Parece ser que hemos estado viviendo costumbres desacostumbradas con la llegada al gobierno del Partido Popular para que se nos vaya cambiando desde los Buenos días a la vida íntima del adiós al día. Hasta no más ayer, solía escuchar durante el desayuno ese buen programa informativo “En un día como hoy” en la mañana de Radio Nacional, que además ofrecía el regalo de no tener publicidad. Todo un pulso profesional que, día a día, fue ganando audiencia y prestigio democrático de verdad, lo que debe ser un informativo honesto e imparcial en una radio pública.
Es uno de esos aciertos que los amantes de la radio le debemos al ambivalente y laico a su manera, Rodríguez Zapatero, pero que ahora, con la llegada de los neoconservadores viene provocando un desajuste calculado, que a medio plazo puede llegar a girar ciento ochenta grados imponiendo lo que “de verdad quiere la gente”. Y cuando estos políticos dicen gente, es que no nos consideran personas normales. De manera que nuestra incompleta democracia en la que llegamos a creernos ciudadanos, de ha iniciado su cuenta atrás hacia un pasado histórico de triste recuerdo que, nunca han podido ocultar del todo pese a la mascarilla de la democracia.
Estos cambios como lluvia tonta de los medios informativos estatales y afines al régimen, me recuerdan los estados totalitarios, el falseamiento diario de la realidad. No es lo mismo publicar y emitir: “Ayer en un accidente falleció un minero en la mina X”, que leer el informe forense que dice”: Un joven de dieciséis años de edad trabajando en la mina X falleció al ser arrollado por una vagoneta”. Y es que en este país están cambiando derechos y leyes adquiridas con bastante esfuerzo y sacrificio, por métodos que retornan a lo que muchos consideraban ya olvidados y, por fortuna, la nuevas generaciones no conocieron, pero que están volviendo maquillados de un glamour que todavía no es el de la dialéctica de los puños y las pistolas, ni la amenaza de ir a la cárcel y perder el carnet de periodista, por difundir noticias contrarias al Espíritu Nacional.
Porque al socaire de la Crisis las reformas vienen omitiendo y suavizando los hechos más espinados de verdadero interés ciudadano. ¿Llegaremos a aquel nefasto de “Radio Nacional de “Viva Franco Arriba España»? Son reformas sibilinas y peligrosas muy calculadas para dejar sólo el pellejo democrático que puede dominar en pocos años la sociedad y el silencio, a la que se le servirá diariamente el menú que los poderes consideren, mientras gallardamente, el ministro de turno preparará cambio de leyes imprescindibles con democracia falsificada.
Asunto grave que, si no rompemos el hilo conductor con el franquismo, nos puede introducir en el túnel de la larga noche de piedra del pasado. Amenaza que no solo es un peligro para la izquierda, sino también para la derecha democrática que batalló al franquismo en su día.
Les comento a los amigos y viejos roqueros de tiempos vividos, y no debe sorprender que, ante las noticias que se emiten por los medios oficiales de actual Gobierno, tuviéramos que volver a la “Vietnamita” algo que no debe de extrañarnos, pues ya se notan los primeros síntomas, la ventaja de los que amamos y defendemos la democracia es que, de momento, la vieja “Vietnamita” se puede manifestar en Internet en los medios libres e independientes que permiten dar a conocer las verdades no manipuladas, escribir el vivir diario y criticar las dictaduras de los monopolios informativos por Dios y por España, que cada día resultan más alarmantes en su fervor por volver a plantar los caminos de laureles, contemplar las montañas nevadas en los amaneceres y cantar a los luceros bajo la paz de la noche, tras haber venido de un ejercicio de tiros en las paredes de un cementerio o la cuneta de una carretera provincial.
Peligro, nefasto futuro a medio plazo, que intentarán lograr los falsos demócratas y sus jóvenes generaciones, semejante a lo que se vive en la China comunista-capitalista, la Cuba “modelo de socialismo y libertad” o Corea del Norte. Y lo peor es que cada día somos un poco más viejos y las goteras llegan. De todas formas, quien sabe, si con la ayuda de los dioses paganos no recuperemos aquella pasión de juventud vivida donde el riesgo era como amor furtivo y esperanzas. Luego no es una nostalgia recordar uno fragmento del poema España aparta de mi ese cáliz de César Vallejo: “Si cae -digo, es un decir. si cae / España, de la tierra para abajo, / niños. ¡cómo vais a cesar de crecer! / ¡cómo va a castigar el año al mes ¿ / ¡cómo van a quedarse en diez los dientes, / en palote el diptongo, la medalla en llanto! / Cómo va el corderillo a continuar / atado por la pata del gran tintero! / ¡Cómo vais a bajar las gradas del alfabeto / hasta la letra en que nació la pena!.