Hace 100 millones años, el planeta era un lugar inhóspito y peligroso, habitado por temibles criaturas que hoy podrÃan convertir nuestros sueños en las más aterradoras pesadillas. En esa época, los dinosaurios no estaban solos; compartÃan su hábitat con cocodrilos gigantes que les acechaban. Ahora, el descubrimiento de los fósiles de cinco cocodrilos antiguos del Sáhara, tres de ellos nuevos para la ciencia, vuelve a despertar viejos fantasmas.
Gondwana era la masa de tierra meridional que estos gigantescos reptiles poblaron durante el Cretácico (hace entre 135 y 65 millones de años). Ahora este territorio es conocido como el desierto del Sáhara en Ãfrica. Aunque en esa época los dinosaurios dominaban el planeta, los cocodrilos, que podÃan llegar hasta los 12 metros de longitud, les retaban e incluso les percibÃan como presas porque eran animales ágiles y erguidos que cazaban en la tierra.
A sus cualidades fÃsicas se unen las morfológicas. Los cinco cocodrilos tenÃan caracterÃsticas similares a animales como el jabalÃ, el perro, la rata y el pato. Asà lo demuestran los fósiles hallados entre rocas y dunas barridas por el viento y desenterradas ahora por Paul Sereno, catedrático de la Universidad de Chicago (EE UU) y explorador residente de Nacional Geographic.
“Estas especies abren una puerta a un mundo de cocodrilos completamente diferente a los animales que vivÃan en los continentes septentrionalesâ€, afirma Sereno. Los cocodrilos corrÃan y nadaban por zonas que en la actualidad pertenecen a NÃger y Marruecos donde anchos rÃos discurrÃan por las exuberantes planicies.
Los resultados de las excavaciones, que comenzaron en el año 2000 y que obligaron a los paleontólogos a soportar temperaturas de más de 51ºC, se publican ahora en la revista ZooKeys y en el último número de Nacional Geographic, y describen en detalle las cinco especies de estos reptiles.
Los primeros restos fósiles que el investigador encontró en el Sáhara fueron los de Sarcosuchus imperator, conocido como el supercocodrilo que medÃa 12 metros de longitud y pesaba unas ocho toneladas. Según Sereno, es el cocodrilo más grande que han hallado, “pero no el más extrañoâ€.
La mayorÃa de las especies descubiertas caminaban erguidas, con los brazos y las piernas bajo el cuerpo como un mamÃfero terrestre, en vez de extendidas hacia los costados con la panza tocando el suelo. Entre los nuevos cocodrilos primitivos encontrados por Sereno y su equipo destaca Kaprosuchus saharicus, denominado coloquialmente CocojabalÃ, cuyos fósiles se hallaron en NÃger. Este animal era un carnÃvoro de seis metros de largo con un hocico acorazado para embestir y tres grupos de colmillos en forma de daga para cortar. Su pariente más cercano se ha encontrado en Madagascar.
Araripesuchus rattoides o Cocorrata para los amigos es otra nueva especie descubierta en Marruecos. MedÃa un metro de longitud, tenÃa una postura erguida y comÃa larvas con la ayuda de dos grandes incisivos en la mandÃbula inferior que servÃan para escarbar en busca de comida. Su pariente más cercano está en Suramérica.
La tercera especie desconocida hasta ahora es Laganosuchus thaumastos, también conocida como Cocotortita, encontrada en NÃger y Marruecos. Este reptil era un ictiófago de poca altura y de seis metros de longitud con una cabeza de un metro, plana como una tortita. Sus dientes tenÃan forma de pincho en unas mandÃbulas finas. Según los cientÃficos, probablemente permanecÃa inmóvil durante horas con las mandÃbulas abiertas esperando a una presa. Su pariente más cercano es de Egipto.
Las arenas del desierto del Sáhara en NÃger han revelado también la presencia de Anatosuchus minor o Cocopato, una especie ya conocida, que medÃa un metro de longitud, tenÃa la postura erguida, y comÃa peces, ranas y larvas. Su hocico era ancho y sobresaliente y poseÃa una nariz como la de Pinocho. Las zonas sensoriales del extremo del hocico le permitÃan hozar por las orillas y las aguas poco profundas en busca de presas.
Los últimos fósiles hallados en NÃger y comprenden cinco esqueletos en un único bloque de roca pertenecÃan a Araripesuchus wegeneri, denominado Cocoperro. Este cocodrilo medÃa un metro de longitud, su posición era erguida y también era larvÃfago, con una nariz suave y parecida a la de un perro apuntando hacia delante. Los paleontólogos creen que era un corredor ágil, aunque también sabÃa nadar. Su pariente más cercano está en Argentina.
“Nos sorprendió encontrar tantas especies de la misma época en el mismo lugar. Aparentemente, cada uno de los cocodrilos tenÃa una dieta y un comportamiento diferente y parece que se habÃan repartido el ecosistema y que cada especie lo habÃa aprovechado a su maneraâ€, comenta Hans Larsson, paleontólogo catedrático adjunto de la Universidad McGill de Montreal (Canadá) y miembro del equipo que descubrió los huesos del cocojabalà y el cocotortita.
Nuevas incógnitas
El hallazgo de los “supercocodrilos†ha hecho surgir nuevas incógnitas para los cientÃficos sobre cómo vivieron y cómo se movÃan. Los fósiles demuestran que la mayorÃa estaban erguidos y eran ágiles, pero Sereno viajó al norte de Australia, donde observó y capturó cocodrilos de agua dulce, para confirmar su teorÃa.
En OceanÃa el explorador descubrió una de las claves del éxito de esta especie: los cocodrilos actuales de agua dulce corren a toda velocidad por tierra y luego, al llegar a la orilla, saltan al agua y se alejan nadando como peces. Según Sereno, por tierra se movÃan de forma similar a la de los mamÃferos que corren, pero en seguida se “convertÃan†como peces, con la ayuda de sus colas para propulsarse dentro del agua.
Para Sereno y Larsson, estos primeros cocodrilos eran pequeños corredores de postura erguida; los más ágiles podÃan correr por tierra y, al haber desarrollado una cola natatoria, podÃan ser más hábiles y veloces en el agua. Son dos formas de locomoción que se han propuesto como hitos evolutivos de los últimos 200 millones de años.
“Los cocodrilos africanos parece que tenÃan tanto patas ágiles y erguidas para saltar sobre la tierra, como una cola versátil para remar dentro del agua. Sus habilidades anfibias del pasado pueden ser la clave para comprender cómo prosperaron, y en última instancia sobrevivieron, durante la era de los dinosauriosâ€, manifiesta Sereno.
A esto se añaden “funciones cerebrales ligeramente más sofisticadas que las de los cocodrilos actualesâ€, apunta Larsson quien añade que cazar en tierra suele requerir más capacidad cerebral que limitarse a esperar a que aparezca la presa, como hacen los actuales.
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El documental When Crocs Ate Dinosaurs (Cuando los cocodrilos comÃan dinosaurios), se estrenará a las 21h ET/PT el sábado 21 de noviembre en el canal National Geographic.