Economía

Las huelgas en España disminuyen cuando la economía va mal

La frecuencia de las huelgas en España cae cuando la economía va mal y la tasa de paro aumenta, aunque esto no influye en la magnitud de los conflictos laborales, que crece a medida que lo hace el sector industrial. Aunque España continúa siendo el país europeo con mayor conflictividad laboral, el número de jornadas de huelga por persona asalariada ha caído más de un 70% en los últimos 20 años. País Vasco y Asturias son las comunidades donde la conflictividad ha sido mayor entre 2001 y 2006.

Á‰stas son algunas de las conclusiones del estudio que David Luque, profesor de Sociología en la Universidad de Oviedo, ha publicado en el último número de la revista REIS , donde se analiza la evolución de la frecuencia, magnitud y volumen de las huelgas en España entre 1986 y 2006.

Las elevadas tasas de paro reducen la frecuencia de las huelgas: “la posición negociadora de los trabajadores es más débil”, algo conocido por trabajadores y empresarios, que “están dispuestos a ceder menos”, explica a SINC Luque. Además, no todos los sectores se benefician siempre de la bonanza económica, como la minería o la construcción naval, ramas en retroceso y con una conflictividad alta, añade el experto.

El número de trabajadores que participa en cada huelga y la cifra de jornadas no trabajadas en cada conflicto crecen a medida que lo hace el sector industrial, en el que las convocatorias son seguidas ampliamente no sólo por los trabajadores directamente implicados, sino también “por la población del área económicamente afectada”, asevera Luque.

En el sector servicios, las categorías profesionales son mucho menos homogéneas que en el sector industrial, pues incluyen desde un administrativo hasta un médico y los intereses no son tan homogéneos. Así, “lo que favorece a los trabajadores del transporte por tren puede ser contraproducente para los del transporte aéreo”, señala el investigador. La creación de centros de trabajo más pequeños, debido en parte a la proliferación de la subcontratación, también reduce el tamaño de las huelgas, puntualiza.

En España, la tendencia es que las huelgas sean cada vez menos frecuentes y más pequeñas. Entre 1986 y 2000, se produjeron 19.459 huelgas, una media de 927 al año. Sin embargo, a partir de la segunda mitad de la década de los ‘90 el número de conflictos ha descendido y se ha estabilizado en un promedio de unas 700 huelgas al año, lejos de las más de 1.000 que se producían antes del año 94.

El volumen de jornadas no trabajadas debido a huelgas se ha reducido de 519,2 cada 1.000 asalariados a finales de los ‘80 (1 jornada cada 2 asalariados), a 223,5 en los ’90 (1 cada 4,5) y 140,4 en lo que va de década (1 jornada cada 7). “Los sindicatos de clase están a la defensiva, su base industrial está cada vez más recortada y el impacto de la globalización les empuja más al pacto, no pasan por una coyuntura favorable”, precisa a SINC Luque.

Además, ha crecido el número de trabajadores por cuenta propia y de asalariados con contrato temporal, ambos con una posición más precaria, lo que favorece la reducción de los conflictos. Según el estudio, la temporalidad de la contratación reduce la duración de las huelgas.

En España se optó por un modelo con dos clases de trabajadores, “los mayores de 45 años, generalmente varones, con contratos indefinidos y una alta protección y los que entraron después, jóvenes y mujeres, con condiciones peores y mayor precariedad”, afirma el sociólogo. “Los sindicatos de clase se dedicaron a defender a los que ya estaban dentro y se olvidaron un poco de los otros”.

Desequilibrios por comunidades autónomas

Las diferencias de conflictividad laboral entre distintas comunidades autónomas se han reducido en las últimas dos décadas. En los seis primeros años de este siglo, la región con mayor nivel de conflictividad es el País Vasco, con un promedio de una jornada no trabajada por cada dos asalariados, seguida de Asturias, Castilla-La Mancha y Navarra.

En el otro extremo se sitúa Baleares (1 jornada por cada 45 asalariados), por detrás de Murcia, las Islas Canarias y la Comunidad Valenciana. En la segunda mitad de los ‘80, existía una mayor dispersión, con Asturias y Cantabria en cabeza (promedio anual superior a una jornada trabajada por asalariado) y La Rioja en cola (una jornada por cada seis trabajadores).

La existencia de pactos regionales por el empleo y de acuerdos autonómicos para la solución extrajudicial de conflictos contribuyen a reducir los conflictos. Los territorios con mayoría social de izquierdas, donde los sindicatos pueden obtener reivindicaciones a través de la política, se asocian a una menor propensión de las huelgas.

El informe clasifica las comunidades según su perfil en los últimos 20 años. Asturias Castilla-La Mancha, Cantabria, País Vasco, Navarra y La Rioja han tenido una alta conflictividad (registran huelgas frecuentes y de pequeña magnitud, aunque las de Castilla-La Mancha y Asturias están cercanas al límite con las de gran magnitud). Murcia Andalucía, Madrid, Cataluña, Extremadura y Comunidad Valenciana se caracterizaron por una conflictividad intermedia, (huelgas poco frecuentes y de gran magnitud) mientras que Galicia, Aragón, Canarias, Castilla y León y Baleares tienen una conflictividad baja: huelgas poco frecuentes y de pequeña magnitud.

No obstante, España sigue a la cabeza de la conflictividad laboral: “los sindicatos no son tan fuertes como en el norte de Europa, donde hay una mayor afiliación y poder de negociación y tienen que recurrir a la huelga”, concluye Luque.

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Referencia bibliográfica :

David Luque. “Un análisis regional de la actividad huelguística en España”. REIS , nº124 2008.

Fuente: SINC

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.