No soy ningún ababol, solamente la humedad propia de la cellisca mengua mis facultades físicas, pero eso no me impide ver cómo la patulea de personajes que puebla nuestra sociedad asalta todos los órdenes de la vida e incluso la televisión que cada día se parece más a una ramería, cuando mas cretino se es más parece interesar al común de los mortales.
Ahora parece un alarde de modernidad airear intimidades con el fin de menoscabar y mancillar el honor del otro y lo malo es que dicha moda se va trasladando a los libros, creándose una nueva corriente de literatura basura, véase los libros de ajuste de cuentas entre parejas rotas que disfrazados de un toque pseudo biográfico intoxican el mercado con ínfulas historias pueriles que son del agrado de los adocenados que engullen todo aquello que no les exija el uso de sus neuronas que andan ya bajo mínimos.
Veo la estupefacción continua de aquellos que adoran todo lo que sale por la televisión como si todo fuese digno de encomio, me propusieron escribir sobre fútbol pero no me seduce al igual que la televisión me aburre, lo mismo que los libros de rencillas personales ahora tan en boga.
Mientras sigo descubriendo escritores muertos de los que llaman clásicos gracias a un taller literario, trato de mantener mis neuronas a salvo de la televisión y de la literatura basura que es aquella que está de moda y se consume de modo raudo.
No me voy a poner en plan batallador, eso sería como luchar contra molinos de viento y las palabras no son una buena arma, pues se las lleva el viento.
Sin duda está de moda la televisión, los libros bazofia y en un par de meses no me extrañaría oír en la radio programas roña, algún intento ya hay y parece que funciona con gran disfrute de la masa de adocenados que gozan de estos manjares, que jamás dicen basta subamos el listón, lo que triunfa es zafio, hiriente, vulgar y cretino y a poder ser carente de ideas, ni creatividad, mientras la estética y la corrección en todos los órdenes de la vida menguan ahora ya hasta en los libros.
¡Viva la modernidad!, así es el siglo XXI.