Llegamos a estar mucho más indefensos ante las multinacionales, que ante los gobiernos que dicen gobernarnos, que dicho sea de paso es un decir, puesto que cada vez más, sólo se preocupan de que trabajemos mucho más, paguemos mucho más y vivamos cada vez más empobrecidos, mientras los políticos se han convertido en una especie de nueva clase feudal, que explotan el feudo como ya lo hacían aquellos señores feudales de que nos habla la historia… y al igual que ellos, lo hacen con total impunidad.
La multinacional (y sálvese la que pueda si es que alguna puede) obra de forma contundente; primero y previo “doblegar” al poder político, se instala y con ella instala sus condiciones, más o menos leoninas.
Dice (y gasta cantidades enormes en su propaganda) prestar unos magníficos servicios y tras adueñarse más o menos de unos monopolios o campos donde la competencia no existe (puesto que entre ellos pactan y nos exprimen) empiezan a presionar para que les compremos lo que sea, productos o servicios que nos anuncian como el no va más y el que si no los consumimos, ni merecemos estar en esta sociedad.
Pero si llega la reclamación por un mal servicio o por que el cliente, quiere cancelar un contrato; entonces empiezan los padecimientos y las más miserables de las indefensiones, puesto que no tienes donde recurrir y si lo tienes, o te ignoran, o van dilatando el tiempo, para que te desesperes y termines por aceptarlo todo y seguir.
PETROLERAS: Se nos engañó miserablemente (al meno en España) cuando se suprimió con todo lujo de alharacas y promesas, el monopolio estatal de carburantes y derivados del petróleo. Se nos dijo que la libertad de empresa traería mejoras incuestionables. ¿Qué ocurrió? Pues que estos monstruos se ponen de acuerdo y los precios los cobran lo más altos posible y sin competencia que tenga digna denominación de que existe. Cuentan para ello con la complacencia o complicidad estatal, puesto que a mayor precio, más impuestos a pagar al insaciable erario público o fisco nacional. ¿Servicios? Desde tener que servirte tú y pagar a igual precio, a no tener ni aparato para revisar los neumáticos, o reponer agua en el radiador… “estás totalmente abandonado” y si recurres a un empleado, te miran con cara de esclavo y te ignoran o entretienen de tal forma que llegues a desesperar. De control de medidas para ver si te sirven bien, ni hablo, puesto que antes (hace décadas) te encontrabas al controlador oficial, hoy es que ni creo existan, tampoco sabemos nada de las purezas de lo que pagamos.
ELÁ‰CTRICAS: Más o menos como las anteriores; te obligan a poner todos los aparatos de control que a ellos les viene en gana; a pagar recibos de consumo “por aproximación”, puesto que han reducido el bi-mensual, a mensual, pero no tienen o no quieren contratar nuevos controladores y que miren los contadores. Las facturas te llegan (si es que te llegan) mucho después de que te hayan cargado el recibo en cuenta. Los apagones proliferan más de la cuenta y todo ello denota una ineficacia enorme; aparte de que pese a lo que digan, nos hacen pagar mucho más alto el kilovatio, que en USA, por ejemplo. Tampoco es seguro el que te sirvan la potencia que has contratado.
TELEFÁNICA: Sé de un caso en que por un vendaval, un cable es desprendido de su lugar de sujeción; han pasado seis meses y aún sigue el cable como quedó. En el intervalo se ha avisado telefónicamente “a donde te ordena la multinacional” (no hay oficina en nada menos que una capital de provincia, con 700.000 habitantes, cosa incomprensible por demás), han sido atendidos por voces, que igual son peruanas o bolivianas; de las que se han tomado los nombres de los receptores, que dijeron tomar nota y pasarla, pero el cable sigue igual. No hablemos del control de los contadores y el saber si nos cobran exacto o “con los ordenadores” hacen lo que mejor les viene en gana; etc. Del teléfono móvil, sólo hay que oír a los muchos “damnificados” y saber sus aventuras con “el servidor”; quizá por ello yo aún no he caído en la red de “los telefonines” y ya tengo 72 años, así es que con un poco de suerte, muero sin ese incordio tan molesto y que muchos se cuelgan como si fuera algo imprescindible.
MERCEDES: Pero es que ya hasta las marcas de prestigio tienen fallos tan grandes que no son entendibles y refiero uno concreto y que conozco y tengo documentación para probarlo. Un comprador de un automóvil de esta marca y de los del tipo “de lujo” (puesto que lleva de todo menos sartén para freír huevos) y que además es de cambio automático; a los 25.000 kilómetros, nota en su garaje y bajo el coche aparece un charco de aceite, que averiguado ello, procede del cambio automático… se le ha ido una piececita y lo que detectan en el servicio oficial de la marca (el automóvil está al corriente de todas sus revisiones y en igual servicio oficial). Allí le dicen que como la garantía (dos años) ha cumplido que tiene que pagar. El cliente insiste que no debe, pero como allí se cierran en la norma, acepta el cargo de la factura firmando el conforme; pero ya en casa, decide escribir a la oficina central que se encuentra en Maastricht (Holanda) y envía el escrito certificado para asegurarse la recepción del mismo. El escrito se cursa el 20 de noviembre de 2009… en la fecha en que estamos, aún no ha recibido respuesta.
Y esta es la realidad de una situación que cada vez más aprieta al consumidor. Mientras los políticos, o están de juerga, o son cómplices, o les importamos “un rábano”.
Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
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