La riqueza y ser rico debieran ser considerados un delito por todas las legislaciones públicas del mundo. Mientras haya gente muriéndose de hambre; mientras haya gente que debe llorar y gritar de dolor, o simplemente enmudecer porque no es escuchada; mientras haya gente que no tiene un espacio digno donde habitar; mientras haya gente que no puede educarse porque no tiene dinero u oportunidades concordantes con esa necesidad; mientras haya gente que debe trabajar esclava por un miserable salario, o simplemente mendigar; mientras haya gente pobre en cualquier lugar del planeta, la riqueza y ser rico debieran ser considerados un delito por todas las legislaciones públicas del mundo.
Mientras no comprendamos que ser ricos y no ceder los bienes –no sólo materiales–que nos exceden en un buen pasar y vivir es el mayor de los delitos, de los pecados y de la inmoralidad humanos, esto va a ir de mal en peor para todos. Ni siquiera se necesita dar razones ni pruebas, porque hasta el más refractario y necio sabe que está luchando para proteger lo que los demás desean y necesitan. Y aunque haya deseos que son injustos y formas de necesitar inadecuadas, lo que desea y necesita la pobreza en todas sus formas es el imperativo más justificado de todos. Sólo la irracionalidad y la brutalidad salvajes de algunos humanos pueden justificar irracional y salvajemente la desigualdad entre ricos y pobres.
Cuando escucho las razones que ofrece la gente que tiene más de lo que necesita para vivir dignamente y negarse a donar por amor lo que excede ese límite, mi inteligencia llora y mi humanidad se muere.