Sociopolítica

Libertad virtual, libertad real

En las últimas semanas en Polonia han ocurrido numerosas manifestaciones y en varias ciudades, más o menos multitudinarias a favor de un internet libre, fuera del control de los estados, que han culminado ayer  con la suspensión de la firma del tratado ACTA por parte del primer ministro.  Durante ese tiempo, en España, los que otrora defendían la libertad por encima de todo, es decir, escritores, artistas y periodistas, han jaleado y palmeado los recortes de libertad en internet, al abrigo de la ley Sinde y del mismo tratado ACTA.

Quién les ha visto y quién les ve, porque muchos de ellos, sino todos, seguramente se absuelven a sí mismos por haber prestado y haber recibido en préstamo libros y discos y dvd’s a lo largo de su vida. Y sin embargo, pretenden encarcelar o cuanto, menos, multar y castigar sin acceso a internet a todos aquellos que hacen eso mismo desde su ordenador personal. La amnesia les sobreviene para juzgar conductas ajenas. Se despojan de sus escrúpulos, inconscientemente o no, para pedir la persecución de quien comparte libros o música o películas desde su ordenador.

Nos llaman ladrones sin rubor a los que compartimos archivos en internet, pero ellos no se consideran ladrones cuando prestan un libro o un cd a un amigo, o a un desconocido, o a quien sea. Incluso cuando hacían fotocopias de los libros de texto cuando estudiaban en la universidad.

Nosotros vulneramos derechos de autor, pero ellos no. Nosotros provocamos graves pérdidas económicas a las editoriales, pero ellos no.

Cuando alguien vaya a visitarles a su casa, y les diga: oye, ¿me prestas este libro?, esperemos que ellos contesten: ¡no! ¿Serás ladrón? ¡Cómpratelo y paga por leerlo!

Los estados, los gobiernos y los políticos, creen que internet es un espacio geográfico, y promueven leyes como si internet fuera lo mismo que un país, o una región, o el mar… Este enfoque metafórico que considera internet como un espacio geográfico que debe ser sometido a leyes restrictivas, al ser una simplificación, seduce a mucha gente, que acepta esas restricciones sin profundizar qué está en juego.

Pero internet, realmente, no es nada. Internet no es nada físico, ni una geografía. Esto que es obvio, hay que recordarlo. No existe un «país internet», y por lo tanto, no requiere señales de circulación, con prohibiciones o limitaciones, como sí lo requiere una carretera, por ejemplo.

Internet sólo es un protocolo informático, para conectar ordenadores personales que pertenecen a personas. Y cuando personas se relacionan entre sí, no configuran ninguna geografía ni espacio físico, sino un ámbito de relaciones privadas. Y ese ámbito de relaciones privadas, pertenece a la esfera de lo personal e íntimo.

Por este motivo es simplemente socialista que los estados pretendan imponer leyes que regulen los comportamientos de las personas, o leyes que apliquen castigos de manera preventiva. El castigo preventivo es el refugio de los socialistas.

Limitar y regular internet es lo mismo que limitar y regular el uso de un ordenador personal. Y eso es tan absurdo y denigrante como limitar o regular el uso de un bolígrafo y un papel.

Aquellos que claman para que internet sea restringido en favor de sus intereses económicos a costa de la libertad de uso del ordenador,  están argumentando que los estados y los gobiernos pueden recortar libertad de las personas para evitar que hipotéticamente alguien pueda menoscabar los intereses económicos de un tercero.

Porque bajo su razonamiento, están justificando que todo acto de libertad debe ser regulado. De manera que si compartimos la televisión en casa con los amigos, podemos estar perjudicando las ventas de televisiones, y por tanto, legitimar que el estado nos limite su disfrute a instancias de los grandes fabricantes de televisiones. Si leemos el periódico en un bar,  estaremos perjudicando las ventas de periódicos, y por tanto, las editoras podrían pedir al estado que regule sobre ello. Y así, sucesivamente, en tantos y tantos de nuestros actos cotidianos.

Por lo tanto, si esto es así, ¿por qué no lo hacen también en estos casos?

La diferencia está en que en el mundo real, no se puede vigilar ni evitar que veamos o no la televisión en compañía, o que nadie preste un periódico o un cd, o que haga una fotocopia de un libro… A ellos les gustaría, pero no podrían hacerlo. Ni siquiera en Cuba o Irán o Venezuela o China, el estado lo consigue.

Pero en internet todo ello sí se puede, porque prácticamente todo se puede rastrear y bloquear, dado que la tecnología permite hacerlo. Y aquí es cuando el problema se hace más desgarrador: pedir que internet esté limitado y regulado, es ante todo, un acto de cobardía y abuso hacia el más débil, el individuo.

La libertad que tenemos los individuos de disponer de nuestros bienes para nuestro disfrute y a nuestro antojo, conlleva siempre el menoscabo de los intereses económicos de un tercero. Por tanto, la cuestión esencial en  el debate de la libertad en internet es si esos intereses económicos son superiores a la libertad individual. Y llegados a este punto, ésta debe primar sobre aquella, porque de lo contrario, siempre se acaba imponiendo la voluntad de los que más capacidad tienen de influenciar al poder político y aliarse con él: los lobbies, las asociaciones y gremios, los sindicatos, las grandes corporaciones, los bancos, etc.  Y siempre en perjuicio del individuo.

Esto es precisamente lo que ha pasado en España con la ley Sinde, y lo que pretenden los gobiernos de todo el mundo que suceda con el tratado ACTA.

En nuestro país, escritores, artistas y periodistas que deberían ser los primeros en defender la libertad, son los primeros en pedir que se recorte. Imprudentes al aliarse con los intereses de los estados, políticos y grandes corporaciones, abonan el terreno para que dentro de unos años, todo flujo de información en internet solo pueda realizarse en portales de pago o financiados con publicidad.

Es posible que estemos viviendo una época que dentro de unos años recordaremos con nostalgia. Y muy posiblemente recordaremos internet como un entorno de libertad virtual: una realidad virtual en plena libertad, una inmensa ágora, en la que las personan se comunicaban, compartían, colaboraban y cooperaban, todo ello voluntariamente y sin coacción por parte de nadie. Un bonito ensayo del mundo de libertad real con el que muchos soñamos.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.