“Cuando salió de la cárcel tras una pena por conducir ebria, su madre (de Paris Hilton) me llamó porque quería buscarle una causa filantrópica a su hija con la que mejorar su imagen”, explicaba a una publicación española María Bravo, organizadora de galas benéficas en las que participan famosos, como Antonio Banderas o Eva Longoria. Las “celebrities” de todo el mundo se han apuntado a la moda de la solidaridad y la filantropía.
Muchos famosos abanderan causas benéficas de todo tipo: prevención del Sida, apoyo a investigaciones de cáncer, por los refugiados, por los niños, para erradicar la pobreza… Su fama es, por un lado, una gran ayuda para hacer visibles las causas que apoyan. Pero también gana su imagen.
Deportistas, actores, cantantes, periodistas, escritores… “Very Important People” de todos los ámbitos se suman a causas solidarias en todo el mundo. Las ONG tratan de captar su atención y que participen en galas benéficas o que apoyen sus causas de alguna manera. En un principio, puede parecer una relación de gana-gana. Las organizaciones ganan en publicidad y el famoso ve mejorada su imagen de persona sensible al sufrimiento ajeno.
Muchos de ellos, en realidad, creen que están haciendo un bien. Los asesores de algunas estrellas en temas de solidaridad explican que la principal motivación de un personaje famoso a la hora de colaborar con alguna causa social es su inquietud personal. Y seguro que es así. Las “celebrities” también son personas que se sobrecogen ante la muerte, el hambre o el dolor. Sin embargo, su relación con las causas solidarias tiene una segunda capa. En muchos casos, una vez se apagan los focos y no hay cámaras, la función se acaba. Para ellos, no para aquellos que sufren las injusticias.
Además, no sólo se trata de dar una imagen de buena persona, de persona sensible que se preocupa por aquellos que menos tienen o que sufren. También hay una causa económica. Por ejemplo, en países como Estados Unidos o Francia, la desgravación por causas filantrópicas es muy jugosa. En Estados Unidos, pueden llegar al 100%.
Las “celebrities” de todo el mundo se han apuntado
a la moda de la solidaridad y la filantropía.
Frente a estas buenas intenciones de los famosos están las de las personas que cada día trabajan para construir un mundo mejor. Personas voluntarias, donantes, socios de organizaciones de la sociedad civil… que ponen su dinero, su tiempo y sus esfuerzos para cambiar realidades injustas. Personas anónimas que cada día hacen posible la sonrisa de una persona mayor que recibe una visita, de una persona sin hogar que recibe un café, de un niño al que le ayudan con sus deberes o de un padre de familia que recibe un paquete con la cesta de la compra de la semana. De esos héroes anónimos hay millones en todo el mundo.
Sólo en España, hay más de un millón de personas voluntarias que cada día aportan su granito de arena para paliar las necesidades de alguien que sufre. Estas personas, voluntarias, donantes o socias de organizaciones sociales no necesitan fotos ni cámaras de televisión. Cada día acuden a la llamada porque creen que otro mundo es posible. Creen que la felicidad y la riqueza de unos pocos no puede estar encima del sufrimiento y la muerte de tantos.
Ser voluntario o socio de una organización que reclama otra manera de vivir no lo es durante unas horas mientras dura el “show”. Es una forma de vida. Son personas que se comprometen con el pobre, con el enfermo, con el que sufre. Son personas que luchan contra la injusticia y alzan su voz. Son personas que acompañan y están al lado del que no tiene. Son personas que, como dice Eduardo Galeano, “arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear; y quien se acerca, se enciende”.
Ana Muñoz Álvarez
Periodista