EL CRISOL – Pascual Mogica Costa
En absoluto tengo el menor deseo de dejar este mundo traidor donde nada es verdad ni es mentira, pero hoy estoy especialmente contento de estar vivo porque por fin he podido ver hecho realidad algo que vengo deseando desde hace muchos, muchísimos años. Este anhelo no es otro que ver el que se deje sin efecto la antidemocrática obligación de que por el mero hecho de tener una empresa más o menos importante, desde la grande a la familiar, tuvieras que pagar una cuota a las cámaras de comercio. Las cámaras de comercio se crearon a finales del siglo XIX, en 1890, y fueron reguladas por ley el 22 de marzo de 1993, persistiendo la obligatoriedad, en plena democracia, de tener que pagar una cuota aunque no se utilizaran y no fueran necesarios para muchos empresarios, sus servicios.
En la empresa en la que trabajé, prácticamente durante toda mi vida laboral, y en la que ocupe puestos de cierta relevancia en su departamento de administración, jamás, ni en los tiempos de la dictadura, se pagó cuota alguna a la Cámara de Comercio alicantina, y me negué sistemáticamente a que se pagara, aún a pesar de la insistencia del propietario de la empresa, el hombre estaba un tanto asustado, para que se atendiera el pago de tan injusto “impuesto”, la causa de mi empecinamiento venía dada por el hecho de que yo estaba convencido de que no podía pagar a una institución que para mí, para la empresa, no era necesaria. Eso sí, estaba totalmente de acuerdo en que quien utilizara sus servicios que los pagara.
Esta decisión del actual Gobierno de España, ha causado bastante alarma entre los dirigentes de la Cámara de Comercio de la Provincia de Alicante, que han vaticinado toda clase de males para las empresas y muy particularmente para las pequeñas y medianas, sin embargo los colectivos de comerciantes y de autónomos representados por la Asociación de Trabajadores Autónomos de la Comunidad Valenciana, que llevan reivindicando durante muchos años la supresión de esa cuota, han recibido la noticia con enorme satisfacción porque, según palabras de su máximo responsable, “era muy injusto porque nos obligaban a pagar por servicios que no utilizamos”. Asimismo el presidente de la Federación Alicantina del Comercio, Pedro Reig, mostró su “satisfacción” porque “por principios democráticos y por convicción liberal” era partidario de esta supresión. Según el Gobierno el no pagar estas cuotas supondrá un ahorro de 250 millones de euros anuales de los que 90 millones corresponden a autónomos y pymes. Según el Gobierno el no pagar estas cuotas supone un ahorro de 250 millones de euros anuales de los que 90 corresponderían a los autónomos y a las pymes.
La Cámara de Comercio alicantina, en los tiempos más recientes de la democracia ha servido, en algunas ocasiones, como lugar de tránsito para políticos en paro a la espera de relanzarse nuevamente hacia el espacio político y alguno de ellos ha llegado hasta a creer que la Cámara era su cortijo. Este tipo de cosas era y es, algo que en los tiempos actuales no podía continuar así.
Finalmente pedirle a usted, querido lector, que perdone mi narcisismo, eso sí, circunstancial y temporal, pero no me he podido contener y me he dado dos besos y me he felicitado porque fui uno de los adelantados en oponerse a tan flagrante injusticia de obligatoriedad. Lo mío fue un caso de “desobediencia civil”.