Lionel Robbins dijo allá por el año 1932 que la Economía era la ciencia que estudiaba la conducta humana como una relación entre fines y medios escasos que tienen usos alternativos, y desde entonces todos los economistas, más o menos académicos, nos regimos por esa definición, o una parecida.
Dos son las claves de esta definición: usos alternativos y medios escasos. La escasez es uno de los temas recurrentes de todos los estudios económicos y la razón de ser de la ciencia de la Economía. Si tuvieramos acceso ilimitado a los recursos, ¿qué sentido tendría estudiar cómo combinarlos?
Por tanto, se parte de la base de que los recursos o medios son escasos y hay que combinarlos de la manera adecuada para obtener los fines buscados, que pueden variar entre personas o entre sociedades, porque los usos son alternativos.
Y el hecho de que los usos sean alternativos provoca que el ser humano tenga que tomar decisiones, las cuáles mueven al mundo. El ser humano se pasa toda la vida tomando decisiones, el libre albedrío que se inventaron los católicos, muy duchos en la ciencia de la invención, unas acertadas y otras no acertadas.
Sólo se equivoca el que no decide, el que se estanca, el que se queda petrificado ante la necesidad de tomar una decisión, y ahí está el error. Una decisión tomada desde el rigor, desde la información y con el convencimiento del instante nunca será errónea, aunque a posteriori los resultados no sean los deseados.
En la vida hay que tomar decisiones más o menos arriesgadas, más o menos complejas, más o menos discutibles, pero hay que moverse al son de las decisiones, hay que dejar atrás la vida placentera de la rutina mimetizada durante 40 años.
En ocasiones parece que lo que se deja atrás es más atractivo que lo que se espera conseguir, en otros ojos ajenos algunas decisiones se convierten en locuras pasajeras, pero todo es una cuestión de valoración y de prioridades.
Las decisiones económicas se suelen tomar fundamentadas única y exclusivamente en el aspecto crematístico, pero el dinero no es lo único importante, de hecho ni siquiera es lo más importante, la conducta humana, que, como decía Lionel Robbins, es lo que estudia la Economía, es un poliedro de muchos vértices, todos de igual importancia conceptual pero diferente concretización en función de la persona.
Por ello, antes de preguntar a alguien por qué tomo esta o aquella decisión, habrá que preguntar por su prioridad en la vida.