La tonta y perezosa derecha Latinoamericana
Al morir Chávez, la derecha, esa derecha tonta, incapaz de articular una idea novedosa en los últimos 50 años, escribe un epitafio, tonto también, que “murió Chávez“ y con Chávez, muere la izquierda, mueren las ideas y se regocija esa cansada derecha Latina por la muerte de un tipo simpático, popular y que atrae a miles de latinoamericanos y logra hacer girar en vida y en la muerte a esos simpatizantes.
Si vemos el actual mapa latinoamericano y retrocedemos unos años, veremos que algunos países tienen el mismo caldo de cultivo que hizo nacer al Chávez que ahora las derechas –tan cansadas para pensar- dan por muerto y ya han dado vuelta a la hoja y ven el horizonte libre de toda izquierda que renazca-. Los miembros del exilio cubano, y sus chicos mas exhibidos en escaparates públicos –Andrés Oppenheimer y otros- junto a todos los ex embajadores de los antiguos regímenes pre Chávez levantan la vista y gritan jubilosos que la libertad ha llegado.
Desde la declaración de la enfermedad de Chávez todos estos destacados perezosos analistas poco creativos han estado alrededor del agónico Chávez como aves a la espera de un cadáver para ser los primeros en lanzar el grito de libertad.
No han tenido tiempo de reflexionar y destacar que los Chávez resultan de esa falta de creatividad para resolver problemas sociales, lanzar nuevas ideas, motivar el crecimiento económico, transparentar el manejo de los presupuestos públicos, ayudarse con la tecnología para democratizar las oportunidades, botar esos viejos intelectuales esclerotizados que ya no dan un sola idea nueva sino repetitivas que fortalecen los privilegios y son tan proclives al despilfarro y a la corrupción.
Esa derecha tan lenta para pensar, probablemente, es la que promueve ese griterío victorioso sobre el cadáver de un hombre que no resolvió los problemas de su país, pero los planteo –y quizá malplanteados-, pero si sigue así toda esa derecha Latinoamericana, dentro de unos años no habrá otro Chávez sino varios.
Quizá sean algunos chicos nuevos derechistas los que saquen la nueva tarea para rescatar el desmotivante modelo –ni siquiera capitalista- de Latinoamérica, sino una mezcla de monopolios, ladrones, traficantes, viejos capitalistas sin ideas, políticos motivados por el robo, perezosas plumas sin ideas, viejas tontas llenas de joyas y toda una ralea de tontines que no logran hacer vivir a ese sistema lleno de privilegios que ya ven, en su imaginario tan estrecho, al FMI y al BM como una nueva izquierda.
Y su único sustento real y final es no seguir pagando impuestos y si los pagan, a la vuelta se los roban. Pues así es Latinoamérica, las clases medias pagan impuestos, sostienen a la Estado, son perseguidas por las oficinas tributarias, y los grandes ladrones, esos viven sin pagar impuestos e impunes robándolos.
Por ello, Chávez esta ahí, no por que viva, sino porque lo hace vivir esos impunes personajes que habitan en cada rincón de Latinoamérica.
La ignorante y opaca izquierda latinoamericana
Si no fuera por el Brasil de Lula, la izquierda –si llamamos izquierda a ese modelo puramente capitalista esencial de Lula- lleno de aspiraciones, oportunidades y democrático, capaz de sacar de la pobreza de a 28 millones de brasileños; Latinoamérica no ha logrado generar una sola idea novedosa que les haga dejar el siglo pasado con el Che Guevara, los Castro y tener iconos plagados de ignorancia y de mucho fanatismo radical.
Son paradigmáticos e ilustres ignorantes los izquierdistas latinoamericanos. Pero oportunistas. Vieron a Chávez y comenzaron a llevar proyectos para que –al estilo de 1960- soñaran con exportar revoluciones en sus maletines de viajero.
Y ahí están los izquierdistas cruzando espadas con los derechistas –ambos viven de oportunistas, unos de las limosnas de los ricos y famosos y los otros de la cooperación internacional-.
(Miren qué estupidez se genera en los posgrados latinoamericanos: los títulos se ganan haciendo estudios de cooperación para que los financien la KOICA coreana, JICA japonesa, AECI española, AID estadounidense, CECI canadiense, GTZ alemana y todo un menú de agencias que son botines para la izquierda oportunista)
Es tan ignorante –y oportunista- la izquierda latinoamericana, que la paradigmática Rigoberta Menchú llegó afirmando que el poder maya curaría el cáncer de Chávez, y mediante una suerte de ritos hizo creer que ese poder que deviene de la manipulación y el oscurantismo primitivo, curaría las enfermedades del occiso. La señora Menchú, citada por agencias de noticias : “El presidente venezolano, Hugo Chávez, “recibió las energías cósmicas” de un ritual maya, por lo que vencerá “grandes y pequeños obstáculos” de su enfermedad, dice Menchú, quien se encuentra en Caracas junto a otros 20 “sabios” en un encuentro indígena por la salud del mandatario”.
Eso pinta la izquierda latinoamericana: esa que constantemente hace viajes a Cuba, Venezuela, Noruega, Japón y otros países llevando en sus maletines proyectos de Organizaciones no gubernamentales (ONG) –que es el negocio actual para vivir bien sin trabajar- para recibir fondos, despertando lastima entre los donantes.
No hay una sola idea moderna de la izquierda latinoamericana: Todas se reducen a refreír las viejas ideas de Marx, Lenin, el Che y los Castro. Se susurran entre ellos que estos males que aquejan al mundo son originados por el nuevo demonio: La Globalización. Y le llaman globalización a todo: al libre comercio, a los fabricantes, a los libros, a la tv, a la internet… y secretamente creen que mañana volverán a la aldea de la edad media.
Estas tontas izquierdas que viven de las ideas del siglo pasado siguen creyendo que las clases medias son las elites a las que se deben combatir, suponen que toda persona que tenga una casa o un carro son explotares a los cuales se debe inmolar.
En resumen:
En tanto, las clases medias siguen enmedio, soportando a la derecha e izquierda; siguen sosteniendo al Estado y estos dos grupos de vividores oportunistas, unos maldiciendo los impuestos –y viviendo de ellos- y los otros maldiciendo la globalización y tapando calles para tener oportunidad de pedir limosna a la cooperación internacional.
Y Chávez, simpático y alegre, despertó suspicacias en la derecha tonta – pero dejó nuevos ricos que vivieron del Estado venezolano y sus negocios-; pero también despertó ambiciones en la izquierda, pero no ambiciones por cambiar el mundo, sino por lograr algunos fondos de los venezolanos para vivir gratuitamente el resto de sus días.