El pasado miércoles día 6, fecha en que se publicaron los resultados de la última encuesta elaborada por el CIS, los comentaristas participantes en las diversas tertulias de opinión, periodistas y políticos mayoritariamente de orientación conservadora, disfrutaron criticando a Rubalcaba por haber batido todos los récords en base a ese 91% de españoles que dicen “no confiar en él”.
En efecto, el registro alcanzado por el secretario general del PSOE posiblemente no tenga parangón y constituye un tremendo mazazo, pero analizando más detenidamente este parámetro, en el caso del Presidente del Gobierno, la desconfianza se cifra en el 87,8% que tampoco dice mucho en su favor. En definitiva, 3,3 puntos les separan, pero curiosamente nada se comentó sobre el apartado de “valoración de líderes”, en que la situación se invierte ya que la puntuación de Rubalcaba, 3,13, es superior a la de Rajoy, 2,42, situado entre los 4 últimos de los 14 valorados. Si los sondeos de opinión tuviesen algún poder decisorio, lo suyo sería obligar a ambos a presentar la dimisión irrevocable y enviarles a sus respectivas casas para que disfruten de sus magníficas pensiones.
Rubalcaba está tan preocupado con su supervivencia que ya olvida los deberes como responsable de la oposición y repite constantemente los mismos argumentos en todas sus apariciones públicas. Para un amplio sector del PSOE está totalmente amortizado aunque él se niegue a reconocerlo lógicamente. Según la leyenda urbana, a este viejo político siempre se le ha adjudicado una inteligencia extraordinaria, que para nada coincide con los magros resultados de su nefasta gestión, deviniendo en un auténtico bluf. Siempre arrastrando odios y sembrando desconfianzas. El poder alcanzado en el seno del partido, muy disminuido actualmente, no fue logrado precisamente por la aportación de ideas y acertadas decisiones, sino por el temor que siempre ha inspirado entre compañeros y subordinados.
Sobre la encuesta del CIS, toda su defensa ha consistido en decir que los datos están manipulados, pobre disculpa cuando los resultados no favorecen. Su liderazgo se está diluyendo con demasiada rapidez. Luchar contra la celebración de primarias es una batalla perdida, y si decide presentarse por considerar que está por encima de sus posibles competidores, tampoco le hace muy feliz el tener que competir contra políticos de la talla de Madina, Chacón, López, Susana Díaz, Tomás Gómez, etc. Rubalcaba se ha convertido en un incordio para el partido, pero nadie se atreve a darle la carta de despido y prometerle un mausoleo.
En lo que respecta al Presidente del Gobierno, también cabria preguntarse cuales son sus méritos con independencia de los que le adjudican sus corifeos del botafumeiro. Si España está intentando superar la crisis que padecemos, que nadie se equivoque, no es producto del Gobierno y sus ministros, sino por el esfuerzo titánico de nuestros empresarios y trabajadores que están dejándose la piel.
Tras dos años de legislatura, Rajoy solo ha conseguido mantenernos en permanente incertidumbre, someternos a una presión fiscal insufrible, continuar con los seis millones de parados y para demostrar la eficacia y diligencia de su mandato, tener que soportar el desafío soberanista catalán para vergÁ¼enza de todos los españoles, incluidos muchos catalanes. A todo ello hay que añadirle el grano que le ha salido con su mentor José María Aznar, que aprovecha cualquier oportunidad para criticar su forma de interpretar la política y su permanente falta de decisión.
Todas las aspiraciones y esfuerzos del Jefe del Ejecutivo parecen estar orientadas a conseguir una segunda legislatura. Cualquier cosa menos tener que soportar las mofas y befas por parte de socialistas, otros partidos y hasta de algunos del PP, a pesar de las declaraciones de Dolores Cospedal García (sin el “de” que añade para adornar el apellido), afirmando que en su partido no hay desavenencias como en el PSOE. Claro que si no es capaz de emular al desdichado Zapatero, el trauma puede ser terrible, con el agravante de que la profecía se cumpliría pasando a la historia como “Mariano el Breve” se habría cumplido…
Con independencia del trauma separatista, Rajoy mantiene demasiados frentes abiertos que no sabe, no quiere o no es capaz de solucionar tales como: el caso Bárcenas, presunta financiación ilegal del partido, varones discrepantes, corriente crítica dentro del partido y una secretaria general que no mete más la pata porque no entrena. Decir que José María Aznar pertenece al pasado y que hay que»mirar al futuro» no pasa de ser otra imbecilidad más como la del «finiquito en diferido»; de donde se deduce que más le valdría observar un discreto silencio….