Hace medio siglo que empecé a comentarlo, puesto que “ésta breva” que se debe a Franco y sus gobiernos, la han seguido cultivando (como tantas otras procedentes de igual origen) los nuevos gobiernos que al morir el dictador, nos prometieron las maravillas que hemos disfrutado y estamos disfrutando y las que nos tienen, no satisfechos, no… “nos tienen contentísimos” y a la vista están las encuestas y lo que la mayoría de españoles opinan ya y procedentes de todas las tendencias, salvo la de los adscritos “a la teta nacional” y por causas más que lógicas.
Y “la breva” es el denominado “paro obrero” y el que nunca debió entregarse al parado y gratuitamente, sino al contrario, tenerle preparados una serie de trabajos a sustituir por el que ha perdido (aunque no fuese de igual cometido) y ofrecérselos a cambio; con la ventaja de que si aceptaba alguno menos remunerado, ello no le supusiera merma en sus derechos al cobro, pero sí obligándole a que para cobrar tendría que aceptar uno y dentro de lo que dispusiera el Estado, en todo su territorio.
De esta sencilla forma, se hubiese evitado esa corrupción que viene desde los tiempos de Franco (no es nuevo ello hoy) y la gente se hubiese acostumbrado que para cobrar hay que trabajar; puesto que es incuestionable que el que puede trabajar cobre sin dar golpe; cosa ésta a dedicar a los que de verdad y que por enfermedad o nacimiento, están imposibilitados para ello y que deben recibir unos emolumentos dignos, simplemente para vivir con esa mínima dignidad y a tenor con los tiempos.
Por la misma razón, nunca se debió permitir ese “parado crónico” cual es el denominado “liberado sindical”, que está liberado de trabajar pero no de cobrar y que para mayor abuso, cobra incluso cuando los que trabajan habitualmente no cobran; o sea que aún estando en huelga, el liberado cobra. ¿Esto es comprensible en cualquier legislación ajustada a derecho igualitario? Creo sinceramente que no, en absoluto.
En mis muchos viajes, he visto tantas cosas que relataré una de ellas, por cuanto concuerda con lo del cobro si se trabaja o no.
Lo que refiero ocurría en el siglo pasado y mucho antes de que acabase, o sea que hace ya más de treinta años. Nos encontrábamos mi esposa, yo y otro matrimonio amigo, visitando el denominado “Campo de Gibraltar”.
Era la época en que estaba reciente la apertura de “la verja” (que como español, opino que nunca debió de abrirse y obligar a los ingleses a que el contrato de anexión efectuado hace ya casi tres siglos, fuese cumplido con el extremo rigor, por lo que hoy tampoco existiría el aeropuerto (tampoco lo que siguen robando del mar para ampliar el territorio) y menos el paraísos fiscal que hoy allí existe)… y es por lo que decidimos hacer una vista “al peñasco” dedicándole unas horas matinales.
Pasada la aduana, nos internamos en la pequeña población y decidimos recorrerla, para lo que alquilamos un taxi (que los cobran bien caros allí, puesto que siguen viviendo de la caza de lo que llega) y nos fue llevando, por los lugares más notables de tan peculiar colonia británica en territorio español.
En un determinado lugar, había sentado en una modesta mesa, un hombre ya de edad y que al parecer, cumplía una función oficial como guarda o cuidador de aquel entorno (creo recordar era el lugar de una de las colonias de monos africanos: puesto que son procedentes de las montañas del Rif, que se encuentran en la costa de enfrente).
Como en la colonia se habla español más que inglés, aunque sea una derivación del español andaluz y que allí le denominan “llanito”; que en realidad es el idioma de los gaditanos de aquella parte, pues empecé a hablar con él y preguntarle cosas del peñón, de su oficio, de lo que le pagaban y en fin, datos y curiosidades de quién escribe por afición y gusta de saber cuantas más cosas mejor.
Aquel hombre me dijo y me sorprendió, puesto que más o menos dijo… “yo estoy jubilado, pero para cobrar la pensión tengo que hacer un trabajo auxiliar como éste o similar a éste”. Creo que me dijo todo ello, puesto que de no hacerlo, la pensión que le pasaba “la roca”, era de miseria y con aquel trabajo suplementario, el hombre podría vivir.
Lógico y de lógica aplastante es lo que el ministro actual de trabajo (Corbacho) haya declarado, amenazando con retirar el subsidio de desempleo a aquellos parados que no acepten una oferta de empleo (diario Hispanidad 02-08-2010). Y no hablemos del “sub-ministro” catalán, que está tratando de que los parados, vayan a recoger fruta… ¡¡Lógico!! Así, seguro que muchos encuentra trabajo rápido y salen “del sumergido” o…se van a la fruta o a donde sea, pero a trabajar.
Y aunque no estamos en tiempos muy religiosos, conviene recordar la sentencia cruda y concisa del consolidador del Cristianismo… ¡¡Que el que no trabaje que no coma!! Lo ordenó en una de sus cartas, o “edictos”, nada menos que al que conocemos como San Pablo. Lo que ocurre es que “eso como tantas cosas hoy está olvidado”.
Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
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