Sociopolítica

Los disidentes cubanos son los verdaderos enemigos del Imperio

La oposición cubana no tiene futuro hoy ni lo tendrá mañana.

Los disidentes viajeros del siglo XXI sin excepción, dadas sus probadas relaciones (económicas y políticas) con los Estados Unidos, una nación que ha sido considerada de manera constante (no solo por la dictadura castrista) sino por numerosos intelectuales cubanos y extranjeros, como enemiga de la nacionalidad cubana desde principios del siglo XIX, cometen el mismo error histórico perpetrado por los “patriotas cubanos” en 1895; por esa razón, sus gestiones políticas opositoras, a pesar de lo públicamente declarado por ellos mismos, no sólo NO conducen a una solución “interna” para el problema cubano, sino que propician en el caso de un conflicto civil, la intervención del Ejército de los Estados Unidos, como ocurrió en abril de 1898, con las subsiguientes consecuencias (totalitarismo) ya de sobra conocidas.

El período comprendido entre el 20 de mayo de 1902, fecha de la proclamación de la Primera República de Cuba y el primero de enero de 1959, momento de la instauración de la dictadura, el acontecer político dentro de la isla ha sido resultado y consecuencia de la influencia de los Estados Unidos sobre los asuntos internos de la nación; por la misma razón, y a pesar de toda lógica aparente, a partir de esa fecha, la falta de influencia directa de la ya, en aquel entonces, primera Potencia Mundial sobre los asuntos internos cubanos, tampoco ha cumplido con las expectativas (desarrollo económico, político y cultural) creadas por el actual sistema socialista, aprobado y sostenido (aun en la actualidad) por amplios sectores de la población civil.

No vamos a argumentar aquí sobre el significado jurídico y las consecuencias legales de la connivencia de los nuevos opositores cubanos, pues de ello se encargan a la sazón las mismas autoridades norteamericanas y cubanas, así como numerosos observadores de la realidad insular. Este artículo recordará desde el punto de vista histórico, cómo se ha manifestado el interés de los Estados Unidos por la nación caribeña y cómo el actual estado político y económico de la isla de Cuba, propician el resurgimiento de un debate anexionista dentro y fuera de Cuba, por último intentará demostrar que las opciones de futuro para Cuba son las mismas planteadas por la historia hace 117 años.

Ambiciones norteamericanas

«¢ Benjamín Franklin, uno de los padres de la independencia estadounidense, ya recomendaba a Inglaterra en la época de las trece colonias la toma de la Isla de Cuba. En 1783, habiendo transcurrido siete años desde su Declaración de Independencia sin ser aún un estado político federal, John Adams propugnaba la anexión de Cuba y Puerto Rico basado en consideraciones estrictamente económicas a Estados Unidos.

«¢ En 1805 se revela un antecedente, cuando el presidente Thomas Jefferson, expresó oficialmente el interés de los EE.UU por Cuba al notificar al Ministro de Gran Bretaña en Washington, que en caso de guerra con España, los EE.UU se apoderara de Cuba.

«¢ En 1823, John Quincy Adams, formuló la tesis conocida en la historia cubana como la política de «la fruta madura», según la cual Cuba por su cercanía geográfica, debía caer en manos de los EE.UU. James Monroe afirmaba que «agregar Cuba era lo que necesitaban los Estados Unidos, para que la nación americana alcanzara el mayor grado de interés… Siempre la miré como la adquisición más interesante para nuestro sistema de estado».

«¢ En 1926 el delegado durante el Congreso de Panamá el delegado norteamericano disuade a México y a Colombia de enviar expediciones armadas a Cuba y a Puerto Rico.

«¢ En 1848, el presidente Polk trata de comprar Cuba a España por 100 millones de dólares de la época. Intentos similares harían en 1853.

«¢ La insistencia de EEUU en la compra de Cuba es un tema reiterativo de su política exterior pues en 1853 el presidente Pierce reintenta la compra de la isla.

«¢ En 1855, se interpela al Congreso respecto a una oferta, realizada en una reunión de embajadores norteamericanos en Europa en Ostende (Bélgica). Ofrecen un cheque en blanco por la isla, añadiendo que en caso de negativa, igual obrarían por apoderarse de Cuba por otros medios, se desestimó la oferta utilizando el argumento después utilizado por numerosos políticos de que “primero preferían hundir la isla en el mar”.

«¢ 1861 es el turno del presidente Buchanan de intentar una nueva transacción infructuosa.

«¢ En 1869, terminada la Guerra de Secesión y cuando ya ha comenzado en Cuba la primera Guerra de Independencia («Guerra de los Diez Años») se ofrece la compra de Cuba a Prim que en 1870 debe dar explicaciones en el Congreso de los diputados.

«¢ Por último, el presidente Ulysses Grant hace un nuevo intento de adquirir la Isla mediante compra y en fecha tan cercana a la intervención estadounidense como 1897.

Estas tentativas oficiales, estuvieron marcadas por el paréntesis anexionista y el apoyo a expediciones armadas como la de Narciso López de 1850.

A pesar de todo eso los “patriotas” nacionalistas cubanos, desde Céspedes hasta José Martí, buscaron el apoyo de los Estados Unidos contra España, sin tomar en consideración estas evidencias, que eran, ya en aquella época, de notoriedad pública. A esta falta de “patriotismo” por decirlo de alguna manera, se añade el hecho cierto y probado de los empréstitos millonarios realizados por Tomás Estrada Palma, en nombre del pueblo de Cuba y de la nueva nación que se iba a crearse, una vez que acabara la soberanía española en Cuba, dineros con los que se financiaron la compra de los votos por la que fue aprobada la Resolución Conjunta en 1898.

Un modelo de desarrollo atípico en Occidente

La segunda mitad del siglo XX ha sido marcada por la llegada y afincamiento de Fidel Castro en el poder. Los intentos para subvertir el nuevo régimen nunca han cesado por parte de los Estados Unidos. Este conflicto de “baja intensidad” enmarcado dentro de la Guerra Fría al menos hasta la llegada de Gorbachov a poder en la extinta Unión Soviética, ha servido de cómodo pretexto a la dictadura castrista para justificar el totalitarismo político, impidiendo el surgimiento de una oposición pacífica e independiente dentro de Cuba.

A pesar de los indicadores sociales positivos, (obtenidos gracias al subsidio soviético) reconocidos por la Naciones Unidas, como resultado de la caída del muro de Berlín y del Campo Socialista, el proyecto político castrista colapsó económicamente desde 1994 con el Maleconazo que fue su síntoma evidente. La profunda crisis, desencadenó el descalabro de los altos indicadores de bienestar social alcanzados hasta principio de los años 90. A pesar de todo eso, las reformas económicas necesarias para la supervivencia de la nación dentro de un mundo globalizado han sido retardadas (justificadas también por la hostilidad norteamericana), gracias a la aparición del milagroso subsidio venezolano; sin embargo, para el régimen resulta cada vez más improbable (sobre todo tras la enfermedad de Fidel Castro) el mantenimiento de un sistema socialista ortodoxo, negando por ejemplo, los éxitos evidentes de China y de Vietnam, que han conciliado (en apariencia) el socialismo con el mercado. Todo parece indicar que el actual equipo gobernante, encabezado por el menor de los Castros, ha emprendido también el camino de un Socialismo de Mercado en Cuba, lo que garantizaría paulatinamente el afianzamiento económico de la clase dominante y su supervivencia.

Tal y como se presenta, la oposición cubana no tiene futuro hoy ni lo tendrá mañana, pues no sólo depende económicamente de Washington para sobrevivir (lo que la descredita totalmente ante una población altamente politizada y manipulada por el régimen) sino también vivir a cuenta de la propia dictadura, que la tolera porque su falta de legitimidad conviene a sus planes inmediatos. Una oposición financiada desde el exterior prueba, in fine, ante el resto de las naciones hostiles a Washington (abierta o solapadamente) y sobre todo, ante su propia población descontenta, que la amenaza sigue siendo real y que valen la pena en consecuencia, todos los sacrificios reclamados, incluyendo por supuesto, la falta de reformas políticas.

Las alternativas

La independencia y la soberanía nacional han sido secuestradas durante casi 60 años por el discurso castrista, el único que ha sido capaz de sostener (casi por milagro) esta alternativa. Sin embargo, el fin repentino del subsidio venezolano podría acelerar el descrédito de este conservatismo que no dice su nombre. La crisis social provocaría, sin duda alguna, la represión activa de las fuerzas represivas de la dictadura; una situación impensable (y temida) para los Estados Unidos a sólo 90 millas de sus costas. En consecuencia, tendrían que decantarse por una rápida intervención militar, al final de la cual, quedarían sin dudas instalados en el poder (como ha sucedido en Iraq y en Afganistán) algunos miembros conocidos de esta oposición; algo que ocasionaría inevitablemente, dada la falta de cultura democrática (probada ya antes de 1959 y que no ha hecho más que degradarse con el castrismo, sin olvidar los argumentos antes expuestos), una repetición de la Historia. A esta amarga realidad, sólo pueden oponerse de manera válida dos viejos discursos, puestos recientemente al orden del día sin apoyo institucional: El Anexionismo, representado por el Partido de integración Cubano Norteamericano (PICA) y la Autonomía, encarnada en España por el Partido Autonomista Cubano Español (PACE).

Conclusiones

Resulta curioso como la crisis económica ha llevado a Cuba a la ruina y al hundimiento de los ideales que un día la hicieron brillar ante el resto de las naciones latinoamericanas. En 1898 los españoles independentistas para salvar el país de la ruina, pero sobre todo, para asegurar su preponderancia política, hicieron entrar a los Estados Unidos dentro del juego nacional. Sin su apoyo decidido Cuba seguiría hoy siendo española. Para asentar su legitimidad, manipularon la historia, desencadenando el movimiento inevitable que ha conducido 115 años después al país a la vía sin salida en al que se encuentra actualmente. El apoyo visible de los representantes norteamericanos a la oposición cubana, refuerza a la dictadura, envuelta en el mismo proceso de transformación económica que ha dado resultados positivos en otros países comunistas del globo, sin embargo Cuba no es Vietnam, ni mucho menos China, por eso, su economía, nunca podrá ser autosuficiente. Su privilegiada situación geográfica la hicieron y la harán en el futuro, objeto de deseo de naciones más poderosas. Las consecuencias lógicas de estas realidades imponen nuevamente estos dos únicos caminos.

Una consulta democrática sin injerencias extrajeras sobre estos dos temas se impone como solución de consenso a la crisis y al caos.

Notas y comentarios

La sección 1705 de la ley Torricelli estipula que «Estados Unidos proporcionará asistencia a las organizaciones no gubernamentales adecuadas para apoyar a individuos y organizaciones que promueven un cambio democrático no violento en Cuba». La sección 109 de la ley Helms-Burton también es muy clara: «El presidente [de Estados Unidos] está autorizado para proporcionar asistencia y ofrecer todo tipo de apoyo a individuos y organizaciones no gubernamentales independientes para unir los esfuerzos con vistas a construir una democracia en Cuba». El primer informe de la Comisión de Asistencia a una Cuba libre prevé la elaboración de un «sólido programa de apoyo que favorezca la sociedad civil cubana». Entre las medidas preconizadas se destina una financiación, por importe de 36 millones de dólares, al «apoyo de la oposición democrática y al fortalecimiento de la sociedad civil emergente». El segundo informe de la Comisión de Asistencia a una Cuba Libre prevé un presupuesto de 31 millones de dólares para financiar, todavía más, a la oposición interna. Además está prevista una financiación de al menos 20 millones de dólares anuales, con el mismo objetivo, para los años siguientes «hasta que la dictadura deje de existir».

«Esta república no es un producto cubano; no ha sido modelada por ellos ni siquiera la han influido. Es, por el contrario, una manufactura totalmente americana. Los americanos la han construido. América volvería a levantarla si se derrumbara. La influencia americana lo sostiene aquí todo en estos momentos. Si descubren algo para criticar, o si fracasa, los americanos deben recordar al formular sus criticas que se enfrentan con una obra de sus propias manos.» Irene Aloha Wright, citada por Mariano Ospina Peña.

Jonathan D. Farrar, «The U.S. and the Role of the Opposition in Cuba», United States Interests Section, 9 de abril de 2009, cable 09HAVANA221.

Wikileaks, la diplomacia estadounidense y la disidencia cubana (+ Audios)

Conversaciones con la bloguera cubana Yoani Sánchez (2/2)

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.