Entre los años 2000 y 2004, la potentada pareja formada por el matrimonio Carlos Fabra y María Amparo Fernández asistió -suponemos que eufórica- a la insólita casualidad de comprobar la generosidad del Organismo Nacional de Loterías y Apuestas del Estado repartiendo de modo reiterado en sus cuentas bancarias 268.000 euros. No hubo fortuna en los tres años siguientes, pero el venturoso azar volvió a sonreírle al presidente de la Diputación de Castellón y presidente del Partido Popular en aquella provincia en 2008 con un monto de dos millones de euros, dos, fruto de sus diez décimos, diez, con el número del primer premio en la Lotería del Niño.
Estamos por asegurar que en el universo mundo no habrá persona tan afortunada en el juego como el señor Fabra -al que deseamos una pronta recuperación en su salud tras haberse sometido a un trasplante de hígado-, pero se nos ha de permitir todo tipo de suspicacias en relación con tan pródiga y millonaria suerte. Sobre todo si se tiene en cuenta que según los informes de Hacienda hechos públicos por el diario El País, don Carlos y familia ingresaron entre 1999 y 2004 un total de ocho millones de euros, de los cuales casi cuatro son ganancias patrimoniales sin justificar.
Es de resaltar asimismo, según el informe pericial elaborado por los inspectores de Hacienda para el juzgado de Nules que investiga al presidente del Partido Popular en Castellón, que durante ese mismo periodo el señor Fabra y su esposa habrían cometido nueve delitos fiscales y la cantidad defraudada sumaría casi un millón de euros. Todos esos años, además, la declaración de la renta del presidente de la Diputación castellonense le salió a devolver.
Conocer esos datos, una vez sabida la fulminante rebaja que por orden de la dictadura financiera se nos va a aplicar a millones de españoles, mueve a la indignación, sobre todo porque no parece que haya más respuesta que la conformidad a la vista de la mansa y atrófica sumisión de los sindicatos. ¿O sea que el partido llamado a gobernar España, como alternativa al que ha defraudado a su electorado, tiene entre su dirigencia a un individuo como el mentado -unido a la gÁ¼rtelandia corrupta- y se ha permitido la desvergÁ¼enza de llamarse -según Lola Cospedal- el partido progresista de los trabajadores y los pensionistas?
Habrá quien piense, abatido acaso por la desazón y el hastío a que se presta la actualidad patria, que este país no tiene remedio ni con los unos ni con los otros -igual de serviles a expensas de lo que dicten el dios dinero y sus sumos sacerdotes-, pero como primera medida para sacudirnos de la fatalidad no estaría mal investigar la identidad de los asesores fiscales del señor Fabra y también la de sus desconocidos loteros. El anonimato de éstos es un agravio comparativo al lado de la nombradía de La Bruixa d’Or con muchos menos méritos.