La peor enfermedad que puede atacar a un Estado es el exceso de burocracia; esa es la peor de las gangrenas y la que como la física que ataca al cuerpo humano; o se corta a tiempo o acaba con la vida. Y esa es la terrible carga que tiene hoy sobre sí, el mal desarrollado mundo occidental y dentro del mismo, de lo peor de todo es la actual España; puesto que a la tal gangrena, se le ha unido otra igualmente perniciosa y que aquí conocemos como «el enchufismo».
El enchufismo (para aquel que no sepa éste término) es buscar un hueco para colocar en él al parásito que va a chupar del dinero público; Se crean nuevos departamentos (el nefasto Primer ministro actual (Zapatero) ha creado varios nuevos e inútiles ministerios) exclusivamente para colocar «regimientos» de enchufados; sin que ello reporte otra cosa al erario público que un gasto inútil. Ello se ha prodigado en todos los sistemas de gobierno; pero no hasta los extremos de hoy… si acaso y con las diferencias lógicas; ya ocurrió en la decadencia del Imperio Romano, cuando gobernando Caracalla; dejó para la historia aquella terrible frase… ¡Ya somos más los contribuidos que los contribuyentes! O sea que fue mentira el que «los bárbaros» acabaran con el Imperio; fueron los bárbaros y malos administradores del mismo, que «se lo comieron, agotando la tesorería».
Oí a un economista actual y no hace mucho, afirmar que el enorme Imperio Británico, era administrado en un anexo del Almirantazgo Británico; y sus administradores, en total no llegaba a cincuenta individuos… ¡Y no había tanta y tan alta tecnología como la actual! A lo sumo contaban con el telégrafo, teléfono mucho después, máquinas de escribir y en general, todo o casi todo se anotaba a mano.
Por lógica deductiva; así debieron funcionar todos los demás imperios y me remonto desde a los de China, Mongol, Turco, Persa y otros. Incluso el Romano y el que en su mayor esplendor debió funcionar con un mínimo aparato administrativo; puesto que sabido es la austeridad de aquellos grandes romanos… alguno de sus senadores, dejaba el arado para ir a las reuniones senatoriales o viceversa.
Pero las abundancias traen muchos vicios y degeneraciones y como el dinero público, parece ser que no tiene amo; los inescrupulosos políticos disponen a su antojo del mismo. Más aún si como ocurre ahora (la ruina actual y que unos a otros se echan la culpa, siendo todos ellos los verdaderos y únicos culpables hagan lo que hagan, no son juzgados y castigados ejemplarmente para cortar «la gangrena política», que ya es eso solamente; una enfermedad devastadora por todo lo que conlleva de malo o perverso; puesto que los actuales políticos, no saben que la política, es el arte de gobernar bien a los pueblos. Y en ese arte… la asignatura de austeridad, trabajo y ahorro debe ser la primera a predicar y por descontado; practicar con el ejemplo más limpio. Los pueblos imitan a sus gobernantes y si estos se corrompen… ¿qué ocurre?
Los inútiles gobernantes, aprendieron que el endeudarse era la solución; pero esa solución es pan para hoy y hambre para mañana; como bien asevera el viejísimo dicho español. Más aún; estos inútiles de hoy han producido (sigue aumentando) tan monstruosa deuda, que puede que ni los nietos de nuestros nietos, puedan equilibrar la balanza, si es que antes no llega el desastre total, surge el pánico, se paraliza todo y hasta esta débil (lo de débil lo vengo afirmando hace muchos años) civilización, se viene abajo en un efecto dominó, terrible por lo devastador.
No es nuevo que quienes conquistan el poder, tienen que repartir la conquista con quienes les ayudaron a obtenerlo; bien por la fuerza o por la demagogia (o por ambas) y como ahora, los sistemas «se renuevan» cada cuatro años; pues en cada etapa; los que conquistan el poder, tienen que colocar a «ejércitos» de colaboradores, que colaboraron precisamente para ello… o sea, para llenar la panza y el bolsillo. Lo de servir al pueblo no se lo creen ni ellos; es todo lo contrario, o sea servirse del pueblo y al que se le exprime como en los peores tiempos. Y como «esos ejércitos» de enchufados, en mayoría se quedan incrustados en el dinero público; pues ocurre lo que ocurre en España; que en tiempos de Franco se estimaba en medio millón de burócratas y aquí entraba hasta «el conserje» (figura genuina española y que sirve para decir buenos días y llevar papeles de una a otra mesa, a lo sumo). Y en la actualidad dicen que pasan de tres millones. Lógico pues, la gran ruina que tenemos encima.
Y lo curioso (o terrible) es que ni la justicia funciona, pese a que igualmente los juzgados y aparato correspondiente, han aumentado en quizá mucha más proporción que todos los demás. Y ello lo puedo constatar en mi misma ciudad, dónde en aquellas épocas había tres juzgados y hoy hay casi cuarenta… Y cuándo esto escribo es el día en que casi dos mil jueces van a la huelga y no se cuantos miles de empleados de los juzgados… «quieren más medios y por descontado, más dinero en sus pagas».
Y los políticos… «discutiendo sobre el sexo de los ángeles, o si el ministro de justicia se fue con un juez y un jefe de policía de caza de ciervos y muflones»… el pueblo indefenso, sigue; «en sus drogas, sus ignorancias y el que piensa un poco, muerto de risa ante tanta mentira e ineficacia manifiestas».