Libertad, de Jonathan Franzen, (Narrativa Salamandra, 2011)
“Id juntos, ilustres y felices ganadores, mientras lo sois. Cambiad vuestros regocijos con compañía. Yo, vieja tórtola, iré a suspenderme de alguna rama seca y allí lamentaré hasta el fin de mis días la pérdida de mi compañero, que nunca será hallado”.
La nueva novela de J. Franzen es una obra maestra de la narrativa norteamericana. Es algo más que una historia apasionante, ilumina un mundo que creíamos conocer, gracias al resplandor de la profunda inteligencia moral de su autor.
Ha logrado conectar con el gran público para abordar temas eternos en profundidad: quiénes somos, cuál es la estructura de nuestros sentimientos más ocultos e inconfesables, cómo la libertad, el más alto ideal posible junto a la justicia, es un concepto tan real como amenazado, y cómo la vulneran cada vez más gobiernos e individuos, pese a lo cual, siempre queda un residuo de esperanza.
En las últimas cien páginas emerge, sin pudor y sin retórica, la más íntima convicción de Franzen, su fe en el valor profundo de los sentimientos y de la capacidad humana para alzarse ante el dolor y las penalidades. Quizás esta sea la herencia, crucial para Franzen, del gran Tolstoi.
Con una efectiva combinación de humor y tragedia, el autor desgrana las tentaciones y las obligaciones que lleva consigo la libertad: los placeres y desconcierto de la pasión adolescente, los compromisos arrumbados en la madurez, las consecuencias del anhelo desenfrenado de poder y codicia que arrasa nuestra sociedad. De esta forma, en los aciertos y errores de un grupo de personas que tratan de adaptarse a un mundo confuso y desnortado, Franzen ha esculpido un impresionante retablo de nuestra época.
La crítica no ha dudado en calificarla como una gran obra, intensa, de lectura apasionante. Una de esas cimas entre nubes que sólo alcanzan los elegidos. Una fiesta narrativa, Libertad es una bella y compleja exploración de un puñado de vidas íntimas. Hay sabiduría, inteligencia y felicidad en cada página, lo cual no es fácil, pero estamos ante una novela grande, emocionante e inolvidable.
La publicación de esta novela fue de tal magnitud que la revista Time le dedicó la portada, un honor que sólo había otorgado a un escritor pocas veces en su historia.
J. C. Gª Fajardo