No sé a ti, pero a mí el FMI me resulta ante todo curioso, es un organismo al que se le supone supranacional, pero luego funciona bajo la tutela de Estados Unidos, que no en vano es el que más dinero aporta a la financiación del organismo.
Ello provoca que el Fondo Monetario Internacional no sea una entidad independiente, ya que siempre defiende, de una manera más o menos clara, los intereses de su gran dominador, obligando al resto de países a llevar una política económica excesivamente liberal.
Pero, fíjate tú las vueltas que da la vida, que ahora va y defiende ante la Eurocámara la necesidad de reformas estructurales que permitan un mayor control y supervisión del mercado financiero, que no diga que sea un error, que no lo es, pero lo que me sorprende es el cambio de rumbo.
Está claro que rectificar es de sabios, pero también es de sabios el reconocer la rectificación, y el FMI nunca lo hará, porque se mantiene en sus trece de estar por encima del bien y del mal.
En cualquier caso, no me queda otra que aplaudir este cambio de actitud, porque el mercado debe de ser libre, siempre, pero debidamente regulado, indefectiblemente, regulación que debe de provenir de los Gobiernos nacionales y de los organismos en los que se unan para gestionar sus intereses.
La falta de regulación en el mercado financiero ha sido el origen de la crisis, eso no es una novedad, pero no parece que nadie esté haciendo nada para remediarlo, la regulación no se está generando y todo apunta a que terminaremos en una nueva crisis como la actual, cuando le toque, claro está.
Y ahí el FMI prevé la llegada de las revueltas sociales porque los contribuyentes se negarán a salvar más entidades financieras. Como previsión no está mal, pero no deja de ser eso, una previsión. Lo esencial es comenzar a regular el mercado financiero como todos pensamos que debe de hacerse, sin importar los intereses creados.