Tras la calma de ETA -arrinconada primero por las fuerzas del Estado y prácticamente exterminada del todo, a solo falta de que entreguen las armas-, Arnaldo Otegi ha salido de la cárcel de Logroño -1 de marzo de 2016-, tras el cumplimiento de la pena impuesta. Por cierto, pena rebajada por el Tribunal Constitucional, ya que en aquel momento no era dirigente de ningún partido sino solo miembro de Bildu…
Así las cosas, el dulce silencio y sables en tierra durante este tiempo en el País Vasco, se ha roto de repente. O no. Pues es verdad que nada hay tan largamente duradero como la muerte.
Aunque puede ocurrir que nada de lo que estamos pensando ocurra. No debe ocurrir.
Euskadi es un pueblo hermoso, lleno de buena gente, muchas de las cuales hartas de la ETA.
Pues la ETA ha hecho mucho daño al País Vasco. De manera que creo haber llegado la hora de la paz.
Y si los vascos tienen derecho a algo no reconocido, que se hable. Que se solicite. Que se exija, si fuese menester. Pero con bueno modales. Y sin sangre por medio. Demasiada derramada ya.
Solo que al señor Otegi parece no haberle afectado demasiado la prisión. Da la sensación de que sale con las pilas bien cargadas.
Según se aprecia, vuelve con más ganas de lucha que de arrepentimiento. Á‰l sabrá. Pero he leído que el juez Eloy Velasco está vigilante. Por dos razones: una, está deshabilitado para ocupar cargo público hasta 2021. Y dos, Arnaldo Otegi deberá pensar bien lo que dice, por lo “del enaltecimiento del terrorismo”.
Y lo primero que ha dicho: “Ahora nos toca sacar los presos de la cárcel y la independencia”.
¡Por Dios!