Si nos fijamos, en los países mas desarrollados los bienes más básicos se comprar, no los provee el estado y, sin embargo, el estado porta el estandarte de los valores democráticos. Con otro ejemplo sería, si la educación es obligatoria ¿por qué hemos de pagar el material? Regresando al primer caso, de de los alimentos la respuesta subyace en las interacciones económicas entre los distintos agentes económicos, estos son, los productores, los transportistas, los industriales, etc. Resulta que para los cálculos es más eficiente -se consigue más con menos- mediando todos estos procesos por iniciativa privada y con regulaciones, si las hiciera falta por el estado en corregir los fallos del mercado. Igual pasa con la ropa o los bienes inmobiliarios. Aunque tengamos reflejado el derecho a una vivienda digna en la constitución, en la realidad, la ‘vivienda digna’ sale por un costo, normalmente, el mayor por el cual va a pagar la familia. Las ineficiencias en este sentido son homólogas a las del mercado laboral donde, en la constitución, también se nos pone en negrita el derecho al trabajo digno pero en la práctica se convierte en la utopía de la constitución pues suele ser imposible lograr el pleno empleo como la experiencia y la historia nos narran
De los bienes (considerando como ‘bien’ al trabajo) explicitados en la constitución y los atribuidos a la ‘vida digna’ son pocos o ninguno los que nos van a regalar pues la filosofía liberal explica el valor de conseguirlos, aunque con una palabra curiosa, muchas veces entrometida en estos casos como es ‘merecido’. Según la teoría liberal tenemos lo que nos merecemos, llegamos a donde por nuestras aptitudes podemos llegar y somos las cosas que poseemos y con quién nos relacionamos.