EL CRISOL – Pascual Mogica Costa
Por lo visto al ministro de “Incultura” y “Malaeducación” se le escapa que la separación de sexos solo contribuye a fomentar la apetencia sexual de forma un tanto asilvestrada.
No son estos los recuerdos de ningún obseso sexual ni mucho menos los de un machista, son simplemente un pequeño relato las vivencias de alguien que le tocó nacer y crecer en una época errática en que una sociedad cínica y una Iglesia retrógrada hacían valer su prepotencia y su total y absoluto desprecio a algo que es inherente y consustancial en todos: La libertad del ser humano.
Cuando parecía que esa libertad se había conseguido y consolidado surgen en el horizonte negros nubarrones que amenazan, con sus lluvias, arrastrar esa libertad y sepultarla en los fangos originados por el diluvio cavernario. En estos días ha saltado a los medios de comunicación la noticia de que el ministro de Educación, José Ignacio Wert, un cavernícola irredento, se quiere pasar por el “forro” las conclusiones del Tribunal Supremo (TS) de considerar ilegal subvencionar con fondos públicos colegios que segreguen por sexos, algo que contraviene lo que al respecto dictamina la Ley Orgánica de Educación (LOE) que prohíbe la discriminación por cualquier razón (incluido el sexo) en el proceso de escolarización de los centros educativos sostenidos con fondos públicos. Wert se ha mostrado claramente partidario de llevar a cabo algo que el humorista Fernando Esteso, cantaba y que en su estribillo decía así: “Los niños con los niños, las niñas con las niñas”.
Con su pretensión el ministro de Educación me ha recordado mi adolescencia y me ha traído a la memoria algunos recuerdos muy gratos y otros no tanto, pero a estas alturas de mi vida y por mal que lo haya podido pasar siempre se recuerdan más los buenos momentos que los malos, hay que fijarse siempre en lo positivo y dejar de lado lo negativo. Y volver a lo que en su canción nos decía Fernando Esteso, eso no tiene razón de ser.
Entre esos recuerdos que han acudido a mi mente, recuerdo mi paso por la academia donde cursé mis estudios de contabilidad y de la cual salí a los catorce años para ponerme a trabajar en una oficina, en esta academia estudiaban chicos y chicas, pero eso sí, separados. Recuerdo como si lo estuviera viviendo ahora, eran los años 50, que los chicos estábamos en una sala y las chicas en otra, pero aunque con dificultad parte de ambas salas y de sus ocupantes se podían ver unos a otros, con esta pequeña “ventaja” y por señas los chicos quedábamos con las chicas para vernos al acabar las clases y dar un paseo en plan de “novietes”, teníamos una edad que oscilaba entre los 12 y los 14 años.
Yo me pregunto si es esto lo que quiere evitar Wert, que el contacto normal entre adolescentes de distinto sexo se pueda producir, si esto es así se puede dar el caso que se daba en dicha academia de que todos nos dábamos de bofetadas para sentarnos en las mesas desde la que se podía ver parte de la sala de las chicas y en cuya parte visible se solía sentar Juanita, una chica que a pesar de su corta edad, tendría unos trece años, era un poco mayor que yo, tenía un par de tetas “muy bien puestas”, una a cada lado como es natural, pero de un tamaño fuera de la normal para esa edad. Como he dicho antes estos no son los recuerdos de un machista ni de un obseso sexual, sino simplemente recordar los tiempos en que se comienzan a despertar las lógicas y normales sensibilidades sexuales que se acentúan más si cabe cuando se pretende hurtar a los jóvenes de diferentes sexo a su derecho a relacionarse socialmente y por tanto a tratarse como a un igual. Las tetas de Juanita nunca hubieran despertado tanta “pasión” si aquella gilipollez de “todos juntos pero no revueltos” o sea en el mismo colegio pero en distintas aulas, no hubiera existido, eso no tenía ningún sentido y en estos tiempos mucho menos. Por cierto, cuando nos juntamos unos cuantos exalumnos de esa academia, siempre hay alguno que pregunta: “Oye, os acordáis de Juanita”. Y mira que ha llovido desde entonces.
Por lo visto al ministro de “Incultura” y de “Malaeducación” se le escapa que la separación de sexos solo contribuye a fomentar la apetencia sexual de forma un tanto asilvestrada. Dicho con más claridad: Se acaba no respetando las mínimas reglas de comportamiento social y por ello las de respeto y buena convivencia. Hay que evitar a toda costa que lo de la expectación y el morbo que despertaban las tetas de Juanita se vuelva a repetir.