Sí, Merkel se marchó, y no precisamente para no volver. Esto es solo es el preludio. Merkel dejó claro que España ha hecho los deberes, y «que va por buen camino», pero advirtió que a medio plazo deberá abordar otra serie de reformas. Ahora ya sabemos quién le impuso el Pacto de las Pensiones al Sr. Rodríguez Zapatero, ni más ni menos que la propia Ángela Merkel, quien ha pasado a la acción junto a Nicolás Sarkozy para meter en cintura a España, dejando claro que en Europa ellos son los que mandan, y saltándose a la torera (aunque sepan poco de toros), ni más ni menos que a la Comisión Europea, que ya es decir. Lo que debería llevarnos a preguntarnos a todos los españoles, si han cambiado las reglas de juego en la Europa Comunitaria y, si ya no es el Ejecutivo Comunitario a quien le corresponde planificar y tomar las decisiones sobre la política europea. No es porque no crea en la necesidad de avanzar hacia la armonización fiscal de los países europeos como en parte propone la Sra. Merkel, tampoco porque no crea que las políticas que ha empleado en su país le haya permitido salir airosa de la crisis financiera, sino más bien, porque me parece que está asumiendo un papel que no le corresponde, y sí a la Comisión Europea, que afortunadamente suele ser más neutral. Desde mi punto de vista además, Europa debe elaborar políticas en función a los intereses de todos los socios europeos, y no solo en función de los intereses de Alemania o Francia.
Quizás alguien debería decirle Sra. Merkel que España no es un lander Alemán, ni tan siquiera un protectorado, y, que los intereses alemanes no son los mismos que los intereses españoles, que la economía española difieren notoriamente de la alemana; aunque quiero dejar claro, que con ello no quiero eximir la responsabilidad del gobierno socialista, por no saber emplear correctamente la política económica, ni en tiempo, ni en forma. No tengo dudas de que la responsabilidad absoluta y exclusiva de no haber utilizado adecuadamente la política económica, recae en el gobierno del PSOE, y en todos sus representantes políticos y económicos. Aunque, para ser completamente objetivos, tampoco debemos negar que «también es una irresponsabilidad que a los pirómanos se les pueda dejar cerillas y gasolina a guardar»; y esto es lo que ha hecho no sólo Europa, también Alemania, por su grado de influencia en las Instituciones europeas, con D. Rodríguez Zapatero. En pocas palabras, si hubo un pirómano y un incendio en España, de todo esto también se benefició Alemania, créame Sra. Merkel, y sino déjeme que se lo explico.
Mientras la economía española crecía a un ritmo importante (4% en 2006 y el 3,6% en 2007), la disminución de los tipos de interés en Europa, gracias a la intervención del BCE (Banco Central Europeo), no hizo más que incentivar la demanda y la inversión en toda Europa. Precisamente la política económica que ayudaría a países como Francia o Alemania a salir de su estancamiento, tendría efectos nefastos sobre nuestra economía española. La política monetaria europea acabó por sobrecalentar la economía española al incentivar en exceso la demanda gracias al crédito barato, generando así presiones adicionales sobre los precios que no sólo empeoraron nuestra competitividad, sino que también, y lo que es peor aún, ampliaron los efectos perversos de nuestra incipiente burbuja inmobiliaria y financiera.
Los economistas reconocemos que las políticas de tipos de interés bajos han sido el detonante de la crisis financiera mundial. Aunque también es cierto que en plena crisis financiera, Alemania, Francia, y el resto de la Europa Comunitaria, miraron hacia otro lado respecto al déficit. Aunque también es cierto que Alemania fundamentalmente fue muy cauta. En realidad la Unión Europea no puso en funcionamiento los mecanismos que impedían que los países se endeudaran y tuvieran déficit, y así algunos como España, terminaron por convertir la crisis financiera también en una crisis fiscal. En realidad la política fue del «sálvese quien pueda» que llevó a los países a seguir políticas distintas; no una política única y coordinada, como debía haber sido. La Unión Europea permitió que cada país hiciera lo que creía conveniente y, Alemania y Francia no dijeron nada en su momento, o tal vez no fueron tan contundentes como pretenden serlo ahora que ya pasó el vendaval en el seno de la Unión Europea. Lo cierto es que, sin una unidad fiscal (que es la que ahora quieren imponer Merkel y SarKozy), la Unión Europea era y será un barco a la deriva. Por eso a los economistas no nos debe extrañar que el problema del euro sea también la consecuencia de la falta de unidad en la política económica, fundamentalmente de carácter fiscal; pero sobretodo también, de una construcción europea poco social y alejada del ciudadano.
Le propongo una cosa Sra. Merkel, ya que usted se preocupa tanto por nuestro modelo de pensiones y por nuestro mercado de trabajo, y quiere que sea como el suyo, en aras de la unidad; y si cree que no deben haber diferencias, lo que debería es promover también una caja única para el Sistema de Pensiones en toda Europa, así nuestros jóvenes formados en España, con el esfuerzo y dinero de todos los españoles podrán trasladarse a Alemania, como usted quiere, y garantizar un mayor crecimiento de la producción de su país, o la de cualquier otro país europeo, en el momento que su economía nos demande personal formado en España y siempre que nuestros ciudadanos lo prefieran. Eso sí, si hemos de contribuir al crecimiento en otro país, que al menos las cotizaciones de nuestros nacionales sirvan para conseguir una pensión más alta y que ésta sea idéntica en todos los países europeos. Garantizaríamos así la correspondiente flexibilidad y la libertad de movimiento de personal cualificado por toda Europa, pero sabiendo que el coste de su formación y posterior expatriación compensará al trabajador que cotice en cualquier país. Eso sí sería construir una Europa más social, más próxima al ciudadano. Una Europa donde todos seamos iguales, donde todos nos podamos ver cara a cara, y no, donde algunos europeos vean al resto por encima del hombro.
Si hoy los mercados atizan a España, es porque aquí, como en los otros países que ya han caído (Grecia e Irlanda), las raíces de la crisis han sido múltiples, lo que nos ha hecho especialmente vulnerables. La injerencia Alemana para marcar la política española solo puede empeorar nuestra situación, pues las recetas alemanas, aunque pudieron ser útiles para aliviar los problemas de la crisis en Alemania, no lo son enteramente para resolver los nuestros, al menos no todas, pues las variables económicas que intervienen en nuestra peculiar crisis son bien distintas. Si el Ejecutivo de Zapatero llegara a aplicarlas, probablemente la economía española entraría en una nueva recesión, si no está entrando ya, gracias a políticas económicas similares a la que usted plantea. Así, salvar el Euro y a Alemania, a costa de hundir a España no es una buena solución Sra. Merkel. A estas alturas los ciudadanos españoles preferimos, que el Sr. Rodríguez Zapatero se deje dar por usted unos cuántos «azotitos en el pompis», en vez de cumplir con algunas de sus recetas.
Gunther Zevallos. Secretario Gral pCUA.
Vicepresidente del Proyecto Liberal Español.