Diferentes compañías conceden pequeños préstamos a empresarios con negocios modestos. Esta herramienta adquiere importancia en los países en vías de desarrollo, como Filipinas. Un estudio estadounidense demuestra que estos créditos no estimulan el crecimiento económico sino que solo ayudan a afrontar los imprevistos diarios de familias pobres.
“El microcrédito se ha definido como una herramienta para microempresarios aunque en realidad, la persona que obtiene el crédito tiene muchas otras necesidades”, explica a SINC Dean Karlan, autor principal del estudio e investigador del departamento de Económicas de la Universidad de Yale (EE UU).
El objetivo de estos pequeños préstamos es fomentar el espíritu empresarial de pequeños negocios para estimular el crecimiento económico. Poblaciones de países en vías de desarrollo se han beneficiado de estos créditos pero, según un estudio publicado en Science, de forma muy diferente a la prevista.
A 921 microempresarios de la región de Manila (Filipinas) a los que se les concedió un crédito, la ayuda no les supuso ni un aumento de sus beneficios ni mejoras en su calidad de vida. Sin embargo, los préstamos actuaron como amortiguador frente a fluctuaciones de ingresos y gastos inesperados, evitando que las personas tuvieran que recurrir a los seguros formales.
“Esperábamos encontrar mayores inversiones en los negocios, pero en realidad lo que hallamos fue una mayor capacidad para manejar riesgos (enfermedades, emergencias) y un mayor acceso al crédito informal de vecinos”, indica Karlan.
Sin llegar a la pobreza extrema
La población estudiada estaba compuesta por hombres y mujeres “marginalmente solventes”. “Los clientes son pobres pero no son los más pobres del país”, según detalla el investigador. “Una realidad del microcrédito es que la mayoría de los programas no alcanzan a quienes están en una situación de pobreza extrema”, añade.
Los préstamos otorgados oscilaron entre los 100 y 500 dólares (con un tipo de interés medio mensual del 2,5%) y se destinaron a empresarios de pequeñas tiendas de alimentación, talleres de reparación de automóviles, sastrerías y peluquerías.
Al analizar el seguimiento del microcrédito entre los 11 y 22 meses posteriores a su concesión, los expertos descubrieron que todos estos negocios sufrieron pérdidas. Además, la percepción del bienestar (optimismo, amor propio y estrés) no mejoró sino que empeoró.
“Reconsiderar el microcrédito como herramienta doméstica en lugar de instrumento para el crecimiento empresarial es el primer paso para comprender los efectos de este préstamo”, indica Karlan.
El estudio demuestra que los efectos de los microcréditos siguen complejos mecanismos que no se comprenden por completo. “Necesitamos entender mejor cómo funciona esta herramienta, basándonos en datos y análisis fiables”, concluye el investigador.
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Referencia bibliográfica:
Dean Karlan, Jonathan Zinman. “Microcredit in Theory and Practice: Using Randomized Credit Scoring for Impact Evaluation”. Science 332, 9 de junio de 2011. DOI: 10.1126/science.1200138.
Fuente: SINC