Anna Veiga se licenció en Biología en 1979 en la Universidad Autónoma de Barcelona, con 23 años. Diez años después, consiguió el título de doctora por la misma universidad. Antes, en 1984, ya había participado en el primer nacimiento por fecundación in vitro del estado español. Esta especialista en reproducción asistida es la directora científica del Servicio de Medicina de la Reproducción del Instituto Dexeus. Desde 2005 es, además, la directora del Banco de Líneas Celulares de Barcelona, una unidad funcional del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona (CMRB), en el PRBB. También es coordinadora del Registro Europeo de Células Madre Embrionarias. Es aficionada al cine y madre de un chico de 23 años.
¿Cuándo se interesó por la ciencia y por qué?
El Liceo Francés tenía un buen profesor de ciencia y me gustaba este campo. Después, en la UAB estudié biología y tuve otro profesor, Josep Egozcue, que fue muy determinante en mi trayectoria posterior.
¿Qué hizo al acabar la carrera?
Supe que en la Dexeus empezaban a trabajar en reproducción asistida, haciendo las primeras inseminaciones artificiales. No sabía si aquí tenía cabida una bióloga, pero llamé a la puerta. Y así empecé, haciendo encargos, de secretaria, hasta que surgió la posibilidad de montar un laboratorio en reproducción asistida. Yo tenía cierta formación adecuada y sobre todo muchas ganas.
¿Por qué diez años después decidió hacer el doctorado?
Seguía en contacto con el Dr. Egozcue y él me alentó diciendo que estaba en un campo muy innovador, con acceso a datos que no tenía nadie. Finalmente hice un doctorado sobre la genética de gametos y embriones, a la vez que seguía con mi trabajo en reproducción asistida. Hacer el doctorado me sirvió para mantener unos niveles de rigurosidad científica que podía haber perdido haciendo solo una tarea asistencial.
Ha trabajado muchos años en el tratamiento de la infertilidad. ¿Cómo entró en el campo de las células madre?
Ha sido una evolución natural. Tanto yo como otros colegas que trabajaban en reproducción asistida hemos pasado a estudiar células madre embrionarias. Hemos trabajado con embriones durante mucho tiempo y conocemos cómo cultivarlos y qué necesitan.
¿Cuál ha sido el momento más difícil de su carrera?
Al inicio, cuando empezamos con la reproducción asistida. A pesar de que recibimos ayuda de grupos franceses y austríacos, los cuales nos dieron cierta formación, era el año 82, hacía poco tiempo que había nacido el primer niño probeta, y aquí en España nadie sabía nada. Fue todo un reto. Más recientemente, comenzó la derivación de líneas celulares aquí en el banco del CMRB, en 2005.Fue también difícil, ya que también era un campo con poca información disponible.
¿Y lo mejor?
Los mejores momentos son cuando consigues salir adelante en un momento difícil. El primer embarazo logrado, la primera línea derivada, etc.
¿Cree que el hecho de ser una mujer ha influido en su carrera?
Hasta hace unos 10 años decía que no, pero ahora, mirando atrás de forma más crítica, sé positivamente que si fuera un hombre ahora estaría en un nivel más alto, tanto de responsabilidad como de remuneración. El hecho de ser bióloga, en un mundo de médicos, también ha marcado una gran diferencia. Por otra parte, ser mujer me ha ayudado en el tema de divulgación de mi trabajo. Como las mujeres científicas somos minoría hay más interés por parte de los medios de comunicación.
Maruxa Martínez-Campos / SINC