobre hechos de gran relevancia para la sociedad, aunque hay personas que piensan que será difícil que eso no suceda.
Es necesario que se reduzcan a la mínima expresión las noticias falsas. Eso ayudará a consolidar el adecuado ejercicio de derechos y libertades esenciales para todas las personas.
Diego Fierro Rodríguez