El señor Negro, dueño de una galería de arte, no sabe ya cómo hacer frente a las facturas. Dispone de un local céntrico con una buena reputación durante años. La cartera de clientes recoge a coleccionistas y compradores que en otros tiempos componían un círculo virtuoso que se retroalimentaba con todos los agentes necesarios. Artistas: posiblemente ventas; artistas más conocidos: mejores ventas; más apuestas emergentes: rentables negocios. Fiel al lema: El gasto es inversión, no escatimó medios para estar en la onda. Al final los números no engañan, sus temores tampoco. Ahora está abocado al cierre, no va más.
El señor Verde es periodista. Su labor de difusión del arte es seguida por numerosos lectores en diversos medios de comunicación aunque su faceta más popular es la de conductor de un programa televisivo en el que tienen cabida todas las Bellas Artes y que goza de una gran audiencia. Quizá el señor Verde no padece los efectos de la crisis porque tiene trabajo pero puede que la Cadena que le procura el programa sí piense en ajustes. Del “share” sobra todo lo que no atrae a la masa. Primero los culturales; tiempo habrá de colar gato por liebre en películas de serie Z. Nuestro señor Verde pone involuntariamente epílogo a esa actividad; hace cuentas: ¿Las ventas de sus libros? ¿Los artículos en la prensa? ¿Las colaboraciones? En su interior sabe que todo ello puede ser efímero si se acaba hablando de rentabilidad y tiradas.
El señor Azul es concejal del Ayuntamiento. El área de su gestión política es Cultura. Tiene consejeros y técnicos que dicen entender de esos temas. Delega casi todo menos su firma y así se le puede seguir por los prólogos en los catálogos de las exposiciones y eventos patrocinados. Nadie conoce sus gustos artísticos o literarios. Lleva dos legislaturas en el cargo; en la anterior, las órdenes eran que las corporaciones debían endeudarse. Todos los departamentos cumplieron fielmente la consigna. El suyo, Cultura, no podía ser menos; pero la inversión en proyectos culturales necesitaba de una buena proyección que procurase votos para el futuro. Se tiraron las casas por las ventanas. Equipamientos, museos, que no falte de nada. El señor Azul pudo presumir de edificios. -¿Contenidos? ¿Han dicho contenidos? Eso no es inversión, sólo es gasto corriente- dicen que decía el concejal. Con la actual legislatura han cambiado las consignas: Ahorrar. Ahorro como necesidad para evitar la quiebra. Los contenidos de los que se burlaba el señor Azul dormitan por los rincones de la Caja vacía.