Las relaciones entre patronal y sindicatos no pasan por su mejor momento, y el Gobierno no está haciendo nada para solucionarlo, más bien al contrario, al haber tomado parte a favor de los sindicatos ha soliviantado a la patronal que ahora ve en el Ejecutivo a una parte en lugar de a un mero coordinador.
Y el otoño está a la vuelta de la esquina, y con la caída de las primeras hojas comenzarán las negociaciones para los convenios colectivos, los que determinarán el alza de los salarios para el año que está por venir, con una parte buscando el mayor incremento posible, los sindicatos, y otra en busca de la congelación absoluta, la patronal.
Sin embargo, la escenificación de la negociación colectiva con dos partes antagónicas es mera dramatización de la realidad y una extrapolación errónea de la Teoría económica dominadora de nuestra sociedad, el Capitalismo (hace unos años llamado Liberalismo Económico y ahora rebautizado de nuevo como Capitalismo).
El Capitalismo hace de la sociedad de consumo su bandera, exhorta a los ciudadanos para que se lancen a la vorágine consumista con el objetivo de dinamizar la economía y conseguir, así, el crecimiento de los países.
En una secuencia evidente, cuanto más se consume, más se necesita producir, y cuanto más se necesita producir, más trabajo se genera, y a más gente con ingresos estables más consumo, y el círculo se cierra en favor de la sociedad de consumo.
Pero, llegados a este punto nos chocamos de bruces con el inmovilisimo y la torpeza de la patronal, no solo española, sino mundial.
Si la patronal fuera capaz de negociar salarios al alza incrementaría el poder adquisitivo de los ciudadanos, generaría consumidores con más dinero en la sociedad, los cuáles se gastarían su dinero, consumirían más, y generarían mayores beneficios en las empresas, suficientes para amortizar el exceso de salario que se estaría produciendo y reportar beneficios.
Ahí nos encontramos, por tanto, una nueva paradoja capitalista: Las empresas reclaman salarios más bajos cuando salarios más elevados redundarían en un mayor beneficio para ellos.
Evidentemente, se trata de un tema mucho más complejo y habría que introducir otros valores a este razonamiento, como, por ejemplo, la burbuja inflacionista que se produciría, pero el análisis es suficiente para comprender que la Economía no es eficiente en todos los casos porque las sociedades se empeñan en aplicarla de manera errónea, angustiadas por el corto plazo.
Porque las sociedades no están compuestas por máquinas, sino por personas, que viven y mueren en el corto plazo, incapaces de aguardar los ajustes del largo plazo, por lo que el Capitalismo debe de ser vigilado de cerca, de muy cerca.