A bombo y platillo, como se suelen hacer estas cosas, el Partido Popular se ha reunido este fin de semana con el objetivo de mostrar al mundo entero, bueno, en realidad a España, que ellos son capaces de sacarnos de esta y llevarnos por la senda del crecimiento económico más allá de cualquier crisis financiera que nos quiera colocar piedrecitas en el camino, y para ello han lanzado dos propuestas económicas de calado, de gran calado diría yo, capaces de hacerse remover en su tumba al mismísimo Adam Smith:
1. Crear empleo
2. Generar confianza
Los dirigentes del Partido Popular apuestan por la creación de empleo como una balsa salvavidas para las familias españolas que están sufriendo las consecuencias más crudas de la crisis, y se obsesionarán por la generación de confianza para conseguir que los inversores internacionales se decanten por nuestro país para sus proyectos inversores a medio y largo plazo. Sin duda, dos propuestas que nos sacarán de la crisis.
(Por si todavía hay alguien que no lo haya notado a estas alturas recalco el tono irónico del artículo, no vaya a ser lo que no es).
Ahora llega el momento de preguntarnos todos el grado de estupidez que los dirigentes del Partido Popular consideran que disfrutamos o sufrimos los españoles. Lanzar propuestas tan vacías de contenido y tan generalistas me acercan intelectualmente a un concurso de belleza en el que la candidata de rigor aboga por la paz mundial.
Y es que el Partido Popular ha optado por la inacción como mejor arma de oposición, dejando que el PSOE le haga el trabajo sucio de las reformas sin que ellos se tengan que manchar el traje, para luego, si se cumplen sus expectativas de ganar las elecciones (para lo que todavía hay mucha tela que cortar) poder beneficiarse de todo lo avanzado sin caer en la necesidad de realizar medidas políticamente incorrectas.
Pero la sociedad española se ha cansado ya de estas propuestas demagógicas, vacuas y ofensivas para nuestra inteligencia, si el Partido Popular quiere realmente gobernar debería ponerse manos a la obra y ofrecer una alternativa seria o bien colocarse junto al Gobierno, pero luchar, en cualquier caso, por sacar al país de esta, y no por obtener réditos electorales de la debacle.
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