EL CRISOL – Pascual Mogica Costa
Habrá leído o escuchado usted, querido lector, que contraviniendo las órdenes del actual Papa Benedicto XVI y el Código de Derecho Canónico, que el arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez, dio, en la misa del Corpus, la comunión, la hostia, a María Dolores de Cospedal que como es sabido es una señora divorciada, cosa que merece el máximo respeto, pero que en este caso concreto no merece ser una excepción en lo que se refiere a recibir la comunión cuando la Iglesia niega la comunión a los divorciados, menos a Cospedal, claro.
Esta actitud no puede extrañar a nadie máxime tratándose de la Iglesia Católica española que principalmente los que ya sumamos años aún recordamos aquellas imágenes del NO-DO cuando sacaban bajo palio a aquel personaje llamado Francisco Franco, que escribió la página más negra de la historia de España. Como recordamos el día en que se rompió la tradición de que el ministro de Justicia de turno fuera el personaje invitado a presidir la procesión del Corpus en Toledo, prohibiendo, la Iglesia, al ministro de Justicia de la UCD, Francisco Fernández Ordoñez, encabezar dicha manifestación religiosa, por haber sido el ministro que aprobó la ley del divorcio.
Ante tanta incoherencia y trato discriminatorio, uno no se explica como la Iglesia española, los obispos, con Rouco a la cabeza, están preocupados e intentando averiguar por qué cada vez hay menos bautizos, menos bodas en las iglesias y menos fieles en las misas. Yo creo que la respuesta la tienen ellos basta con hacer examen de conciencia y de actitudes y de inmediato se darán cuenta del porqué de esas “deserciones”. O la Iglesia, los obispos, cambian o se van a quedar solos y además preguntándose aquello de: ¿¡Qué ha pasado!?
En lo de Cospedal puede haberse dado un conato de rebeldía por parte del obispo oficiante con respecto, o respeto, a las directrices del Papa porque la verdad es que últimamente andan bastante remisos a aceptar las leyes ya sean las que provienen del Vaticano o las que emanan del Gobierno de España. Con respecto a esto último ahora se disponen a “combatir con todos los medios” la ley de la muerte digna. A este respecto ni por asomo, y con mucho respeto, no quiero entrar en si Jesús tuvo o no una muerte digna, él la aceptó y murió con sufrimiento, pero ¿quiere decir esto que eso nos obliga a todos a morir sufriendo? ¿No hemos sufrido bastante a lo largo de nuestra vida? Porque esta vida no es precisamente un camino de rosas, dos tercios de la misma los pasamos de “mala manera”. Ya lo dijo aquel recordado actor llamado José Bódalo, cuando le preguntaron que era para él la vida respondiendo: “La vida es ni más ni menos que trabajar la mitad de ella para curarte la otra media”. Eso es la vida y si encima la vas a finiquitar “rabiando” para morir, apaga y vámonos.
Creo sinceramente que Dios y su hijo no nos desean una mala muerte ni el menor sufrimiento, eso no está en las escrituras. Lo que sí está es que todos somos iguales a los ojos de Dios, por eso me pregunto: ¿Porqué a unos divorciados se les da la comunión y a otros no? ¿Quiénes son los obispos para determinar tal cosa? ¿Son, o se consideran, superiores a Dios?