Muchos de nosotros nos sentimos orgullosos de ser humanos, y opinamos que el ser biológicamente seres humanos es la cima de un proceso que el darwinismo relató hace dos siglos. Darwin ha sido un científico de muy alta estima para el pensamiento racionalista-materialista al ignorar o despreciar el papel de la energía espiritual y de la conciencia ética en la evolución de las especies. Y si desde el punto de vista biológico podemos admitir con Darwin que la condición humana representa una cima, podemos afirmar igualmente que es un fracaso espiritual a la vista de cómo se manifiesta, tan alejada de las leyes de la naturaleza que todo animal respeta, y de las leyes de la naturaleza espiritual que todo ser espiritualmente evolucionado respeta igualmente.
¿Y cuáles son esas leyes espirituales?
Al margen de las creencias o de la fe que cada uno profese, constituyen el núcleo de algo tan sencillo como es el actuar con los semejantes como se desea que estos actúen con uno mismo y que en su forma negativa expresa que cada uno trata de evitar hacer a otros el mal que no desea para sí. ¿Cuántos de nuestra orgullosa especie aceptan esas leyes y se esfuerzan en cumplirlas?
El propósito de la evolución, entre tanto, no se limita a este mundo material que Darwin intentó comprender. Gracias a las enseñanzas proféticas actuales del cristianismo originario, acordes con el principio hermético “Como arriba, es abajo”, sabemos que existe la evolución de las especies en el mundo divino. Del mineral espiritual se evoluciona al vegetal espiritual, al animal espiritual, a ser de la naturaleza espiritual, y desde esta condición – y por medio de una pareja dual celestial y el amor de Dios-, se accede la filiación divina. Así fuimos creados nosotros como espíritus puros a imagen y semejanza de Dios hasta la Caída. A partir de entonces comenzó el proceso regresivo por el que finalmente acabamos teniendo un cuerpo físico y llegar a formar la humanidad.
Cuando la humanidad no está a la altura de los propósitos de la Naturaleza (ya que la explota y agrede sin medida como colectivo humano), ni de las leyes espirituales más elementales (pues la especie humana explota, agrede y violenta de muchos modos a sus semejantes y al reino animal) nos encontramos entonces ante personas con una imagen bien distinta tanto a la de la cima evolutiva de Darwin como a la del Creador Universal. Un estado evolutivo actual que:
Evidencia un fracaso social colectivo al producir terribles desigualdades que separan a los hombres en dos grupos extremos- y cada vez más distantes- de ricos y pobres.
Evidencia un fracaso ético en la organización del mundo como muestran las grandes corrupciones, vicios y perversiones personales y sociales que alcanzan de distinta manera lo mismo a las instituciones religiosas que a la administración de los Estados, a partidos, sindicatos, sindicatos, o al mundo diverso de las empresas y negocios.
Evidencia un fracaso familiar mientras el patriarcado siga siendo el patrón de vida, como ponen de manifiesto los numerosos conflictos que producen enfermedades, separaciones, y hasta asesinatos en las familias tradicionales donde el machismo representa al orden social jerárquico dominante.
Evidencia un fracaso cultural cuando las guerras siguen siendo una constante universal, independientemente del grado de cultura adquirida por los ciudadanos de los países que participan en ellas, y de los discursos de las religiones (1)
Evidencia un fracaso económico al haber elegido modelos de desarrollo insostenibles basados en la explotación ilimitada de recursos para un Planeta de recursos limitados. Considerando que quienes dirigen la economía son personas cultas, de nuevo nos hallamos ante otra evidencia de que la cultura solo es un barniz, no algo medular en nuestra especie.
El resumen de todo esto evidencia un fracaso personal a gran escala, que es posible superar solo si se cumplen el propósito de la Naturaleza y las leyes de Dios.
Lo numerosos casos de enfermedades psíquicas, intelectuales y físicas que constatamos en nuestro mundo ponen ante nuestros ojos la penosa realidad de hallarnos en un camino evolutivo en pleno atasco, en un permanente estado de desarmonía y conflicto personal interno, que al fin y al cabo determina todas las otras formas de comportamiento colectivo.
Esta especie nuestra, aunque ha sobrevivido y malvivido hasta hoy en este planeta, su bajo nivel espiritual, ético y social, ha originado un profundo malestar entre personas y naciones que nos ha llevado a grandes enfrentamientos y sufrimientos y que por primera vez en toda la historia amenaza las condiciones de vida del Planeta mismo que le da cobijo. Y La Tierra responde, pues al ser una entidad biológica activa, se revuelve contra todo el veneno que le vierte la humanidad y se defiende provocando toda suerte de catástrofes con sus terremotos, inundaciones, huracanes, incendios. Los cuatro elementos clásicos: agua, aire, fuego y tierra están ya en contra nuestra por haber sido alterados y se defienden juntos y por separado. ¿Aprenderá nuestra especie a tomar el camino de la verdadera evolución ante tanta desgracia y sinrazón? ¿O llegaremos hasta las últimas consecuencias del camino iniciado que ya podemos suponer cuáles son?
- La crisis humanitaria producida por las guerras en Oriente y que ha originado un éxodo hasta Europa tan enorme como difícil de detener, está siendo un auténtico test que pone de manifiesto el actual estado de la humanidad y la falta más elemental de conciencia de quienes dirigen las naciones del mundo. A lo que habría que añadir el vergonzoso affaire de los llamados “Papeles de Panamá” que revelan una cantidad ingente de dirigentes políticos y sus amigos ricos que evaden impuestos en sus propios países mientras ofician de patriotas salvapatrias. Todos ellos forman una verdadera vanguardia de la desvergÁ¼enza humana ¿Qué diría Darwin?