Sociopolítica

Las mujeres llevan “los pantalones” en casa…

… y en muchos más lugares.

Acerca del mito del poder masculino, y las denominadas “brechas de género”

Todos los años, en las fechas más señaladas del calendario feminazi, y también cuando se acercan algunas elecciones (da igual que sean locales, que regionales, que generales… y por supuesto “sindicales”) acaba recurriéndose por parte de la casta  política parasitaria, a hablar de lo que demagógicamente llaman brecha salarial entre hombres y mujeres, como otras mentiras feministas, en el convencimiento de que sacando a colación tales embustes acabarán captando el voto femenino…

¿Pero que hay de cierto en todo ello?

En España se han intentado imponer cuotas diversas para promover lo que algunos denominan políticas de “discriminación positiva”, aplicando el criterio izquierdista de “deuda histórica”, con la intención dicen de compensar a quienes por los siglos de los siglos fueron desfavorecidos, sojuzgados, marginados, maltratados, esclavizados… ¿Cómo si fuera posible compensar a las mujeres de nuestros ancestros, supuestamente sojuzgadas por nuestros tatarabuelos, bisabuelos… dándoles trato de favor a las actuales mujeres, y desfavoreciendo a los actuales varones? ¿Acaso los actuales varones son responsables/culpables de ese supuesto maltrato?

Pero, más allá de la paridad por decreto y cuota, lo difícil es garantizar que el equilibrio económico sustanciado en la nómina a principios de mes se mantenga a lo largo de los 30 días siguientes en el hogar. Por el contrario, las estadísticas demuestran que la tozuda realidad es bien distinta, y que cada vez estamos más lejos de la utopía igualitaria en el ámbito doméstico.

Según una encuesta realizada en los EEUU (perfectamente trasladable a España) por el Pew Research Center, aplicada a 1.260 personas casadas, o emparejadas, para determinar quién toma las decisiones económicas en el hogar, son la mujeres quienes toman más decisiones en alrededor del 43% de las parejas; los hombres toman más decisiones que las mujeres en apenas el 26% de las parejas; y las decisiones suelen ser compartidas en el 31% restante.

Dicho sin tapujos: las mujeres son las que más mandan en casa.

Para más “INRI”, esa mayor propensión a ejercer el poder está más presente, de manera más clara, cuando las mujeres son las que aportan a la familia un salario superior al de su compañero.

Según la encuesta mencionada, en las parejas en las que el hombre tiene un mayor sueldo, son las mujeres quienes toman las decisiones en mayor porcentaje que los hombres (42% frente a 30%), pero en las parejas en las que la mujer tiene más ingresos, el reparto de decisiones está mucho más desequilibrado: las mujeres deciden en el 46% de los casos, y los hombres en el 19%. Representados gráficamente, esos resultados tendrían este desalentador aspecto:

 

Fuente http://www.cronicas.org/rayas2012_03_brecha_salarial_y_postsalarial.htm

 

En definitiva, cuanto más se cierra la “brecha salarial” por un lado, más se abre la brecha postsalarial por el otro. Decididamente, la igualdad es un ideal que no se deja atrapar fácilmente.

Dicen que vivimos en un mundo de hombres, gobernado por hombres, donde los hombres legislan y en el que se mantiene a las mujeres al margen de cualquier clase de decisión… Pero en la familia típica estadounidense (y no creo que sea osado por mi parte extrapolar tales conclusiones a España) es la mujer quien lleva los pantalones, sin ninguna duda…

Para estudiar quiénes toman las decisiones en los hogares estadounidenses, la encuesta del Pew Research Center pidió a los hombres y mujeres que viven en las parejas que contestaran a preguntas tales como:

¿Quién decide las actividades del fin de semana? ¿Quién maneja las finanzas del hogar? ¿Quién toma las decisiones sobre las compras importantes para el hogar? ¿Y quién más a menudo decide lo que se puede ver en la televisión?

El estudio revela que en el 43% de las parejas es la mujer quien toma las decisiones en todos los asuntos más que el hombre. Por el contrario, los hombres son los que deciden en sólo una cuarta parte (26%) de todas las parejas. Y cerca de tres de cada diez parejas (31%) toman decisiones de forma compartida.

En otros asuntos no domésticos, relacionados con el sexo y el poder, la encuesta preguntó qué tipo de trato era el recibido, y con quién se sentían más a gusto con un hombre o con una mujer,  en situaciones diversas de ejercicio de autoridad – médico, banquero, abogado, agente de policía, piloto de línea aérea, profesor…

La conclusión de la encuesta es que los hombres se ven favorecidos en algunos roles (piloto de avión, el abogado de cirujano, oficial de policía,) y las mujeres en los demás (profesor de escuela elemental, banquero) En general ni hombres ni mujeres tienen objeciones a ser tratados, pongo por caso por un médico, dependiendo de si es hombre o mujer…

Estos resultados están en la misma dirección, y son complementarios, de los resultados de otra anterior encuesta, también de Pew Research Center, que exploró las actitudes del público hacia los hombres y las mujeres como líderes…

¿Quién es en definitiva la persona que decide en casa?

Fueron entrevistados 2.250 adultos por teléfono para esta encuesta, incluidos los 1.260 que estaban casadas o vivían con una pareja. El margen de error de muestreo para los resultados basados en la submuestra de los que vivían pareja o llevaban vida marital, es de más o menos 3 puntos porcentuales. El margen de error de muestreo para los resultados generales es de más o menos 2,3 puntos porcentuales.

Los patrones de conducta a la hora de tomar decisiones varían poco en la mayoría de la gente, no influyendo apenas su estatus económico, cultural o nivel de formación o académico. La encuesta reveló una excepción que tiene que ver con la edad: Las parejas mayores son significativamente más propensos que las jóvenes a tomar decisiones en conjunto. Más de un tercio de los adultos mayores de 65 años dicen que toman la mayoría de las decisiones con sus cónyuges en al menos tres de las cuatro áreas evaluadas – el doble de la proporción de los que dicen tomar sus decisiones de forma consensuada entre las parejas menores de 30 años. Por el contrario, cuatro de cada diez jóvenes adultos que están casados o viven juntos dicen que no toman decisiones en conjunto; la mayoría dicen que deciden por su cuenta, al margen de su cónyuge o compañero…

Muchas personas habrá que al leer estas líneas, piensen que en ellas no hay más que “verdades de Pero Grullo”, que la mencionada encuesta no nos cuenta algo que ya no se supiera por parte de la mayoría de la gente corriente…

Lo que resulta alucinante es que haya que recordar estas cuestiones en pleno siglo XXI, pues debido a la hábil y eficaz propaganda del feminismo omnipresente, del feminismo triunfante, subvencionado y políticamente correcto, que nos vende una mentira tras otra, tremendas falsedades, hay un alto porcentaje de la población que, si no está engañado está sumido en la confusión (obviamente me refiero a las autoproclamadas “asociaciones de mujeres” y a las “secciones femeninas” de los partidos políticos -casi todos, salvo excepciones- de los sindicatos, y demás ongs… que dicen que representan la causa –legítima- de las mujeres, que defienden “sus intereses”, que luchan por la “liberación de la mujer”…)

Asumir las proclamas feministas, los dogmas feminazas, es lo mismo que asumir que la totalidad de las mujeres es algo homogéneo. Es aceptar que todas las mujeres son iguales (por eso hablan de “la mujer”, y no de las mujeres) que todas las mujeres tienen los mismos intereses, las mismas aspiraciones, las mismas necesidades, que “todas” son merecedoras de los mismos derechos… Pero, ¿realmente es cierto todo ello?

Basta con mirar un poquito a nuestro alrededor, para darse cuenta de que esto es una completa estupidez. No todas las mujeres son iguales -afortunadamente- ni tampoco son las mismas sus circunstancias personales –desafortunadamente en muchos casos…- No todas las mujeres sienten igual, ni son de la misma opinión, ni tienen los mismos intereses, ni las mismas aspiraciones… Como tampoco los hombres son un todo homogéneo. La diversidad, la heterogeneidad, son lo común en el género humano (para bien y para mal)

Es obvio que la cotidianidad de una mujer, de eso que denominamos primer mundo, bien poco tiene que ver con la forma de vida de las que viven en esos otros segundo y tercer mundos… Como tampoco tiene nada de parecido la actual forma de vida de las mujeres “occidentales” con las de nuestras abuelas y tatarabuelas. Como tampoco es igual la vida de quienes viven en zonas urbanas y zonas rurales..,

Los “grupos feministas” suelen afirmar –como un dogma de fe- que las mujeres están “sojuzgadas, oprimidas, marginadas, etc.», que hay una verdadera conspiración de lo que llaman “clases hegemónicas del patriarcado masculino, heterosexual e imperialista” contra ellas. E incluso, también afirman que las mujeres no tienen apenas acceso a las instituciones, que no se les permite tener capacidad de decisión, que no se las respeta, etc.

Pero, ¿Todo ello es realmente cierto? La consigna feminista de que la «mujer española, europea, occidental» es una «víctima» impotente es una idea absolutamente absurda, que se ha ido imponiendo con machaconería, acabando por instalarse como un axioma que nadie se atreve a cuestionar…

La tozuda realidad es muy diferente:

– Las mujeres españolas viven, como media siete años más que los hombres.

– Las mujeres controlan de “facto” más del 80% de las rentas familiares y son ya más del 55% en la universidad.

– Las mujeres representan alrededor del 55% de los votos en cualquiera del las elecciones que se convocan en España, motivo por el cual difícilmente pueden las feministas afirmar que están siendo dejadas de lado en el proceso de toma de decisiones políticas…

– Las mujeres tienen a priori ganado, de manera sistemática cualquier contencioso referido a custodias de menores tras el divorcio.

– Las muertes ocurridas por accidentes laborales afectan escasamente a las mujeres (un 6% únicamente, el otro 94% es cosa de hombres)

– Sólo en el 35% de los crímenes violentos las víctimas son mujeres; pese a ello, el Parlamento ha legislado una normativa especial para castigar «la violencia contra las mujeres» como si ésta fuera un crimen más horrendo que el de «la violencia contra los hombres». (Este es un ejemplo de lo que la «igualdad» significa para el fundamentalismo feminista, esto en castellano se denomina trato de favor…)

– Dos de cada tres euros que el Sistema Nacional de Salud gasta, van destinados a las mujeres; e incluso, sin tener en cuenta los cuidados relacionados con la maternidad, las mujeres reciben más atenciones que los hombres. A pesar de ello las feministas siguen gritando que la salud de las mujeres está «descuidada»…

– De los 25 empleos peor considerados, teniendo en cuenta factores como salario, stress, seguridad y esfuerzo físico, 24 de ellos son predominantemente, si no son casi en su totalidad, masculinos. Evidentemente esto explica por qué los varones suelen ser más propensos a suicidarse (80%)

Las mujeres españolas, occidentales constituyen el grupo social con mayores privilegios de la historia de la humanidad, ostentando (o ¿tal vez detentando?) una capacidad de influencia, un grado de poder, de bienestar, y salud nunca antes conocidos,…

Y ya para terminar (por hoy) cambiando de tópico y dogma, y retomando el manoseado embuste de la discriminación salarial por razón de sexo (la casta parasitaria y las feminazas lo llaman “género”): Si fuera realmente cierto que las mujeres estuvieron recibiendo 59 céntimos de euro (o cualquier otro número que usted elija) por cada euro que el hombre gana, por realizar el mismo trabajo y con el mismo nivel de habilidades, entonces posiblemente ningún negocio sería rentable ni productivo si emplearan a algún hombre.

 

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.