No se puede estar demandando insistentemente y con razón la apertura de una Comisión de Investigación sobre los ERE en la Junta de Andalucía y a su vez, negar la comparecencia en el Congreso de personajes tan significativos como Fernández Ordóñez, Rato o Blesa para tratar de esclarecer lo ocurrido en Bankia, con millones de accionistas afectados que adquirieron sus participaciones con los ahorros de toda su vida y en múltiples ocasiones mediante procedimientos no muy ortodoxos.
Aprobar el anteproyecto de una Ley de Transparencia y a continuación obviar las citadas comparecencias, son propias de países bananeros que no corresponde a un Estado democrático como el nuestro. Pretender inspirar confianza a posibles inversores con estos antecedentes, dentro y fuera de España, es prácticamente imposible cuando lo único que se transmite es palmaria desconfianza y continuas huelgas y manifestaciones. No resulta muy edificante trabajar en una empresa en la que sus directivos, sin el más mínimo recato, cometen todo tipo de tropelías, algo parecido, salvando las distancias, a lo que les ocurre a los españoles con sus políticos.
Excluir a partidos políticos y sindicatos de la mencionada ley, cuando son instituciones que se financian en gran parte con fondos públicos conlleva otra intolerable incongruencia. Tal decisión supone una tremenda desconfianza hacia el legislador. Cuando un texto legal nace con tales limitaciones ya está indicando que su credibilidad y eficacia serán nulas.
Dado el interés general que ha suscitado el “caso Bankia”, vetar comparecencias, implica un claro atropello en toda regla. Hurtarle a la ciudadanía la posibilidad de que se conteste a sus preguntas a través de los grupos parlamentarios, es privarle de un derecho a conocer la verdad sobre lo sucedido y depurar las correspondientes responsabilidades.
El Gobierno, con Rajoy a la cabeza, tenía y tiene en el “caso Bankia” una gran oportunidad para demostrar que con la entrada del PP, definitivamente, las cosas van a cambiar en España para no continuar con un “más de lo mismo” que tanto nos desprestigia. Mientras los ciudadanos sigan dudando como se administra el dinero de nuestros impuestos, seguiremos inmersos en la permanente desconfianza generada por la corrupción delatada continuamente en los medios de comunicación con los cuales mantenemos una gran deuda por la labor que está realizando con su periodismo de investigación.
Que nadie se equivoque, la espectacular subida en Bolsa de Bankia del pasado viernes 18 (23,5%) solo ha servido para que unos cuantos ricos incrementasen sus patrimonios y miles de accionistas se contentases por haber reducido algo su tremendo descalabro. Todo lo que no sea averiguar como se ha llegado a la situación actual de esta entidad bancaria tras la desafortunada fusión, es y será perder el tiempo y ocultar una vez más los latrocinios cometidos.