Peligra el periodismo, peligra la democracia
La crisis económica en España ha dejado sin trabajo a más de 6.200 periodistas y ha acabado con 57 medios de comunicación. Miles de profesionales de la comunicación, convocados por la Federación de Asociaciones de Periodistas Españoles (FAPE), se han unido para alertar de los peligros que entraña para la democracia la precarización del periodismo. “Sin periodistas no hay periodismo. Sin periodismo no hay democracia”, repetían en 46 ciudades españolas.
Más que culpar a la crisis por la precarización del periodismo, estos profesionales denuncian que los poderes políticos y empresariales se aprovechan de ella para silenciar el pensamiento crítico y perseguir sus propios intereses.
Con el recorte de plantillas en las redacciones y en los medios audiovisuales, los profesionales que mantienen su puesto asumen más responsabilidades por el mismo sueldo. Pero no protestan por miedo a sumarse a la lista de parados. Ahora que la Ley de Reforma Laboral ha abaratado el despido, a los empresarios les tiembla menos el pulso a la hora de despedir a profesionales y sustituirlos por jóvenes con “becas de formación”.
Envían a estos “precarios”, como se les conoce debido a sus condiciones laborales, para que graben las declaraciones que los políticos leen y que llega intacta a las redacciones para un cortapega sin contexto y reflexión, elementos esenciales del buen periodismo.
Los políticos y cada vez más figuras públicas contribuyen a esta falta de profundidad al no admitir preguntas de los periodistas a los que convocan para sus ruedas de prensa. Podrían ahorrarles tiempo y transporte si les enviaran sus comunicados por correo electrónico. Olvidan que la esencia del periodismo está más en las preguntas que en las respuestas y que la labor de los profesionales de la comunicación consiste en adaptar la información a sus lectores, oyentes o espectadores.
Los recortes de plantilla en los medios aumentan su dependencia de las grandes agencias, más poderosas ahora que antes de la crisis económica.
La calidad se deteriora también por el material enlatado, como se conoce a los contenidos que preparan los departamentos de comunicación y asesores de imagen.
La FAPE denuncia también la intimidación a la que se somete a los periodistas que informan sobre casos de corrupción política, con normas penales desproporcionadas por ejercer su derecho a la libertad de opinión y expresión.
Entre otras preocupaciones de los periodistas están la mayoría de ofertas de empleo en medios, muchos de ellos ni siquiera dirigidos por profesionales de la comunicación, sino por meros “gestores”. También critican la utilización de las concesiones de publicidad institucional o las licencias de radio y televisión para castigar o premiar a medios y periodistas en función de su línea editorial. También les preocupan los juicios paralelos, la compra de testimonios y el nulo valor que algunas cadenas de televisión dan a la presunción de inocencia.
Estas prácticas comprometen el derecho de las personas a una información de calidad y a participar en sociedad. John Milton, John Locke y John Stuart Mill, los primeros pensadores liberales ingleses, coincidían en la importancia que tenía el libre flujo de ideas no sólo para limitar el poder de los gobernantes y evitar tiranías, sino para que las personas pudieran formar sus propios criterios a partir de su capacidad de discernir. Estados Unidos heredó esa corriente de pensamiento y por eso denomina a la prensa como watchdog o perro guardián, el Cuarto Poder que impide los abusos de poder por medio del acceso a la información.
De continuar estas tendencias, los medios se habrán convertido en correas de transmisión y en colaboradores del marketing político necesario crear crispación, promover o revocar leyes, infundir miedo y controlar a una sociedad dominada por el ruido y la imagen. Este servilismo beneficia al modelo empresarial y de búsqueda de beneficios a toda costa que manejan muchos medios, en manos de grupos cada vez más grandes y menos plurales.
Además de estos debates, muchos periodistas se preguntan sobre la financiación de los medios donde ejercen su profesión en un contexto de crisis y buscan nuevas formas de hacer periodismo. Hay más preguntas que respuestas, pero mientras alguien lance esas preguntas, se mantendrá con vida el periodismo, uno de los pilares de nuestra democracia.
Carlos Miguélez Monroy
Periodista, coordinador del Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS)