Apocalipsis 20:7 “…….Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión,
20:8 y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la arena del mar…….”
Mil años es un período largo en donde el Espíritu Santo traerá paz y prosperidad a toda la humanidad como nunca antes la hubo. Esto sucederá cuando sean arrojados al infierno, la bestia y el falso profeta. Será un tiempo en donde las personas se volverán magnánimas y los “dueños del mundo” repartirán sus riquezas. Un tiempo en el que no habrá hambres, ni enfermedades, ni pobreza, ni llanto, ni angustia. Un tiempo en donde se romperán las fronteras, aun cuando las naciones quedarán para administrar y habrá paz como nunca la hubo. Dios, virtualmente, se humillará cumpliendo los deseos de los que añoran y reclaman un Dios más “justo”, según su parecer y Dios se los concederá cumpliéndoles “sus caprichos”. Será un período limitado pero suficiente en donde, finalmente, el diablo siempre querrá salirse con la suya.
El diablo no se conformará jamás con una humanidad al servicio de Dios y al salir de su prisión, desbocado y en tropel, empezará a hacer lo que es “su virtud”: engañar, mentir, estafar. Con estas armas engañará a muchos y finalmente los organizará para, craso error, destruir a los santos escogidos. Los que adoran a Dios siempre.
Gog y Magog son los poderes terrenales, que tendrán un auge increíble durante los mil años y esta fuerza terrenal poderosa, el diablo, las pondrá a su servicio para dominar al mundo. Parecerá que va a ser muy fácil y, eventualmente, lo logrará pero cometerá el error de querer destruir a los santificados en Cristo.
La sentencia condenatoria de Dios al diablo se cumplirá, porque Dios no miente. El error que pueden cometer propios y extraños es, considerar que esos tiempos serán lejanos para ellos y que, por lo tanto, no los sufrirán. Lo que no se dan cuenta es que ese es otro engaño urdido por satanás para sujetar, hasta la muerte, a los que ya tiene presos y a los que están por caer. No crea el hombre que el diablo no existe porque ese es otro engaño de satanás, con el cual tiene mucho éxito. El mayor engaño que el diablo hace a los hombres es el hacer creer que él no existe y que, por lo tanto, Dios tampoco existe. Lo que sucede con las personas que piensan así es que, finalmente, creen que, “como no existe Dios” tampoco existe ninguna condenación y entonces comienzan a desobedecer los dictados del corazón, que son los dictados de Dios, de tal manera que, cuando la persona siente que no debe hacer tal o cual cosa, pasa por alto ese sentimiento y se entrega al placer de su comisión y es ahí cuando peca porque desconoce la voz de Dios que imparte a todos por igual y que se puede confirmar en cualquier conversación con cualquier ser humano en cualquier momento; en este mismo instante.
También podrá confirmar, conversando con cualquiera, que cuando obedecemos la voz de Dios, siempre, nos sentimos súper, excelentes, completos.