Los humanistas suelen decir: La palabra más inhumana que se ha podido inventar es “enemigo” con ella se justifican las mayores atrocidades que podemos cometer.
“Defender el suelo patrio de los enemigos” “Defender la religión de los enemigos de la fe” “Defender mi familia de quienes quieren destruirla” y muchas otras barbaridades.
Con la palabra “enemigo” mandamos a nuestros jóvenes a matar o morir. A personas que creen en un Dios a matar por él, sin comprender que los líderes religiosos nos dicen “Hay un solo Dios”, le llamen como le llamen. A personas que se entregaron libremente al amor, matar por celos.
Un estudio de la primera carta de Pablo a los Corintios nos habla del amor, diciendo que quien ama perdona y quien no tiene amor es como una campana vacía, solo suena pero no consigue decir nada ni hacerse entender.
Desde que el ser humano tiene conciencia histórica, ha sido una constante migración, solemos buscar el bienestar de nuestra familia donde nos dicen que es posible vivir mejor, Dios creó un mundo sin fronteras, España ha sido por naturaleza propia un país de emigrantes y lo seguimos siendo, entonces ¿cómo justificar nuestros rechazo a la emigración y apoyar la guerra para defensa del suelo patrio, si la patria es solo un invento político para desarrollar el sentido de la propiedad?
Dios es amor, nos dicen desde cualquier púlpito, sea cual sea la religión que predique, ¿cómo podemos justificar el matar o morir para defender nuestra fe?
Pero si todas estas cosas son abominables, hay algo que lo es mucho más: La violencia doméstica, en la que una mujer, o sobre todo un hombre, que son la mayoría de los casos, pueda matar a quien le juró amor, es inconcebible e injustificable. En los países del tercer mundo se suelen contabilizar un centenar de muertes por año, salvo en México que por razones no muy claras exterminan a las mujeres. En nuestro país no bajamos casi nunca del centenar de mujeres muertas por sus parejas. Un machismo descerebrado e incomprensible. No puedes eliminar a la persona que dices amar.
El ser humano ha sido siempre violento por naturaleza, en la actualidad se ha convertido además en personalista, egoísta y posesivo “Yo soy el dueño de mi casa, de mis hijos y de mi mujer y hago lo que me viene en gana”. Por suerte estas palabras cada vez se escuchan menos y quienes las pronuncian se hacen odiar por quienes han tenido la mala suerte de escucharlas.