El resurgimiento de la izquierda en el siglo XXI no puede ocurrir sin el análisis de los errores que se cometieron en el pasado. La izquierda debe aprender de las experiencias históricas para usar nuevas estrategias. Y dicho análisis hay que hacerlo con un espÃritu libre y crÃtico que cuestione las verdades “intocablesâ€.
La crisis ideológica es la principal causa de la crisis de la izquierda. Como decÃa Lenin, Sin teorÃa revolucionaria no hay práctica revolucionaria. Actualmente tenemos una izquierda dividida fundamentalmente en dos facciones contrapuestas. Por un lado, una izquierda reformista que hace tiempo que ha renunciado a cambiar el sistema, cuya única “ideologÃa†es la sumisión al sistema, al poder establecido, y que por tanto ha dejado de defender los intereses del pueblo, de hecho, se ha convertido en el principal aliado de la minorÃa dominante (no hay nada más engañoso, y por tanto más efectivo, que el lobo vestido de oveja). Y por otro lado, una izquierda transformadora que no ha renunciado a la revolución pero que se encuentra profundamente dividida y cuya ideologÃa se encuentra prácticamente estancada en los postulados de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Es decir, tenemos una “izquierda†que ya no es izquierda y que ya no tiene teorÃa y una izquierda fiel a sus ideales pero con una teorÃa que se niega a evolucionar porque se niega a aprender de las experiencias prácticas contradiciendo la filosofÃa de trabajo de los padres de dicha teorÃa, una izquierda anquilosada, marginal y alejada de las masas porque, entre otras razones, se niega a considerar la situación actual y se agarra a los postulados de hace más de un siglo. Tenemos los dos polos extremos, una izquierda que ha renunciado totalmente al marxismo, y una izquierda que se empeña en aceptarlo totalmente sin la más mÃnima corrección o adaptación. Si bien es cierto que hay distintas corrientes filosóficas pos-marxistas que han adaptado ciertos postulados del marxismo a los tiempos actuales, dichas corrientes no han tenido, hasta ahora, la relevancia suficiente como para convertirse en referencias ideológicas de movimientos polÃticos o sociales. Dichos intentos de reformulación o evolución de la teorÃa marxista siguen siendo claramente insuficientes.
Sigue faltando una reformulación global de una teorÃa revolucionaria adaptada a los tiempos actuales y que tenga en cuenta las experiencias prácticas recientes. Mención aparte merece el creciente movimiento anarquista que, sin embargo, carece, por ahora, de organizaciones que sean capaces de convertirlo en una seria amenaza para el sistema, y cuyas teorÃas, sugerentes y atractivas, especialmente en estos tiempos de carestÃa ideológica, no parecen suponer más que el opio de una parte de la sociedad que necesita creer que es posible un mundo radicalmente distinto al actual, a pesar de la existencia de ciertas prácticas anarquistas marginales en algunas partes aisladas de la sociedad y a pesar de un pasado reciente donde organizaciones anarquistas fuertes jugaron un papel muy importante (por ejemplo la CNT en España). No cabe duda de que el auge del anarquismo en nuestros dÃas se debe, además de a la crisis cada vez más evidente y cruda del sistema actual, del capitalismo, y además de a sus propias virtudes, a la crisis de otras ideologÃas de la izquierda, a la inexistencia de otras teorÃas o al desprestigio de otras teorÃas revolucionarias, especialmente del marxismo (a pesar de que en los últimos tiempos éste también parece estar resurgiendo), desprestigio provocado por las aplicaciones prácticas distorsionadas de las mismas. En una época de profunda crisis ideológica como la presente, el anarquismo se está convirtiendo casi en una nueva “religiónâ€. Queda por ver si alguna vez dejará de ser el opio de la izquierda para convertirse en el movimiento revolucionario del siglo XXI. Incluso cabe la posibilidad de que ciertos postulados del anarquismo combinados con una reformulación del marxismo puedan dar lugar a una nueva teorÃa de la izquierda del siglo XXI. Pero lo que es indudable, es que para poder cambiar la sociedad es imprescindible tener teorÃas (posibles guiones de la obra revolucionaria), y es imprescindible también adaptarlas al momento histórico presente corrigiendo sus defectos en base a las experiencias prácticas del pasado. Lenin usaba con frecuencia una cita de Goethe que resume perfectamente esta idea: La teorÃa es gris, pero el árbol de la vida es siempre verde. Y a Engels le gustaba mucho usar el refrán: El movimiento se demuestra andando. Este ambicioso trabajo pretende contribuir, desde una perspectiva alejada de todo sectarismo y de todo dogmatismo, al imprescindible rearme ideológico de la izquierda del siglo XXI.
Como ya expuse en mi artÃculo Los desafÃos de la izquierda en el siglo XXI (el cual forma parte del libro Rumbo a la democracia), la izquierda (la que no renuncia a cambiar el sistema) tiene los grandes retos de recomponerse internamente, de recuperar la comunicación con la sociedad y de desarrollar la democracia para transformar la sociedad (su fin último). Pero dichos retos no podrán llevarse a cabo si no se analizan de forma crÃtica las experiencias históricas del pasado. Para contraatacar es necesario replantearse las estrategias en base a los éxitos y fracasos de las experiencias prácticas. Sin nunca descuidar la teorÃa, la práctica manda y debe realimentar a la primera e incluso cuestionarla. Es absurdo no alterar en lo más mÃnimo la teorÃa cuando su puesta en práctica ha sido un claro fracaso, es negar la evidencia de la realidad. En la ciencia revolucionaria también es imprescindible aplicar el método cientÃfico (como de hecho, propugnaban y practicaban los padres de dicha ciencia). Trotsky decÃa que toda ciencia, inclusive la “ciencia de la revoluciónâ€, está sujeta a verificación experimental. Tras los experimentos del siglo XIX y XX, se impone la verificación de las teorÃas que los guiaron, como condición necesaria previa para el intento de nuevos experimentos en el siglo XXI. Si asumimos que las crisis del capitalismo son una consecuencia de sus contradicciones internas, entonces la crisis actual de la izquierda también debe ser consecuencia de sus contradicciones internas. ¿Por qué no aplicar también el método dialéctico para analizar las contradicciones internas de la izquierda?
En este trabajo se analizan los principales errores en los postulados teóricos defendidos por la izquierda, los errores de fondo ideológicos y estratégicos que, según mi opinión, fueron las principales causas de las experiencias fracasadas de la izquierda en el pasado. Evidentemente, al colapso de los regÃmenes llamados comunistas asà como al fracaso de las experiencias anarquistas también contribuyeron ciertos errores técnicos o tácticos (además de los obstáculos impuestos por la burguesÃa, por supuesto), pero éstos, según mi perspectiva, no explican por sà solos el resultado negativo de dichas experiencias, es más, son consecuencia, en muchos casos, de errores de fondo, de raÃz. Y éstos son los que son objeto de análisis aquÃ. Por supuesto, el hecho de que se hayan cometido errores no es incompatible con el hecho de que se hayan logrado aciertos. Que se critiquen ciertos postulados de ciertas ideologÃas no significa que se cuestionen globalmente dichas ideologÃas. Este trabajo pretende aportar un granito de arena al debate actual de la izquierda centrándose en los errores cometidos en el pasado, porque, por un lado, no es muy habitual ver escritos sobre los mismos, y por otro lado, siempre se aprende más de los errores que de los aciertos (aunque también es importante saber reconocer estos últimos). Y por tanto, el autor considera que se puede aportar más de esta manera, aunque desde luego también se arriesga más. Siempre es más fácil repetir los postulados de los “viejos†(ya muertos) ideólogos que intentar criticarlos constructivamente en aras de dar un paso adelante en las ideas. Al margen de las opiniones expuestas, con las que se podrá estar de acuerdo o no, obviamente, al margen de lo correcto o no de los razonamientos aquà expuestos, el objetivo básico de este trabajo es sobre todo plantear un debate, recuestionando lo que parece, demasiadas veces, incuestionable. El objetivo básico es intentar aportar algo, aun a riesgo de “morir en el intentoâ€, aun a riesgo de ser criticado implacablemente. Aquà lo importante no es obtener reconocimiento personal (nada más lejos de mi intención) sino que intentar aportar algo a la causa desinteresadamente (el lector juzgará si dicho intento es fracasado o no).
Aunque el proletariado (asimilado normalmente a la clase obrera industrial) en el siglo XIX (época en la que se gestó la ideologÃa marxista) no era aún la clase mayoritaria en toda Europa (el campesinado era la clase más numerosa en Rusia por ejemplo), crecÃa continuamente y estaba llamado a ser más pronto que tarde la clase mayoritaria (como asà fue con el tiempo). El proletariado, la clase mayoritaria en las ciudades, se erigÃa en representación de todas las masas explotadas, en vanguardia de las mismas, en definitiva, representaba al conjunto del pueblo (no hay que olvidar que su alianza con el campesinado posibilitó la revolución rusa, por ejemplo). Frente a aquellos que puedan objetar que el término dictadura del proletariado en realidad se referÃa a la dictadura de una minorÃa, en vez de a la de una mayorÃa, simplemente decirles que, por un lado, cuando se planteaba la alianza del proletariado con el campesinado (que formaban lo que se podÃa denominar el pueblo, es decir la mayorÃa de la población), la forma polÃtica de dicha alianza se denominaba dictadura democrática, y que por otro lado, el proletariado estaba “condenado†por el desarrollo del capitalismo a convertirse pronto en la clase mayoritaria (y esto lo tenÃan en mente los que postulaban la idea de dictadura del proletariado). Es decir, de una u otra manera, se planteaba el concepto de la dictadura de una mayorÃa o la represión dictatorial de una clase minoritaria por otra mucho más numerosa. Por ejemplo, Marx decÃa en el Manifiesto Comunista: El movimiento proletario es el movimiento autónomo de la inmensa mayorÃa, en interés de una mayorÃa inmensa. Y enCrÃtica al programa de Gotha afirmaba: Entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista media el periodo de transformación revolucionaria de la primera en la segunda. A este periodo corresponde un periodo polÃtico de transición, cuyo Estado no puede ser otro que la Dictadura revolucionaria del proletariado. Por ejemplo, Lenin decÃa en El Estado y la Revolución: […] la «fuerza especial de represión» del proletariado por la burguesÃa, de millones de trabajadores por un puñado de ricachos, debe sustituirse por una «fuerza especial de represión» de la burguesÃa por el proletariado (dictadura del proletariado). […] La dictadura del proletariado, el perÃodo de transición hacia el comunismo, aportará por primera vez la democracia para el pueblo, para lamayorÃa, a la par con la necesaria represión de la minorÃa, de los explotadores. […] en la transición del capitalismo al comunismo, la represión es todavÃa necesaria, pero ya es la represión de una minorÃa de explotadores por la mayorÃa de los explotados. […] Democracia para la mayorÃa gigantesca del pueblo y represión por la fuerza, es decir, exclusión de la democracia, para los explotadores, para los opresores del pueblo: he ahà la modificación que sufrirá la democracia en la transición del capitalismo al comunismo.
Por esto, a lo largo de este trabajo, se usarán indistintamente los términos proletariado, pueblo, masas omayorÃa como sinónimos. Por esto, el concepto dictadura del proletariado se puede considerar sinónimo del concepto dictadura democrática o del concepto dictadura de la mayorÃa, en definitiva, se trata de la dictadura de una clase (o de varias clases) o de una vanguardia que representa a la mayor parte de la población, la idea fundamental es la represión explÃcita por la fuerza de una minorÃa por una mayorÃa, la exclusión de una minorÃa (la burguesÃa) de la democracia. En la actualidad, podemos considerar que la mayor parte de la población pertenece al proletariado, entendido éste, en un sentido amplio, como el conjunto de trabajadores asalariados que trabajan por cuenta ajena (en cualquier sector de la economÃa), es decir, que no poseen los medios de producción. Basta recordar la definición que daba Engels a la palabra proletariado: Por proletariado se entiende, la clase de  los  trabajadores asalariados modernos, que ya que no poseen medios de producción propios, dependen de la venta de su fuerza de trabajo para poder vivir. Y por tanto, el proletariado (aun con sus subdivisiones internas, bajo sus distintas formas) representa la clase mayoritaria de la sociedad.